CIUDAD DE MÉXICO.- En medio del asfixiante calor que envuelve al territorio mexicano, nos encontramos ante una situación climática alarmante: la tercera ola de calor del año según el reporte más reciente de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Este fenómeno no es solo una anécdota meteorológica, sino un claro indicador de los impactos cada vez más severos de la crisis climática que enfrentamos a nivel mundial.
Las cifras hablan por sí solas: en la mayoría del país se esperan temperaturas que superarán los 30 ºC, con algunos estados enfrentando un calor sofocante que podría exceder los 40 ºC. Este no es un fenómeno aislado, sino parte de una tendencia global de olas de calor cada vez más frecuentes y extremas, cuyas raíces se entrelazan con la crisis climática que enfrentamos.
De acuerdo con National Geographic, con la reaparición del fenómeno climático natural conocido como El Niño añade un ingrediente adicional a este cóctel climático, intensificando aún más las condiciones extremas. En este contexto, la Organización Meteorológica Mundial advierte que incluso si logramos reducir significativamente las emisiones, las olas de calor seguirán siendo una preocupación hasta al menos el año 2060.
El impacto de esta ola de calor en México es grave y diverso. Más allá de las altas temperaturas que ponen en riesgo la salud de la población, se observa un aumento en la demanda eléctrica, lo que ha provocado apagones masivos en algunas zonas del país.
Además, los incendios forestales, el deshielo acelerado y otros fenómenos extremos son consecuencias directas de este clima desestabilizado.
Aunque se pronostican lluvias en algunas regiones, el alivio será temporal y no resolverá los problemas de fondo.