Detroit.- Casi uno de cada 10 trabajadores del sector automotor de Estados Unidos se declaró en huelga para presionar a los tres grandes fabricantes de automóviles de Detroit para que aumenten los salarios en una época de grandes utilidades y en la que la industria inicia una costosa transición de los vehículos de combustión interna a los eléctricos.
Al hacer huelga simultáneamente en General Motors, Ford y Stellantis, propietaria de Chrysler, por primera vez en su historia, el sindicato United Auto Workers intenta infligir un nuevo tipo de dolor a las empresas y recuperar algunos salarios y beneficios a los que los trabajadores han renunciado en las últimas décadas.
Las huelgas se limitan a tres plantas de montaje: una fábrica de GM en Wentzville, Missouri, una planta de Ford en Wayne, Michigan, cerca de Detroit, y una planta de Jeep gestionada por Stellantis en Toledo, Ohio.
Los trabajadores recibieron el apoyo del presidente Joe Biden, quien envió asesores a Detroit para ayudar a resolver el impasse y dijo que los 3 Grandes fabricantes de automóviles deberían compartir sus “utilidades récord”.
El presidente del sindicato, Shawn Fain, afirma que los trabajadores podrían declarar huelgas en más plantas si las empresas no presentan mejores ofertas. Los trabajadores piden un aumento salarial general del 36% en el transcurso de cuatro años; las empresas han respondido con aumentos que oscilan entre el 17,5% y el 20%.
Los trabajadores en huelga dijeron que esperaban que ésta no durara mucho, pero añadieron que estaban comprometidos con la causa.
“No tuvimos ningún problema en venir durante el COVID, siendo trabajadores esenciales y generando grandes utilidades para ellos”, dijo Chrism Hoisington, que trabaja en la planta de Jeep de Toledo desde 2001.
Aún así, Hoisington dijo que espera que la huelga termine pronto para no tener que recurrir a sus ahorros para comprar una casa. “Esperemos que esto no dure mucho o tendré que gastarme el anticipo en comida”, dijo.
Si las negociaciones se prolongan y las huelgas se extienden a más plantas, los costos aumentarán para los trabajadores y las empresas. Los concesionarios podrían quedarse sin vehículos, lo que elevaría los precios y empujaría a los clientes a comprar a fabricantes extranjeros con trabajadores no sindicalizados.