Nos enteramos por los medios de comunicación que el pasado 24 de marzo murió Gordon Moore a los 94 años. A pesar de que para una mayoría de personas su nombre no les resulte familiar, Gordon Moore tuvo, y sigue teniendo, una enorme influencia sobre la vida de todos nosotros. En efecto, Moore es reconocido como uno de los principales actores en la historia de los chips semiconductores, los cuales han posibilitado el desarrollo de las computadoras tal como las conocemos y de una miríada de artilugios, incluyendo los teléfonos móviles y la red Internet, que tanto han cambiado nuestro estilo de vida.
La historia del desarrollo de los chips semiconductores es fascinante y en sus primeras etapas tiene muchos episodios coloridos, particularmente aquellos en los que participó William Schockley, uno de los inventores del transistor a finales de la década de los años cuarenta. Schockley en algún momento fue jefe de Gordon Moore cuando este último iniciaba su carrera, y si bien ambos fueron actores de primera línea en el desarrollo de los chips, en muchos aspectos diferían marcadamente uno de otro. Pero vayamos al principio de la historia.
El origen de los chips semiconductores se remonta al mes de diciembre de 1947, cuando Walter Brattain y John Bardeen demostraron la operación del primer transistor en los laboratorios Bell de la compañía ATT en Nueva Jersey. Shockley, que en esos momentos era el jefe de Brattain y Bardeen, no participó directamente en el descubrimiento, lo que lo molestó profundamente. En su enojo trató de escamotear el mérito de Bardeen y Brattain, lo que era innecesario, pues Schockley era un físico extremadamente brillante, con grandes méritos que fueron clave para el desarrollo posterior del transistor.
A la vez que brillante Schockley era una persona muy compleja y con su actitud provocó la salida de Bardeen y Brattain de los Laboratorios Bell. Con el tiempo, Schockley mismo dejó la compañía y enfiló hacia la costa oeste de los Estados Unidos para fundar la empresa Shockley Semiconductor Laboratory al sur de San Francisco, con el propósito de fabricar transistores de silicio. Con esta acción, Schockley inauguró lo que posteriormente sería conocido como el Valle del Silicio.
Una vez establecido en California, Schockley se dio a la tarea de reclutar a investigadores de primer orden para llevar a cabo su proyecto. Uno de éstos fue Gordon Moore, a quien le fue encargado el desarrollo de silicio ultrapuro para la fabricación de transistores. Pronto, sin embargo, la compleja personalidad de Schockley hizo crisis y llevó a la salida de ocho de sus investigadores más brillantes, Gordon Moore incluido. Schockley consideró esta salida como una traición y bautizó a los investigadores que renunciaron como los “ocho traidores”.
Los “ocho traidores” dejaron la compañía de Schockley con un propósito bien definido: fundar la compañía Fairchild Semiconductors, dedicada a la fabricación de transistores y de chips semiconductores, en lo que se integraban un cierto número de transistores en una sola pastilla de silicio. Pronto, esta compañía floreció y ganó dinero vendiendo chips, mientras que la compañía de Schockley terminó por desaparecer.
Años más tarde, Gordon Moore y Rober Noyce -otro de los “traidores”- dejaron Fairchild para fundar la compañía Intel Corporation, que se dedicó a fabricar chips semiconductores para computadoras y otras aplicaciones. Moore primeramente fungió como vicepresidente de Intel y posteriormente como presidente, director ejecutivo y, finalmente, presidente del consejo de directores. Moore, no obstante, es sobre todo conocido por la llamada ley de Moore enunciada por Moore en 1965 y reformulada en 1975. la cual predice que el poder de cómputo de los chips semiconductores se duplicará cada dos años. Si bien la ley de Moore no es una ley física, sirvió a lo largo de los años para guiar el desarrollo de las compañías electrónicas. En particular, llevó a Intel a convertirse en una de las mayores compañías fabricantes de chips semiconductores del mundo.
Moore, con su visión empresarial, se convirtió en un multimillonario que donó 600 millones de dólares al Instituto Tecnológico de California y estableció una fundación altruista dotada con 5,000 millones de dólares para impulsar proyectos científicos y de conservación del medio ambiente. Shockley, por su parte, recibió el premio Nobel de Física, juntamente con Bardeen y Brattain, por su descubrimiento del transistor. Pero nunca se convirtió en el millonario que pretendía ser.