CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, dijo el jueves que confía en que se puede evitar una guerra arancelaria con Estados Unidos.
Sin embargo, su declaración, hecha un día después de sostener una llamada telefónica con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no dejó claro quién había ofrecido qué.
"No va a haber potencial guerra arancelaria", afirmó Sheinbaum categóricamente cuando se le preguntó sobre el tema en su conferencia de prensa matutina.
El miércoles, Trump escribió que Sheinbaum había acordado detener la migración no autorizada a través de la frontera hacia Estados Unidos. Ella escribió el mismo día, en sus cuentas de redes sociales, que "se atiende a las personas migrantes y a las caravanas previo a que lleguen a la frontera".
Pero no está claro si eso fue una promesa, un compromiso o simplemente una descripción de la realidad. En los últimos años, los migrantes que no han podido obtener permiso para cruzar México se han unido en caravanas para caminar o viajar de dedo al norte, hacia la frontera de Estados Unidos, buscando una mayor seguridad al viajar en grandes grupos.
De hecho, aparte de las primeras caravanas en 2018 y 2019 —a las cuales se les proporcionaron autobuses para recorrer parte del camino hacia el norte— ninguna caravana ha llegado nunca a la frontera caminando o viajando de dedo de manera cohesiva.
Durante años, la policía mexicana y los agentes de migración han bloqueado, hostigado o les han impedido viajar de dedo a las caravanas de migrantes. Éstas también han sido frecuentemente apresadas o devueltas a áreas cercanas a la frontera con Guatemala. Por lo tanto, la declaración de Sheinbaum parece reflejar una realidad que ha estado vigente durante algún tiempo.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo el jueves que esperaba que Trump reconsiderara su plan de imponer aranceles a México y Canadá, diciendo que podría "arruinar" las relaciones con sus aliados cercanos.
"Espero que lo reconsidere. Creo que es algo contraproducente", dijo a la prensa en Nantucket, Massachusetts.
Anteriormente, Trump amenazó con imponer aranceles de 25% a las importaciones procedentes de México y Canadá hasta que esos países detuvieran satisfactoriamente la inmigración no autorizada y el tráfico de drogas ilegales, como el fentanilo, hacia Estados Unidos. También dijo que las importaciones chinas enfrentarían aranceles adicionales de 10% hasta que Beijing tomara medidas enérgicas contra la producción de materiales utilizados en la fabricación de fentanilo.
A pesar de la confianza de Sheinbaum —que describió la conversación telefónica con Trump como "excelente"— a muchos mexicanos les preocupa que los aranceles estadounidenses puedan afectar una amplia gama de productos mexicanos representativos y amenazar economías regionales enteras.
En el occidente de México, ningún cultivo proporciona ingresos a tantos pequeños productores como el aguacate, y México es el principal proveedor de esta fruta en el mercado estadounidense. Pero a los productores, recolectores y empacadores de aguacates les preocupa que los consumidores estadounidenses, enfrentados a precios 25% más altos, simplemente dejen de consumir guacamole.
Y a principios de esta semana, Sheinbaum dijo que México preparaba una lista de aranceles de represalia si Trump seguía adelante con sus planes de imponer derechos de importación.
Si México, Canadá y China enfrentaran los aranceles adicionales propuestos por Trump sobre todos los bienes importados a Estados Unidos, eso podría equivaler aproximadamente a 266.000 millones de dólares en recaudaciones fiscales, cifra que no toma en cuenta ninguna interrupción en el comercio o actos de represalia de otros países.
El costo de esos impuestos probablemente lo pagarían las familias estadounidenses, los importadores y las empresas nacionales y extranjeras en forma de precios más altos o menores ganancias.