VALLE DE BRAVO, México (AP) — Otrora un sitio resplandeciente de descanso para los residentes adinerados de la Ciudad de México, Valle de Bravo es ahora una mancha que se contrae formada por agua cada vez más contaminada y planicies lodosas debido a la sequía, el traslado del líquido hacia la capital, la mala planeación y la ilegalidad.
Los vecinos comentaron el jueves que Valle —como se conoce al embalse desde la década de 1940— se está secando porque la Ciudad de México se rehúsa a arreglar las tuberías rotas que desperdician gran parte de su agua, y debido a la construcción incontrolada de presas privadas y cisternas por parte de vecinos recién llegados, sospechosamente ricos y poderosos.
En un país en donde el gobierno parece no escuchar y la violencia de los grupos criminales es común, los residentes y activistas sólo pueden limitarse a observar mientras su entrañable lago desaparece. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha hecho poco para solucionar el problema.
Moisés Jaramillo es uno de los operadores de embarcaciones turísticas que lleva años ganándose la vida llevando a pasear por el lago a los turistas menos adinerados (los ricos utilizan sus propios veleros).
"No hacen nada, su respuesta fue venir a intimidarnos", dijo Jaramillo de los funcionarios de la Conagua.
Se refiere a una medida que tomó la comisión la semana pasada, al colocar calcomanías de clausura en los muelles de los que zarpan las lanchas.
De hecho, cada vez es más difícil atraer a los turistas al lago, ya que ahora tienen que caminar unas decenas de metros sobre planicies lodosas en senderos improvisados de piedras, neumáticos y tablas para llegar a la nueva costa del lago, y a la vez soportar el tufo del agua cada vez más verdosa y marrón.
Claudia Suárez, que reside en Valle de Bravo, fue una de decenas de manifestantes que pararon el tráfico en una de las principales avenidas de la Ciudad de México en febrero, exigiendo que la Conagua actúe para atender el verdadero problema en una serie de tres lagos —conocido como Sistema Cutzamala— que abastecen a la capital del país con aproximadamente una cuarta parte de su agua.
"Si hay recursos se podrá empezar a reparar las fugas, sobre todo en Ciudad de México", dijo Suárez. "El 40% del agua que sale del Sistema Cutzamala se pierde en fugas. Esto es criminal".
El problema no sólo afecta a los operadores de embarcaciones más pobres. Como dice el título de una vieja telenovela mexicana, "los ricos también lloran".
"Valle de Bravo vive alrededor de esta presa y básicamente del turismo. El turismo ha bajado más o menos entre 50 y 60%", indicó Suárez, y añadió que "eso se convierte en una bola de nieve que alcanza a todos los niveles. Yo creo que hay una baja en el valor de las propiedades".
Valle de Bravo se encuentra a dos horas de la Ciudad de México. Es un paraíso para las familias más ricas de México, que se reúnen los fines de semana en "cabañas" de madera y cristal con vistas al lago o a imponentes bosques de pinos. Cenan en restaurantes de cinco estrellas y efectúan largos y lujosos almuerzos en jardines repletos de Hummers, BMW y cuatrimotos, cada vez más populares.
Esta semana, el embalse de Valle de Bravo estaba al 29,3% de su capacidad, frente al 52% durante la misma semana del año pasado. Funcionarios de la Conagua y de la capital mexicana han hecho caso omiso de las preocupaciones, diciendo que la capital ha acordado reducir temporalmente el suministro de agua a los más de 20 millones de residentes de la zona metropolitana de la Ciudad de México. Dicen que el problema se resolverá en junio, cuando se reanuden las lluvias estacionales en el centro del país.
Pero para Jaramillo eso no es cierto: el descenso en el nivel del agua se ha convertido en un problema permanente que amenaza la existencia misma del lago.
"El año pasado, aún cuando llovía, seguía bajando", observó Jaramillo.
Todo el mundo está de acuerdo en que, más allá de la sequía real de finales del año pasado, hay un problema subyacente. Desde la pandemia de COVID-19 ha habido un incremento enorme en la construcción de complejos de lujo con lagos privados para practicar esquí acuático y natación. Eso ha impedido que grandes cantidades de agua lleguen al embalse.
"Hay mucha retención, los ríos casi no traen agua ya, y muchas de esas presas (privadas) están llenas al 100%", dijo Suárez.
Jaramillo calcula que puede haber unos 400 lagos o estanques privados de distintos tamaños cerca del lago, y que ahora, incluso con la crisis del agua, se están construyendo 15 más.
Un arquitecto local, que pidió no ser identificado por motivos personales —construyó muchas de las casas de lujo que bordean al lago—, negó que los lagos y estanques privados, relativamente pequeños, sean el problema, e hizo notar que el volumen de agua que contienen es insignificante. Pero estuvo de acuerdo en que la extracción de agua para llevarla a la Ciudad de México es un problema enorme.
En cualquier caso, las autoridades dicen que necesitan que los residentes presenten quejas formales sobre estas presas y embalses privados.
Pero Valle de Bravo se encuentra en los límites de un área controlada por el despiadado cártel de la Familia Michoacana, y desde hace décadas los líderes de las bandas mexicanas tienen una afición por construir complejos de lujo para sí mismos en zonas elegantes predilectas de otros mexicanos adinerados.
Si uno pasa en automóvil frente a casas y condominios de acceso restringido, o ante restaurantes de lujo de la zona, no es inusual ver a individuos que podrían ser guardaespaldas de hombres de negocios adinerados, o sicarios de un cártel. Pero suele ser más sensato no preguntarles para quién trabajan.
"Conagua quiere que una persona física señale cada rancho. Eso es imposible", dice Jaramillo. "Una persona física no va a ir a señalar, porque no sabe qué tipo de persona es el dueño de estos condominios".