CHILPANCINGO, Gro., diciembre 7 (EL UNIVERSAL).- Tardaron 53 años para que los cinco campesinos que fueron asesinados por Ejército en comunidades del municipio de Ajuchitlán del Progreso, durante la persecución contra el líder guerrillero, Lucio Cabañas Barrientos, volvieran con sus familiares.
Los familiares de los cinco campesinos recibieron los restos de sus parientes en el Servicio Médico Forense (Semefo) y después los trasladaron a la puerta de la 35 Zona Militar, en Chilpancingo para exigir justicia.
En el Semefo pasaron diez horas patrocinadas por la burocracia. Desde muy temprano esperaron a que personas de la Fiscalía General del Estado (FGE) se los quisiera entregar.
Los cadáveres que recibieron fueron el de Apolonio Hernández Bernardino, José Isabel Rojas Bernardino, Gervacio Bernardino Durán, Bartolo Rojas Nazario y Pablo Rojas Terán, un adolescente de 14 años.
Los cinco fueron exhumados de fosas clandestinas ubicadas en las comunidades de Los Espadines y Las Desdichadas en el municipio de Ajuchitlán, en la parte que colinda entre la región de la Costa Grande y la Tierra Caliente.
Los restos fueron exhumados el septiembre del 2023 y trasladados a la FGE para su identificación genética. Esa vez, exhumaron siete cadáveres, pero en esta ocasión sólo entregaron cinco.
De acuerdo con el relato de sus familiares, los cinco fueron asesinados por militares en julio de 1971, cuando el Ejército emprendió una persecución contra Lucio Cabañas quien fundó el Partido de los Pobres y la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, desde donde lanzó su guerrilla.
A estos cinco, el Ejército los asesinó porque acusó al pueblo de ayudar a Lucio Cabañas.
En esa persecución, el Ejército asesinó y desapareció a cientos de personas que hasta ahora, después de 50 años, siguen sin aparecer. También los militares arrasaron con pueblos completos, los acosaron y los avasallaron para "impedir" que apoyaran al profesor rural, Lucio Cabañas.
De acuerdo con distintos estudios, el periodo denominado Guerra sucia, fueron desaparecidas más de 600 personas.
Este 2 de diciembre, se conmemoraron los 50 años de la caída en combate del profesor Lucio Cabañas en la cañada de El Otatal, en la sierra de Tecpan.
En este caso, fueron los propios familiares en compañía de colectivos de familiares de desaparecidos quienes localizaron las fosas clandestinas. Según los relatos, la vez que los masacraron, los militares obligaron a las mujeres a cavar las fosas clandestinas.
Los familiares afirmaron que además de los siete cadáveres exhumados hay más porque en la represión fueron asesinados por lo menos 13 campesinos.
Tras la entrega, los familiares trasladaron los ataúdes a la 35 Zona Militar, los colocaron casi en la puerta y exigieron justicia.