Hace tres millones de años, en las llanuras del gran continente que un día se conocería como África, muchos mamíferos evolucionaban hacia las formas actuales. Antílopes, cebras y gacelas apacentaban en las planicies de hierba; jirafas y elefantes ramoneaban las hojas de altas acacias espinosas y grupos de babuinos recorrían los pastizales en busca de raíces e insectos, incluso una especie de simio curioso que corría en dos piernas y lanzaba piedras a los buitres para robarles los restos de la caza de los leones. Toda llanura de pastos es un ecosistema diverso, duro y violento. Unas montañas al Oeste obstruían el aire húmedo del océano y las nubes que sobrepasaban la cordillera, producían lluvia solo algunas semanas al año. La antes exuberante selva tropical se había convertido en praderas de pastos estacionales con árboles de copa aplanada. Los animales tuvieron que adaptarse a este paisaje de cielos abiertos y horizontes lejanos, sin vegetación donde esconderse, donde presas y depredadores estaban casi siempre a la vista. Algunas especies se agruparon en manadas donde todos vigilaban; sus sentidos se desarrollaron al máximo y sus cerebros evolucionaron en complejidad e inteligencia al tener que procesar tanta información. En estas primitivas sociedades los animales aprendieron a comunicarse, con posturas, olores o sonidos; Y en sus mentes se les aparecía un mundo de imágenes y sensaciones diversas. Aparecieron nuevas emociones y sentimientos que los confundían, pero los impulsaban con una fuerza extraña. Fue en las llanuras donde se desarrollaron los instintos de manada; lealtad, empatía y vinculo grupal.
En los bosques abiertos y llanuras de la sabana africana, las especies se agruparon para protegerse, evolucionado en manadas donde todos vigilaban.
Con tantos espíritus incitándolos en sus mentes, varias especies se dispersaron más allá del horizonte. Por cientos de generaciones, diversas manadas atravesaron regiones enfrentando peligros, pero sin guardar las memorias, olvidadas en cada generación. No obstante, de alguna manera esas sensaciones permanecieron en el alma de los animales y sus descendientes, en ocasiones aun soñamos con hechos y lugares nunca visitados. Con el paso de milenios, esos primates bípedos africanos se convertirían también en viajeros y darían lugar a nuestra propia raza.
Representación de la tribu de “Lucy”, famoso fósil de Australopithecus afarensis.
Ancestro de los humanos que evolucionaron en las planicies africanas hace más de tres millones años.
Uno los primeros mamíferos que salió de África fueron los Proboscídeos, el orden de los elefantes actuales. Confiados en su gran tamaño, inteligencia y protección del grupo, se dispersaron buscando pastos y árboles más verdes. Con paso sereno y decidido, siempre guiados por una hembra vieja y experimentada, al igual que los elefantes actuales, familias extendidas de paquidermos atravesaron llanuras, ríos y montañas, llegando hasta las vastas regiones que se llamarían Asia y Europa. Las manadas que permanecieron en las tundras y estepas del norte, evolucionaron adaptaciones al frio, reduciendo el tamaño de sus orejas, rabos y desarrollando un pelaje muy grueso. Mastodontes y luego mamuts lanudos poblaron los valles de Europa alimentándose de hierbas con flores dulces y suaves que crecían a orillas de los torrentes de hielos eternos que cubrían las montañas. Hace dos millones y medio de años empezó el periodo Pleistoceno, la era del hielo. El agua de miles de nevadas sobre Norte América, Asia y Europa se solidifico en capas de hielo de kilómetros de espesor y el nivel del océano bajo más de cien metros ocasionando que los fondos someros del mar emergieran y sirvieran de puentes terrestres entre continentes e islas. Numerosas especies de animales pasaron de un continente a otro sin darse cuenta.
Mastodontes y Mamuts pasaron por Beringia, tierra emergida que sirvió como puente tras el descenso del nivel del mar.
Ocurrió un día de verano, cuando la primera familia de mamuts lanudos atravesó el puente terrestre de Beringia desde Siberia; llegando al continente que en el futuro se llamaría América. Sus descendientes, rodearon los glaciares y se dispersaron por Alaska y Canadá. Otras manadas se dirigirían al Sur y al cabo de milenios evolucionarían en el enorme Mamut de Columbia, con menos pelaje, innecesario en climas cálidos; descendieron por las llanuras de Norteamérica, hasta llegar al altiplano entre la Sierras Madre Oriental y Occidental de México. Se encontraron con ricos pastizales similares a las estepas de Asia y las llanuras de su olvidada África ancestral. Vieron que allí pastaban enormes manadas de bisontes, caballos, paleo camellos, veloces berrendos; con lobos enormes y felinos dientes de sable, pero los mamuts no temían a nadie. Los imponentes paquidermos pioneros colonizaron su propio nuevo mundo. Cientos de miles de años después, cuando los legendarios paquidermos ya no existieran, los descendientes de aquellos primates africanos, pondrían nombres a las cosas y lugares, descubrirían los huesos de grandes animales ya desaparecidos y se preguntarían sobre ellos…
(CONTINUARA EL PROXIMO LUNES).
Cap. Christian González Del Carpio.
gonzalez7063@hotmail.com