Hoy es día de San Luis Rey de Francia, el mismo que da nombre a un estado poliédrico y a una ciudad algo afrancesada y católica, pero también polivante y de amplios contrastes.
Visto desde esta época, el nombre puede resultar ajeno, hasta chocante. Ha habido solicitudes oficiales y verbales para que se cambie la nomenclatura. Su estatua se retiró de la Plaza de los Fundadores en marzo de este año, y aunque hay quienes lo toman como una victoria, la versión oficial es que la quitaron para darle una manita de gato. Recordemos que hubo críticas al monumento porque no tiene los “aditamentos” que caracterizan al santo según las pinturas de la época: en lugar de un orbe suele tener un cojín con una corona de espinas.
Ese adolescente francés fue coronado rey a los doce años, bajo la regencia de su madre, doña Blanca, tía de Fernando III, rey de Castilla y León, por cierto apodado el Santo por contribuir a la construcción de varias catedrales. Luis entró a una orden franciscana y se dice que administraba justicia personalmente oyendo a nobles y pobres por igual. Medió en el conflicto entre el papa Inocencio IV y el emperador alemán Federico II. También se dice que impuso en todo su reino las monedas acuñadas por él y limitó el poder de los señores feudales, a quienes prohibió las guerras locales y los reprimió cuando no se doblegaron. “Se cuenta que besaba los pies a los leprosos y que invitaba a comer a su palacio a mendigos que olían tan mal que los guardias llegaron a quejarse (y eso que ellos tampoco debían de oler a rosas)” (uv.es).
Como cristiano de hueso colorado, en 1244 el rey decidió responder al llamado del papa para liberar la ciudad de Jerusalén. Desoyendo a sus consejeros, armó sus tropas y se lanzó a las Cruzadas. Una primera epidemia (peste) derrotó a los franceses y fueron aprisionados. Tras su liberación, años después, regresó a Francia pero el gusanito seguía ahí. En 1267, Luis Rey volvió literalmente a la carga hacia Túnez, donde el sultán hizo la finta de aceptar la fe fe cristiana, pero al llegar los esperaban como en la película 300, y gracias a otra epidemia (disentería y tifoidea, parece) murió en 1270, el 25 de agosto.
Aunque las cruzadas (séptima y octava) fueron un fracaso (ahora sí que cruzazuleadas, por ser un acto de valor y fe que inicia bien, pero... ya saben), ese esfuerzo le valió el título de santidad. “Voltaire, uno de los padres del movimiento de la Ilustración, dijo de él: ‘no es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud’ (idem)”.
El nombre llegó aquí en 1592, cuando se funda la villa de San Luis Mexquitic, y parece que el año próximo cambiarán sus “fiestas patronales”, pues la Feria Nacional Potosina será en mayo, según anunció el gobernador del estado.
Por cierto, ayer fue día del lector en Argentina, buen pretexto para leer a “álguienes” de por allá. También se cumplió un año de que el tradicional barrio de San Miguelito está convertido en zona de guerra por la rehabilitación inconclusa que solo dejó calles polvosas y adoquines apilados en el jardín.
Y a propósito de efemérides, el pasado viernes empezaron las actividades conmemorativas del decimosexto aniversario del Centro de las Artes (Ceart) de San Luis Potosí, con la inauguración de las exposiciones “Lente y pincel”, con maravillosas fotografías de Kati Horna a Leonora Carrington, Edward James y otros personajes de la época, y la colectiva fotográfica “Tlahuilli”, que con el lema “reflexionar sobre la luz como símbolo de vida y conocimiento” presenta los resultados de la acción fotográfica convocada por grupo Abbaco en el marco del Día Internacional de la Luz 2024.
Por cierto, queda una semana para inscribirse en algunos cursos y talleres del Ceart, a ser parte de ese espacio pensado para todos y todas. Sus programas semestrales en artes plásticas, teatro, danza, nuevas tecnologías y en humanidades son coordinados por colegas de excelente nivel. Y les invito al Taller de creación literaria, a partir de este sábado. Habrá muchas actividades y publicaciones: hay que crear individual y colectivamente. Arte es acción.
Otras efemérides de índole personal: en agosto se cumplieron 18 años de mi blog Crimentales y en septiembre se cumplen 8 años de esta columna. Les invito a suscribirse a mi blog y agradezco las hasta mil visitas diarias a ese sitio.
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