Acapulco, Gro.- En Acapulco una lluvia con vientos es suficiente para atraer el recuerdo de “Otis”, el huracán que llegó al puerto con categoría 5 la noche del 24 de octubre de 2024 y destruyó a una ciudad que no estaba preparada para su impacto.
La morfología de la ciudad sigue marcada por “Otis”. Aún hay postes de energía eléctrica caídos, hoteles en reparación, edificios abandonados, embarcaciones hundidas, 31 personas desaparecidas —la mayoría marineros— y el luto por las 51 que fallecieron. Hay miedo colectivo.
“Ahorita tenemos esa bronca de que viene algún fenómeno y todos nos alteramos”, dice el capitán Lorenzo Esteban Hernández Chavarría, “El Rudo”, quien sin información de la magnitud del meteoro que venía lo enfrentó desde su embarcación, el yate Black Tuna. Fue de los pocos que vivió para contarlo.
La ciudad quedó muy frágil, el 23 de septiembre otro huracán, John, lo confirmó. Cinco días de lluvias colapsaron de nuevo a Acapulco: zonas completas se inundaron, cerros se deslizaron, los ríos y arroyos se desbordaron. Miles de familias damnificadas y, según las cifras oficiales, 15 personas murieron. Esta vez, la lluvia se llevó lo que el viento de “Otis” dejó hace un año.
Miles de familias y comerciantes que comenzaban a levantar sus hogares, sus locales, perdieron todo.
En el último año, Acapulco ha estado en reconstrucción constante, una tras otra reconstrucción, una reconstrucción infinita. Eso ha provocado una contracción en casi todas sus actividades, sobre todo en el turismo, del que depende económicamente la ciudad.
La recuperación ha sido muy lenta, la ciudad no está lista para recibir a tantos turistas como requiere. Es lenta porque las ayudas oficiales no fueron suficientes y todo se encareció.