“Confiar en todos es insensato;
pero no confiar en nadie
es neurótica torpeza”.
Juvenal.
Les comentaba la semana pasada en la columna “Juicio de Película”, que dos temas eran de vergüenza para nuestro país: La nada judicialización de asuntos criminales de alto perfil en nuestro territorio y los famosos exámenes de control de confianza, que se practican a todo aquel hombre o mujer que quiera trabajar en las instituciones de seguridad, justicia y sistema penal, así, como a aquellos personajes de la administración pública que tengan directa o indirectamente que ver con asuntos de esa índole, o que simple y sencillamente manejan información sensible al respecto.
Genaro García Luna (quien inventó los exámenes de control de confianza, casualmente), así como todos los integrantes de su círculo más cercano, unos ya asesinados, otros de fuga y otros más en prisión, ¿Qué creen? Si, tiene razón, estaban APROBADOS en exámenes de control de confianza por el CISEN, la PGR y la propia Policía Federal. Y usted se preguntará, ¿Eso que significaba? Pues, que los resultados aprobatorios de control de confianza demostraban ser la herramienta importante para valorar el ingreso, la permanencia y promoción de toda la pandilla, como gente proba e inmaculada.
Ya que dichos exámenes, supuestamente, son la orientación en la toma de decisiones dentro del esquema de Desarrollo Policial, Pericial y Ministerial y bajo esa premisa, el resultado del proceso de evaluación de control de confianza no debe ser el único factor definitivo, la decisión de ingreso y permanencia, debería proceder del análisis de todos los elementos que aporten las áreas de control interno, recursos humanos, asuntos internos, control de confianza e investigación de las propias instituciones, así como la información contenida en el expediente laboral del evaluado, para ponderar el resultado de forma objetiva, imparcial y profesional, con la participación de todas las áreas implicadas en la contratación, supervisión del desempeño o evaluación de los integrantes.
Mire Usted, los exámenes de control de confianza practicados por Centros Estatales de Control de Confianza que a su vez dependen de un Centro Nacional de Certificación, para ingreso, promoción y permanencia, no son para nada averiguaciones previas o carpetas de investigación del orden criminal, para detectar a criminales en potencia, infiltrados, futuros corruptos, psicópatas o sociópatas. Deberían ser Centros de Evaluación de perfiles para puestos, desgraciadamente, no es así. Aprobado, No aprobado y Aprobado con Restricciones, son los resultados que otorgan, la subjetividad de los resultados ha propiciado una lluvia de amparos a nivel nacional. Los aprueban quienes no deberían de aprobarlos y los que no aprueban, las más de las veces eran hombres y mujeres valiosos. Hay a quienes se les dispensa, hay otros en que la instrucción es aprobarlos, y los más, hay que aprobarlos por órdenes de arriba, porque casi no hay candidatos para ser policía, custodios y fiscales.
TAPANCO: Sin un esquema anti recomendados y de amiguismo, que sea claro y trasparente de perfiles de puesto, focalizado, más un análisis de riesgo, los exámenes de control de confianza serán dudables y de vacilada relativa. Por otro lado, sin una precisa identificación de riesgos, en atención a la categoría jerárquica, acceso a información privilegiada o confidencial, grado de responsabilidad, mando o decisión será muy difícil
que fiscales, jefes de policía, titulares de centros de readaptación, etc., sean confiables. Otro gran inconveniente, están supuestamente certificando confianza de personas y las instituciones a las que van a trabajar son estructural y sistemáticamente corruptas.
@franciscosoni