¿Códigos apocalípticos?

“Gárgolas decorativas”

París, quien no se ha enamorado en París o de París, muchos han hecho de esa bellísima ciudad sus sueños más atrevidos y románticos. El incendio en la catedral de Notre Dame pegó a muchos mexicanos, nos hizo evocar la ville de la lumiere, la ciudad de la luz, pero en forma dantesca, nuestra señora de París, pero también nuestra señora de Guadalupe que ahí se tiene un espacio para ella. 

Los incendios por alguna extraña razón siempre dejan en el colectivo una sensación de dolor, de compasión por que o quienes se ven devorados por el fuego. En otros países es una cuestión de primer nivel de seguridad y de educación desde muy temprana edad y los gobiernos invierten fuertes cantidades de dinero para su prevención y combate. 

Se estima por ejemplo que en el país vecino del norte, al año fallecen más de cuatro mil personas y más de veinticinco mil resultan lesionadas gravemente en incendios, de los cuales la gran mayoría eran prevenibles y con pérdidas monetarias de casi nueve mil millones de dólares anualmente. Tienen una agencia especial para desastres la FEMA, la Agencia para el Manejo de Emergencias que depende del U.S. Departament of Homeland Security, este primero de abril acaban de cumplir cuarenta años, apoyando a los sobrevivientes y las comunidades mediante tres mil declaraciones por emergencias, incendios y desastres mayores, para enfrentar el futuro y construir una nación más resiliente, según su página oficial https://www.fema.gov/es  

Nuestra cultura de autoprotección y de prevención de desastres es casi nula, tanto en lo particular como desde el gobierno, más allá de un Programa Nacional contra incendios forestales del gobierno federal, como si fuera lo único que se puede calcinar y de hecho parece ser que es lo que más dolores de cabeza provoca a varias entidades federativas. 

En su pagina www.cdi.gob.mx/difusion/incendios/incendios.html definen al fuego como la liberación y desprendimiento de energía en forma de luz y calor producido por la combustión de vegetación forestal cuya ignición no estaba prevista, lo que obliga a realizar su extinción, ya que un incendio forestal es la propagación libre y no programada del fuego sobre la vegetación en los bosques, selvas y zonas áridas y semiáridas.

Pero, más allá de los bosques y selvas hay todo un campo que no se ha cubierto ni prevenido, la catástrofe ante una contingencia, sea cual sea, ¿Qué hacer y qué no hacer? Ante una escenario que va más allá de la posición social, nivel cultural o sencillamente, como enfrentar “algo” que ni el gobierno esperaba. 

Mire Usted estimado lector, no quiero sonar catastrófico este jueves santo, pero, ¿cuál sería la conducta mexicana? Frente a: un incendio descomunal como los que se dan en California en las zonas suburbanas; una inundación en la huasteca como las que se dan en Sudamérica, un terremoto de escala ocho; una sequía como las de África; una epidemia biológica; un derrame de materiales peligrosos (liquida, solida o gaseosa); un desabastecimiento de alimentos a gran escala; incomunicación de redes satelitales y medios de comunicación convencionales; fallas generalizadas de la red eléctrica; tormentas de viento de 140 km/h; y bueno, ahí le dejo.

TAPANCO: Parece insólito lo anterior, pues no, es una tema de Seguridad Nacional y gobernabilidad, países de primer mundo tienen programas y leyes para lo “imprevisto” en un  desastre de magnitudes a nivel nacional, estatal o municipal. El Presidente Donald Trump, si el mismo, publicó el año pasado la Ley para la Reforma de Recuperación por Desastre, reconoce la responsabilidad compartida en la respuesta ante los desastres y en la recuperación posterior y tienen como objetivo aumentar la capacidad de la nación de enfrentar el próximo suceso catastrófico. https://www.fema.gov/es/ley-para-la-reforma-de-recuperacion-por-desastre-de-2018

Francisco.soni@uaslp.mx

Twitter: @franciscosoni