Cuando una bióloga, se especializa en evolución de las especies, en el comportamiento animal y además dedica su vida a estudiar a una especie tan cercana a nosotros como los chimpancés; sus observaciones y conclusiones serán sorprendentes y terriblemente realistas.
No hay duda, la ciencia ha confirmado con fósiles y comparaciones de ADN, que compartimos el 98.8% de genes con estos primates, que resultan ser nuestros primos. Ambas especies provenimos de un antepasado común, de hace siete millones de años, unas 280,000 generaciones atrás. En la naturaleza las formas, fisiología, hábitos y emociones en animales y también en los humanos no aparecen espontáneamente, son producto de una larga evolución, de cambios, adaptaciones mediante ensayo y error, de padres a hijos generación tras generación hasta llegar a los seres que vemos hoy, aparentemente adaptados a su medio natural. Todos los seres vivos somos producto de una larga historia de luchas por la vida.
? Somos Antropoides, y nuestras diferencias genéticas con los chimpancés gorilas y orangutanes, no van mucho más allá del 3%.
Durante esos millones de años las especie sucesivas, que llevarían al Homo sapiens, evolucionaron en caminar erguidos, cerebros grandes, habilidad manual, capacidades sociales jerárquicas complejas para vivir en grupos o tribus. Emociones como el amor maternal, filial, o la visión estereoscópica y a colores ya las traíamos evolucionadas desde los mamíferos y los primates que vivían en los árboles buscando frutos, decenas de millones de años antes.
Apenas en los últimos miles de años los humanos desarrollamos cultura y civilización, memoria escrita, tecnología y ciencia. Sin embargo, nuestro subconsciente o cerebro intuitivo siente que aún estamos en una tribu ancestral de recolectores cazadores en África. Esto lo explica muy bien el biólogo inglés Desmond Morris, en sus libros: “El Mono desnudo” y “El Zoo humano”. Somos un antropoide con inteligencia y buena memoria que ha acumulado conocimiento, pero por vanidad de líderes primates nos sentimos caciques soberanos del planeta, abusando como grandes tiranos de todas las demás especies. Destruyendo, con la mano en la cintura, lo que a la naturaleza le costó miles de millones de años construir.
Jane Goodall estudio Etología (Comportamiento animal comparado) de los chimpancés durante casi setenta años, sin embargo, su animal favorito era los perros, «No terminan de gustarme los chimpancés, se parecen demasiado a los humanos, pueden ser oportunistas, interesados, abusivos y violentos entre ellos» comentaba en una entrevista. «Prefiero los perros que, por haber evolucionado en manadas desarrollaron lealtad, valor, amor incondicional a quienes consideran su familia».
? Para comprender a los animales todo biólogo debe estudiarlos en su medio natural. Aquí en la reserva de Gombe en Tanzania Jane Goodall vivió con chimpancés por más de 60 años.
Estos valores naturales en las manadas de lobos y perros no surgen naturalmente en los humanos, sino que tienen que ser enseñados y vigilados para no caer en abusos y contradicciones como ocurre en la sociedad actual, es decir, una sociedad humana ideal debe ser constantemente vigilada para que se comporte con los valores naturales en las manadas de cánidos.
Otra observación de Jane Goodall y Frans de Vaal en las manadas de primates es que disputas y agresiones son inevitables, pero también en ellas existe la conducta de reconciliación donde ambos individuos vuelven a ser amigos para poder enfrentar juntos los peligros de la naturaleza restableciendo el tejido social de su grupo.
? Uno no puede compartir la vida con un perro sin darse cuenta que un animal tiene personalidad, consciencia y sentimientos.
Se ha descubierto que todos los animales además de sentir emociones igual que nosotros también sueñan mientras duermen. Sobre esto recomendamos el libro del Dr. David Peña Guzmán de la U de San Francisco. “When animals dream” o “Que sueñan los animales”.
Los animales son individuos y no deben valorarse por su utilidad o función ecológica, desde el punto de vista de la naturaleza, simplemente tienen derecho a vivir como nosotros.
Jane Goodall no solo estudió a los primates, también defendió y luchó por los derechos de todos los animales. Formó una asociación que lleva su nombre y un programa de protección a la naturaleza por medio de la sustentabilidad, llamado “ Roots and Shoots” Donde enseña cómo todos podemos contribuir en preservar la naturaleza de nuestro único planeta.
A Jane no solo debemos recordarla con admiración y respeto, tenemos que continuar su trabajo, de comprender y proteger a los animales, de cuidar la naturaleza que es la única que tenemos. Ella hubiera querido que así fuera.