El señor López ha demostrado su pericia matemática, haciendo gala de magistral manejo de las cuatro operaciones básicas, suma, resta, multiplicación y división. Veamos por qué.
La suma consiste en reunir en una sola varias cantidades. Así, López, día con día, suma insultos, errores y desaciertos. Cada mañana, en su conferencia de prensa, arremete contra quienes no comparten su borrosa y tergiversada visión de un México que solo él y algunos de sus fieles insisten en ver, sumando agravios y denostaciones.
Cada nuevo día, suma voces que le llaman a la cordura, a rehacer algunas decisiones y a limitar sus exabruptos. Ninguna atención le merecen.
La resta es lo contrario a la suma y tiene por objeto que, dada la suma de dos números y uno de ellos, hallar el otro. Mientras la suma acumula, la resta quita.
Así, López se empeña en quitar credibilidad a México como país propicio a la inversión; quita la posibilidad de progreso y mejoramiento nacional, a partir de restar presupuesto a áreas básicas de la formación y la educación; quita la tranquilidad a la economía y quita la certeza en la ley y las instituciones pues, a la manera de Varguitas en la inolvidable película de La Ley de Herodes, le quita a la Constitución lo que no le gusta, gracias a sus corifeos legislativos y, hay que decirlo, a los Diputados y Senadores del PRI y del PAN que exhiben, sin mayor decoro, su venalidad o su novatez, peligrosa para México cualquiera de las dos.
Multiplicar es encontrar el resultado de sumar un número tantas veces como indique otro.
López multiplica los riesgos, las pifias y los arrebatos. Cada día se le ve más obcecado y, en sus propias palabras, terco, empecinado en acumular a mayor velocidad la igualmente mayor cantidad de modificaciones a lo que, según su dogma, es el México del pasado, donde todo estaba mal; su soberbia se multiplica y lo hace también su deseo de venganza contra un México que varias veces lo despreció en las urnas y que hoy tiene, por fin, en sus manos, fruto más del descontento contra gobiernos anteriores que por convencimiento.
La división es la operación favorita de López; consiste en saber cuantas veces un numero está contenido en otro. Es, dicho de mejor manera, partir algo en partes, valga la expresión.
Así, López se empeña en partir a México, a separarlo, con su eterno estigma de “fifís” y “neoliberales”, palabras con las que designa a quienes tienen espíritu libre y crítico, que no son (somos, me incluyo) cautivados por su falso encanto y autoproclamada autoridad moral, de cuya ausencia ha dado ya prueba fehaciente el propio López.
Todos los días, López trata de marcar más la linea que separa familias, amigos, vecinos, conciudadanos, mexicanos. Sabes que dividir a la población le facilita las cosas.
¿Habrá lugar a la cordura, a que López recapacite y reencause correctamente las cosas?
Si alguien contesta que sí, lamento decir que yo tengo otros datos.
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