WELLINGTON, Nueva Zelanda (AP) — Una votación en el Parlamento de Nueva Zelanda fue suspendida el jueves y dos legisladores fueron expulsados cuando se desató un drama político en torno a una controvertida iniciativa de ley que redefine el acuerdo fundacional del país entre los indígenas maoríes y la corona británica.
Según los principios establecidos en el Tratado de Waitangi de 1840, que gobiernan la relación entre el gobierno y los maoríes, a las tribus de dicha etnia se les prometieron amplios derechos para mantener sus tierras y proteger sus intereses a cambio de ceder la gobernanza a los británicos. El proyecto de ley especificaría que esos derechos deberían aplicarse a todos los neozelandeses.
La iniciativa cuenta con escaso apoyo y es poco probable que se convierta en ley. Sus detractores afirman que provocaría discordia racial y trastornos constitucionales, y miles de neozelandeses están recorriendo el país esta semana para protestar en contra.
A pesar de su impopularidad, la iniciativa fue aprobada en su primera votación el jueves debido a una peculiaridad del sistema político de Nueva Zelanda que da a los partidos pequeños una influencia desproporcionada. También refleja la inquietud entre algunos neozelandeses por un progreso más rápido en los últimos años hacia el cumplimiento de las promesas hechas a los maoríes cuando el país fue colonizado.
Un tratado firmado hace 184 años provoca un nuevo debate
Durante décadas después de que se firmara el Tratado de Waitangi, las diferencias entre los textos en inglés y maoríes, y las violaciones por parte de los gobiernos de Nueva Zelanda, intensificaron la privación de derechos de ese grupo nativo.
Para mediados del siglo XX, el idioma y la cultura indígenas habían disminuido, gran parte de las tierras tribales habían sido incautadas y los maoríes se encontraban en desventaja en todos los indicadores. A medida que el movimiento de protesta indígena se intensificó en la década de 1970, los legisladores y los tribunales comenzaron lentamente a dilucidar lo que entendían que el tratado prometía a los maoríes: asociación con la corona, participación en la toma de decisiones y protección de sus intereses.
"Lo que todos estos principios tienen en común es que otorgan a los maoríes derechos diferentes de los que gozan otros neozelandeses", dijo el jueves David Seymour, líder del partido libertario minoritario ACT y autor de la iniciativa de ley.
Para aquellos que han defendido el tratado, ese es el meollo del asunto. El trabajo ha involucrado acuerdos de tierras por miles de millones de dólares, la adopción del idioma maorí, representación garantizada en el gobierno central y local, y políticas para revertir las marcadas inequidades que los pueblos indígenas aún enfrentan.
Pero Seymour, quien pertenece a la etnia maorí, dijo que ninguna ley o tribunal había resuelto definitivamente una definición de los principios del tratado, y eso había causado división. Su iniciativa de ley llenó "un silencio que este Parlamento ha dejado durante cinco décadas", dijo.
Legisladores votan por una iniciativa de ley a la cual se oponen
El primer ministro Christopher Luxon no está de acuerdo, pero su partido votó a favor de la iniciativa de ley el jueves para cumplir el acuerdo político con Seymour que le otorgó el poder a Luxon. Sin suficientes escaños para gobernar después de las elecciones de octubre pasado, Luxon buscó apoyo de dos partidos minoritarios, incluido el ACT de Seymour, que ganó menos del 9% de los votos, a cambio de concesiones políticas.
Luxon le dijo a Seymour que su partido votaría a favor de la iniciativa de ley una vez, mientras prometía públicamente que no avanzaría.
Los principios del tratado han sido negociados y debatidos durante 184 años, dijo Luxon a los periodistas el jueves, y era "simplista" que Seymour insinuara que podrían resolverse "de un plumazo".
Los legisladores del gobierno pronunciaron discursos incómodos en el Parlamento y explicaron que se oponían a la iniciativa de ley antes de votar a su favor, en medio de abucheos de los oponentes, quienes exigían que rompieran filas. Luxon se salvó de eso; dejó el país para la reunión de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) horas antes de la votación.
Su negociación política suscitó el desprecio de los legisladores de la oposición.
Una respuesta cargada de indignación
"¡Das vergüenza, David Seymour!", rugió Willie Jackson, un veterano legislador maorí. "¡Das vergüenza por lo que estás tratando de hacerle a esta nación!".
Jackson fue expulsado de la cámara de debate por el presidente Gerry Brownlee por llamar mentiroso a Seymour.
"Ustedes son cómplices del daño y la división que esto representa", dijo Rawiri Waititi, un legislador de Te Pati Maori, un grupo indígena, dirigiéndose a todos los que votaron a favor de la iniciativa.
"Si votas por esta iniciativa de ley, esto es lo que eres", dijo la lideresa del partido Verde, Chloe Swarbrick, a los legisladores de Luxon.
Nadie se desvió de sus votos planeados y la iniciativa de ley fue aprobada. Pero no antes de un último punto álgido.
Un insólito estallido de protesta
Cuando se le preguntó cómo votarían los legisladores de su partido, Hana-Rawhiti Maipi-Clarke de Te Pati Maori se levantó y comenzó un haka resonante, un cántico rítmico maorí de desafío, que se intensificó hasta convertirse en un rugido cuando primero los legisladores de la oposición y luego los espectadores en la galería pública se unieron.
Un irritado Brownlee no pudo calmar el alboroto mientras los oponentes se acercaban al asiento de Seymour. La transmisión en vivo de los procedimientos del Parlamento fue interrumpida y Brownlee ordenó que se retirara al público antes de que se reanudara la votación.
Suspendió a Maipi-Clarke, de 22 años, del Parlamento por un día.
La iniciativa de ley avanzará a un proceso de presentación pública antes de otra votación. Seymour espera un gran apoyo para cambiar la opinión de Luxon sobre vetarlo.
La propuesta pronto agitará nuevamente el Parlamento. Se espera que miles de manifestantes lleguen a la capital, Wellington, el martes, para lo que probablemente será una de las mayores marchas en torno a las relaciones raciales en la historia de Nueva Zelanda.