¿Crimen justo?

En su cuenta de Twitter (@eledututor) el maestro (lo es en el más amplio sentido de la palabra) Eduardo Infante publicó en días pasados lo siguiente: “#FiloReto ¿Existen, como así afirma Antígona, ‘crímenes piadosos’, buenos crímenes?”, lo cual, no me queda duda, merece una profunda reflexión, acotada en esta columna por el espacio pero en espera de provocarla en los lectores.

La obra “Antígona” de Sófocles es una de las más famosas de la literatura griega antigua, y ha sido objeto de análisis y discusión por parte de filósofos, críticos literarios y estudiosos de la cultura clásica durante siglos. Uno de los temas más importantes que se exploran en la obra es el conflicto entre la ley humana y la ley divina, y cómo los personajes se ven atrapados entre estos dos sistemas de justicia.

La historia de Antígona es la de una joven que desafía la ley humana al enterrar a su hermano Polinices, a pesar de que su tío Creonte, el rey de Tebas, ha decretado que nadie debe hacerlo bajo pena de muerte. Antígona argumenta que está cumpliendo con su deber religioso y moral de enterrar a su hermano, y que la ley divina está por encima de la ley humana. Creonte, por su parte, argumenta que está defendiendo el orden y la estabilidad de la ciudad al castigar a aquellos que violen las leyes civiles. En este sentido, el rey considera que Antígona está cometiendo un crimen y que debe ser castigada por ello.

Esto plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la ley y la justicia.

En términos generales, la justicia, de entre muchos conceptos muy variados, podemos definirla como la búsqueda del bien común, que se alcanza mediante el respeto a las leyes y la promoción de la igualdad y la libertad. Sin embargo, en algunas ocasiones, la ley puede entrar en conflicto con la justicia, y es en estos momentos cuando surge la pregunta de si es justificable cometer un crimen en nombre de la justicia.

En el caso de Antígona, la protagonista argumenta que la ley de Creonte es injusta y que enterrar a su hermano es un acto de piedad filial que se debe realizar, independientemente de la ley del Estado. Desde este punto de vista, Antígona plantea una versión de la teoría del derecho natural, que sostiene que existen leyes universales que se encuentran por encima de las leyes positivas del Estado. En esta perspectiva, un crimen puede ser justificado si se realiza en aras de una ley superior que busca la justicia y el bien común.

Sin embargo, Creonte sostiene que la ley del Estado es la única fuente de justicia y que, por lo tanto, la desobediencia civil es un crimen que debe ser castigado. Desde este punto de vista, un crimen nunca puede ser justificado, ya que viola el orden social y la autoridad del Estado. Creonte sostiene una versión de la teoría legalista, que sostiene que la ley positiva es la única fuente de justicia y que la desobediencia civil es una amenaza para la estabilidad del Estado.

¿Es justificable cometer un crimen en nombre de la justicia? Esto nos obliga a reflexionar sobre los límites del poder del Estado y la necesidad de defender los derechos fundamentales de los individuos. En última instancia, la respuesta a esta pregunta depende de la perspectiva ética y política que se adopte. 

¿Mi postura?, no hay crímenes que se justifiquen. La ley es un sistema de normas y reglas que deben ser obedecidas por todos los ciudadanos, y cualquier violación de estas normas es un acto ilegal que debe ser castigado. Por tal razón, debemos trasladar el problema de la justicia a las leyes mismas, de manera que se garantice en los procesos legislativos el que la ley responda de la mejor manera a este anhelo como fin del Estado, un verdadero “Estado de Justicia”.

Cierro esta columna con las palabras de mi estimado amigo José Elías Romero Apis: “La justicia triunfa o se derrota, fundamentalmente, por la manera como se adquiere o se defiende ese derecho”.

@jchessal