El tema central de esta semana en el mundillo de la política potosina, fue la conformación y el registro de las alianzas partidistas encaminadas a contender el próximo año por la gubernatura del estado. Una, integrada por MORENA, PT, PANAL, y PV; la otra, impensable hace todavía tres años, fue conformada por PAN, PRI, lo que queda del PRD, y nada más porque como patiño es divertido, Conciencia Popular.
A los actuales dirigente panistas no les importa si Calderón Vega, Elorduy García, Gómez Morín, González Luna, o Herrera y Lasso se retuercen en sus tumbas frente a la afrenta, antes bien, seguro suponen que sus padres fundadores aplaudirían el sacrificio con tal de echar al anticristo comunista de palacio nacional; pero por otro lado acaban confirmándole a la ciudadanía que aporta el voto cuantitativo, el dicho de López Obrador: si existía y existe el PRIAN.
Creo que nadie, al menos no los que nacimos con el PRI todopoderoso ocupando la presidencia imperial, pensamos en ver una alianza antinatural entre estos partidos antagónicos en apariencia, pero en la realidad beneficiados permanentemente con las mieles del erario, al menos desde la década de 1990, para acá; antes de esos años, con todo y que fuera de derecha radical, Acción Nacional representaba una oposición decente y honorable. Hoy ni derecha, ni decente, ni honorable.
En el caso de la otra alianza partidista resulta aberrante y repulsivo, que el partido que representa la esperanza moral de México haga alianzas con un partido dirigido por el delincuente de Ricardo Gallardo. A quien ya los morenistas locales y nacionales han comenzado a mostrarle su rechazo. Mucho abona en estos comentarios, opiniones como la del notorio notario Eduardo Martínez Benavente.
En realidad, creo que todos los potosinos estamos de acuerdo en que Ricardo Gallardo (en cualquiera de sus dos presentaciones) es un impresentable.
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Pero miren ustedes, ya que menciono impresentables, también sería conveniente mencionar indignidades, ya que nadie nos explicaríamos por qué el alcalde Francisco Xavier Nava Palacios acepta contender en una alianza en la que iría también como abanderado del partido que persiguió, denostó, encarceló, y vejó a su abuelo.
Por otro lado tampoco le quedaban muchas opciones, él se ocupó de ir destruyendo los puentes que le tendieron otros partidos, incluido el oficial; sus alianzas con personajes como Javier Corral y Emilio Álvarez-Icaza, o como el ahora acorralado Emilio Zebadúa –su padrino–le volvieron también impresentable para el morenismo local y nacional. Lástima, porque hace tiempo hubiera encontrado buena aceptación, y ahorita lo más seguro es que no tuviera que andar mendigando partido o licencias.
Y es que se cosecha lo que se siembra, y Nava sólo ha sembrado altanería y arrogancia por donde transita; el salitre, le dicen algunos, carcome todo espacio en el que se mete.
Podrán decir quienes me leen, que exagero o que le tengo mala fe al pobrecito alcalde, pero no van por ahí las cosas, simplemente escribo lo que se ve y percibe en la opinión pública. Si no de qué otra forma podemos explicar que el Cabildo no acceda –al menos no hasta ayer, hoy veremos qué ocurre– a autorizar su licencia para concentrarse a sus actos de precampaña.
La realidad es ésta: Nava no ha tratado bien a los regidores de Acción Nacional, y éstos han decidido obstaculizarlo, o por lo menos hacerlo sudar un rato, calenturas ajenas y propias. De los regidores gallardistas no hablemos, porque con ellos trae pleito jurado.
A esto se suma que Navita se ha encaprichado en dejar como su sustituto al regidor Alfredo Lujambio, quien –regresando al tema de la arrogancia– le dice quítate que ahí te voy. En este tema, precisamente, la cosa no es así de fácil, parece ser que quien debería ocupar la titularidad del Ayuntamiento en ausencia del maestro Xavier Nava Palacios, es la regidora azul Karina Benavides.
Vámonos entendiendo, para que le dieran la licencia que Navita busca, para ir a cachondearse con su precandidatura (porque la candidatura está medio dificultoso que la consiga), lo único que tiene es que acceder a que dejen de su suplente a una mujer, pero como se ha empecinado en sostener a su delfincillo, se niega a aceptar. Entonces, no obtendrá mayoría calificada, porque en la Alcaldía y en su visión como alcalde, no existe la perspectiva de género.
Según los criterios recientes de paridad vertical y horizontal, lo ideal es que pida licencia un varón, y su suplencia sea ocupada por una mujer, pero creo que como político no ha entendido nada. La decisión desde luego, y aquí acabarán entrando los alcances de los regidores panistas, seguro acabará siendo más política que jurídica. Así, mientras yo escribía esta columna –ayer viernes-, y usted la lee en las primeras horas de hoy sábado, seguro Nava se la pasará negociando.
De ser bloqueada la salida de Nava él puede iniciar acciones como precandidato, no está prohibido, lo que está prohibido es que distraiga recursos públicos para su precampaña, y su tiempo es un recurso público. No es un alcalde de ocho horas, como cualquier burócrata; es de 24 horas.
Queda, de cualquier forma, una salida digna para Nava (quien quiere dejar el Ayuntamiento en una época de crisis y de pandemia), que deje de soñar con la gubernatura, y corra a cobijarse con los colores de Movimiento Ciudadano, para tratar de reelegirse en la Alcaldía, al fin Govea no formó parte del pacto contra Morena, ya que por el PAN, está difícil que Rubén Guajardo deje de coquetear con ella.
Gracias por la lectura; nos leemos ahora que Nava tenga licencia.