TORONTO (AP) — La ministra de Finanzas de Canadá, Chrystia Freeland, la ministra más poderosa y leal del primer ministro Justin Trudeau, anunció el lunes que renunciará al gabinete en un momento en que Trudeau lidia con un desplome de su popularidad.
La medida sorprendió al país y generó dudas sobre cuánto tiempo más podrá permanecer Trudeau en el cargo.
Freeland, quien también fue viceprimera ministra, dijo que Trudeau le comunicó el viernes que ya no deseaba que continuara como ministra de Finanzas y que le ofreció otro cargo en el gabinete.
Pero ella sostuvo en su carta de renuncia al primer ministro que el único "camino honesto y viable" era dejar el Gabinete.
"Durante las últimas semanas, usted y yo hemos estado en desacuerdo sobre el mejor camino a seguir para Canadá", escribió Freeland.
Freeland y Trudeau discreparon sobre unas vacaciones fiscales de dos meses y cheques de 250 dólares canadienses (175 dólares) para los canadienses que fueron anunciados recientemente.
Freeland subrayó que Canadá está lidiando con la amenaza del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles generalizados del 25% y debería evitar "trucos políticos costosos" que "no puede permitirse".
"Nuestro país enfrenta un serio desafío", afirmó Freeland en la carta. "Eso significa mantener nuestra pólvora fiscal seca hoy, para que tengamos las reservas que podríamos necesitar para una próxima guerra arancelaria".
Trudeau ha dicho que planea liderar al Partido Liberal en las próximas elecciones, pero hay algunos miembros del partido que no quieren que se postule para un cuarto mandato. De momento no queda claro qué implicaciones tendrá la renuncia de Freeland del Gabinete para el futuro inmediato de Trudeau.
"Esta noticia me ha afectado mucho", dijo sorprendida la ministra de Transporte, Anita Anand, que añadió que necesitaba digerirla antes de hacer declaraciones al respecto.
Ningún primer ministro canadiense en más de un siglo ha ganado cuatro mandatos consecutivos.
Las elecciones federales deben realizarse antes de octubre. Los liberales tendrán que depender del apoyo de al menos un partido importante en el Parlamento, ya que no cuentan con una mayoría absoluta por sí solos. Si los Nuevos Demócratas de la oposición retiran su apoyo, las elecciones se podrían llevar a cabo en cualquier momento.
Trudeau canalizó el poder estelar de su padre en 2015, cuando reafirmó la identidad liberal del país después de casi 10 años de gobierno del Partido Conservador. Pero el hijo del difunto primer ministro Pierre Trudeau ahora enfrenta grandes problemas. Los canadienses han estado frustrados por el aumento del costo de vida y otros temas como el aumento de la inmigración después de la emergencia del país de la pandemia de COVID-19.
Freeland señaló en la carta de renuncia que los canadienses "saben cuándo estamos trabajando para ellos, e igualmente saben cuándo estamos centrados en nosotros mismos. Inevitablemente, nuestro tiempo en el gobierno llegará a su fin. Pero cómo enfrentamos la amenaza que enfrenta nuestro país nos definirá por una generación, y quizás más tiempo".
La renuncia de Freeland se produce cuando Trudeau trata de reclutar a Mark Carney para que se una a su gobierno. Carney es el exjefe del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá.
Fue tan bien considerado después de ayudar a Canadá a esquivar lo peor de la crisis económica global que el Reino Unido lo nombró el primer extranjero en ocupar el cargo de gobernador del Banco de Inglaterra desde su fundación en 1694.
Carney ha estado interesado desde hace tiempo en entrar en la política y convertirse en líder del Partido Liberal. De momento se desconoce si Carney ha aceptado unirse al Gabinete de Trudeau.
"Esto es toda una bomba", afirmó Nelson Wiseman, profesor emérito de la Universidad de Toronto. "Freeland no sólo fue ministra de Finanzas sino también viceprimera ministra y, hasta hace un par de años, era considerada la heredera de Trudeau como líder liberal y premier".
Wiseman explicó que las filtraciones de la oficina del primer ministro de que ella era una mala comunicadora hicieron que el estatus de Freeland fuera cuestionable.
"Se habló de que volviera a ser ministra de Relaciones Exteriores y eso habría sido una buena opción para ella, pero la puñalada por la espalda de la oficina del primer ministro echó la suerte", resaltó Wiseman.