El pasado veintiuno de marzo se inauguró la central avionera de Santa Lucía, llamada por el gobierno Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, estrella de la narrativa de la transformación de cuarta, su cuento favorito.
León Felipe, ese extraordinario poeta del exilio español de letras duras y voz directa, tiene un poema que dice: “Yo no sé muchas cosas, es verdad. / Digo tan sólo lo que he visto. / Y he visto: / que la cuna del hombre la mecen con cuentos, / que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, / que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, / que los huesos del hombre los entierran con cuentos, / y que el miedo del hombre... / ha inventado todos los cuentos. / Yo no sé muchas cosas, es verdad, / pero me han dormido con todos los cuentos... / y sé todos los cuentos”.
Cuentos son los discursos de López, con los que mece la cuna de sus adormilados seguidores; cuentos son los discursos de sus funcionarios con los que callan los gritos de dolor de quienes sufren las consecuencias de sus políticas sanitarias, de provisión de medicamentos, de seguridad y de devastación económica; cuentos son con los que pretende seguir su imparable (al parecer) construcción de un régimen fascista, corrupto y autoritario.
La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) por parte de la voluntad irracional del “austero” mexicano que habita en un palacio, es el símbolo de su estilo de gobernar: nadie tiene razón mas que quien va de acuerdo con el; quien no, es conservador, corrupto, traidor a la patria y cuantos más adjetivos denostativos que le vengan a la mente o le susurren al oídos los múltiples richelieus que lo rodean y usan, en ocasiones, para sus propios fines.
Como parte de su empeño por militarizar al país, entregó la construcción del AIFA al ejército, como ha entregado en buena medidas las diferentes áreas estratégicas de la economía nacional. Así, a la base aérea de Santa Lucía ahora se le dice aeropuerto, sin serlo, pues sigue siendo un aeródromo civil, solamente.
El artículo 2° de la Ley de Aviación Civil, en su fracción VI, define al aeropuerto como el aeródromo civil de servicio público, que cuenta con las instalaciones y servicios adecuados para la recepción y despacho de aeronaves, pasajeros, carga y correo del servicio de transporte aéreo regular, del no regular, así como del transporte privado comercial y privado no comercial. En cambio, en la fracción II del mismo artículo se determina que un aeródromo civil es un área definida de tierra o de agua adecuada para el despegue, aterrizaje, acuatizaje o movimiento de aeronaves, con instalaciones o servicios mínimos para garantizar la seguridad de su operación.
Aunque el aeródromo se vista de aeropuerto, aeródromo se queda. Eso de que es aeropuerto, es un cuento.
Para justificar lo injustificable se alzan de cuando en cuando voces que no tienen la misma pinta de sus fajadores legislativos o mediáticos; es el caso del ingeniero Javier Jiménez Espriú, Secretario de Comunicaciones y Transportes en los arranques del actual sexenio quien, en su libro “La Cancelación. El Pecado Original de AMLO” trata de dar algunas explicaciones incompletas y parciales, tal y como lo reconoce en la contraportada de la edición, al señalar que “Por ello mi afán de ofrecer toda la información que considero relevante”; eso significa que, no da toda la información sino solo la que él, afiliado a las filas de López, consideró importante, quedando entonces la duda de todo lo que desestimó y si acaso ahí, tal vez estuvieran las razones que lo desmienten. Un libro que más parece construido por silencios que por palabras.
Sin embargo, hay una gran verdad que en el libro del ingeniero Jiménez; se trata del subtítulo que lleva: El pecado original de AMLO.
Tiene toda la razón el señor Jiménez: de acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica: “Adán y Eva transmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado, privada por tanto de la santidad y la justicia originales. Esta privación es llamada “pecado original. Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte, e inclinada al pecado (inclinación llamada ‘concupiscencia’)”.
Nunca mejor empleo del término “pecado original”, ingeniero. Y eso no es un cuento.
@jchessal