8M/21

“Me aventuraría a decir 

que Anónimo, que tantos 

poemas escribió sin firmarlos, 

era a menudo una mujer”.

Virginia Woolf: ser mujer y escritora

Mi hoja en blanco se llena de nombres escritos sobre vallas que amurallan un palacio. Sobre flores en lápidas, azoteas, camellones o veredas

La lista es infinita como las lágrimas de padres y madres, hermanos, abuelas e hijas que padecen la ausencia de una mujer por causas violentas.

Mi página en blanco necesita ser llenada con palabras que concilien y den esperanza. Con frases emitidas por hombres y mujeres que no soportan ya, una cifra creciente en las estadísticas que las registran.

Mi página en blanco se llena del nombre de todas las mujeres que vivieron para que yo lo hiciera. Se llena con el nombre de hermanas, amigas, compañeras, hijas, conocidas y desconocidas que solicitan se les tienda la mano.

Mi página se llena de grandes mujeres que han perdido la vida o la han transitado buscando que este país sea un lugar justo para todas nosotras. También con el nombre de mujeres sencillas que habitan en cualquier colonia o en cinturones de miseria, sometidas a la fuerza de algún hombre que las amedrenta y las esclaviza.

Esta página admite los nombres de todos los hombres que buscan a sus hermanas, a sus compañeras o hijas en parajes desolados, en manchas urbanas o en otras geografías.

Esta página lleva mi nombre en nombre de las que ya no pueden escribir el suyo, de todas las que por miedo no gritan al aire aquél que se les dieran al nacer.

Mi página es una oración, es una plegaria, un lamento, pero también un señalamiento. 

Mi página pretende acompañar y mitigar la pena de otras muchas que en carne propia lo sufren y lo viven.

Hoy desde mi pluma acompaño a cada mujer que ha sido víctima de la violencia en este país, esperando que llegue el día y la persona, que abra su corazón para escuchar el lamento de un país que sufre con ellas y por ellas.