Chilpancingo, Gro.- Este domingo, Chilpancingo amaneció sitiado. El Palacio de Gobierno y todo su perímetro fue resguardado por murallas metálicas, ballenas de concreto; carros blindados, reforzaron los accesos. Decenas de policías y soldados de la Guardia Nacional (GN) lo vigilaban detrás de rejas, otros más desde los techos.
El Palacio y sus alrededores eran escenario para un combate.
Lo mismo ocurrió en las instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE), decenas de soldados de la Guardia Nacional con equipo antimotín se mantuvieron vigilando el edificio. Ni el inclemente sol los inmutó.
Desde muy temprano corrió la versión: normalistas de Ayotzinapa arribarían a la capital en varios autobuses para protestar. Tenía sentido. La noche del sábado, los estudiantes tomaron dos patrullas de la Guardia Nacional, retuvieron a diez soldados y después quemaron las unidades.
Fue la primera protesta tras el sepelio de su compañero, Yanki Khotan Peralta Gómez, a quien un policía le dio un balazo que le explotó la cabeza.
Desde la noche del pasado sábado hirvieron los mensajes que advertían que los estudiantes normalistas protestarían este domingo y que -casi, casi- arrasarían con todo lo que se toparan.
Estos mensajes crearon zozobra y Chilpancingo amaneció con casi todas sus tiendas cerradas, con pocos autos en las avenidas. A la expectativa.
En Palacio de Gobierno, las murallas, las ballenas de concreto, las camionetas blindadas, dejaron sin paso a los pobladores. De hecho, así están desde la mañana del viernes, pero este domingo las reforzaron.
A la una de la tarde, el rumor se concretó, dos autobuses llenos de normalistas de Ayotzinapa arribaron a Chilpancingo. De uno de los camiones, se bajaron tres normalistas, se dirigieron a la escalera que dan al estacionamiento del centro comercial. Ahí los esperaba el secretario general de Gobierno, Ludwing Marcial Reynoso Núñez y el director de Gobernación, Francisco Rodríguez Cisneros.
El encuentro duró 10, tal vez, 15 minutos. Y las dos partes se retiraron. Después de la reunión, la capital respiró, comenzaron a abrir las tiendas, los centros comerciales.
Sin embargo, en Palacio de Gobierno siguieron las murallas y no piensan quitarlas. Este lunes no trabajarán y el lugar seguirá siendo una trinchera.