De París a San Luis: sembrar futuro en plazas secas

Todo empezó con una historia en Instagram. Veía cómo París, una ciudad que durante décadas simbolizó cemento y tráfico, estaba transformando sus plazas secas en bosques urbanos vibrantes. Compartí esa historia y, casi ingenuamente, decidí enviarla a las cuentas oficiales del gobernador y del presidente municipal. La respuesta fue la que muchos ya imaginarán: ninguna. Silencio absoluto. Porque en este país, pareciera que el pueblo solo sirve en tiempos de elecciones, cuando se vuelve útil a cambio del voto.

Sin embargo, no quise dejar el tema ahí. Decidí recurrir a una herramienta distinta: la inteligencia artificial. Pedí a ChatGPT que diseñara lo que París ya está ejecutando, pero pensado para nuestra ciudad, San Luis Potosí. El resultado fue un plan a diez años que propone plazas sombreadas y frescas, corredores verdes que unan colonias, patios escolares convertidos en oasis climáticos, sistemas de captación de lluvia y arbolado con especies nativas resistentes al calor semiárido.

Conviene aclarar algo importante: las respuestas de ChatGPT no son absolutas ni definitivas. Trabajan con márgenes de proximidad a la información existente y a modelos de referencia. Eso significa que pueden contener aproximaciones generales o supuestos que requieren verificación técnica local. No es un plan cerrado ni perfecto, sino un borrador ciudadano, un punto de partida. Y aquí está lo más relevante: las autoridades sí cuentan con los recursos, la información y el personal especializado para validar, corregir o incluso superar lo que aquí se plantea. Podrían revisar la propuesta y convertirla en un proyecto oficial, adaptado a la realidad hidrológica, económica y social de San Luis.

Además, hablar de reverdecer nuestra ciudad inevitablemente nos lleva al gran tema pendiente: el agua. Mientras soñamos con plazas sombreadas, seguimos enfrentando cortes de suministro, pozos sobreexplotados y proyectos de trasvase que apenas parchan el problema. De poco sirve plantar árboles si no se acompaña de una estrategia hídrica clara: captación de lluvia en edificios públicos y privados, reuso de aguas tratadas para riego, sistemas eficientes de goteo y selección de especies nativas que requieran menos consumo. La crisis del agua no debe ser la excusa para seguir en el abandono, sino el motor para innovar y pensar en verde de manera responsable.

No se trata de importar bosques europeos a un valle semiárido, sino de elegir con inteligencia. El plan contempla especies nativas y adaptadas que han sobrevivido por siglos a nuestro clima: mezquites, huizaches, palo verde, sauces del desierto. Árboles de copa amplia y raíces profundas que, bien establecidos, requieren un consumo mínimo de agua. A ellos se suman arbustos y suculentas como agaves, nopales, sotoles o tepozanes, que además de belleza aportan resiliencia y biodiversidad. Ese follaje no busca tapar el cielo con densidad tropical, sino generar sombra estratégica y fresca, suficiente para bajar la temperatura del asfalto y dar alivio al peatón, con un gasto hídrico responsable y sostenible.

Si en París lograron plantar bosques urbanos en plena explanada del Ayuntamiento, ¿qué nos impide hacerlo en Fundadores, en la Feria o en nuestros barrios? No es falta de ideas, es falta de voluntad política. Mientras tanto, desde la ciudadanía podemos hacer lo que nos toca: proponer, empujar, imaginar otra ciudad posible. Aunque los mensajes directos a las cuentas oficiales se pierdan en la burocracia digital, la conversación sobre un San Luis más verde ya comenzó.

La propuesta de la que hablo existe; es real solo que demasiado extensa para una columna en el espacio periodístico.

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"No hay peor lucha que la que no se hace" y quedarse de brazos cruzados está fuera de mi naturaleza.

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