Desenlaces

‘Tan bien que íbamos y se nos presenta lo de la pandemia’, dijo el presidente en un franco anticipo de los engaños que planea para justificar los desastres que vienen. A su discurso no le faltarán culpables tanto internos como externos al país, y no sólo del pasado sino del presente y el futuro inmediato.

Hay aquí temas que pueden parecer muy técnicos o distantes de nuestra vida diaria, como es el caso del PIB (Producto Interno Bruto) con su crecimiento, estancamiento y caída o retroceso. De hecho, se asocia a las oportunidades reales de una mayor o menor calidad de vida, si bien a algunos políticos populistas no los convence.

El tema, fíjense, ha ganado actualidad y notoriedad por la tesis del presidente de que ese indicador no refleja lo que le interesa en cuanto a desarrollo y bienestar de la población. En parte tiene razón aunque nadie dice que deba tomarse como dato único de todo ello pues es la base principal para realizar otros esfuerzos e incorporar distintos elementos de distribución, satisfacción y equidad o desigualdad.

Debería saber que, de manera menos ingenua o radical, eso ya lo han considerado muchos desde hace décadas. Así, en 1990, la ONU presentó el Índice de Desarrollo Humano que se calcula hoy para 189 países, mientras en Francia un Comité especializado produjo en 2009 otro referido a la satisfacción de las personas, y una ONG estadounidense creó en 2012 el Índice de Progreso Social.

En todo caso el PIB resulta afín o similar a esos otros indicadores que incorporan factores adicionales de interés para la sociedad (salud, educación, libertades, medio ambiente, infraestructura, calidad de vida… ingreso per cápita, esperanza de vida, necesidades y oportunidades). Y, ojo, es mucho lo que ya se ha avanzado aquí de tal forma que difícilmente se podrá encontrar algo comparable.

Me queda claro: lo que no es medible, no es susceptible de mejorarse. Se requiere un punto de partida numérico para irle añadiendo aumentos o disminuciones en los siguientes períodos. Hay que medir lo más importante y medirlo muy bien… a fin de comparar, analizar y tomar decisiones.

Bueno, si no se tuviera o no se utilizara la medición actual, entonces no se podría registrar una caída en la economía con empleos perdidos en el retroceso, ni sería posible rastrear con cierta precisión los aumentos en la pobreza (disminución de ingresos y oportunidades).

Si él desdeña el PIB y el crecimiento económico por considerarlos limitados y obsoletos para usar una idea de bienestar o felicidad del pueblo, un gran problema será que eso de inventar el indicador le permita ¡inventar las cifras a su conveniencia! Tampoco ayudan servilismos como el de proponer el nombre ‘AMLOver’ para el nuevo índice.

Igual celebramos un breve texto que circula en redes: “Dejar de medir el PIB, es como si vas perdiendo el partido 5-0 y dices que los goles ya no cuentan. Que ahora gana el uniforme más bonito”.

De modo similar a aeropuertos, estancias infantiles, fideicomisos o el Seguro Popular, para mejorar algo no se aconseja cancelarlo ni sustituirlo en vez de corregirlo, complementarlo, consolidarlo… Miren, tratar de engañar en economía o salud puede hacer que estos meses el desempeño de la economía mexicana siga una L en lugar de algún tipo de V o U.

En fin, sin amores ni odios personales, ya debe interesarnos menos López Obrador y ocuparnos más el país y nuestra entidad federativa.

* EN LA PANDEMIA LOS personajes frente a la crisis sufren un lógico desgaste y el vocero oficial no es la excepción. López-Gatell ha visto crecer su exposición mediática, así como su popularidad y su cercanía presidencial, al mismo tiempo que es muy criticado por sus cifras y ciertas actitudes.

El mayor daño se lo ha causado el desdeñoso mandatario con sus intervenciones evidentes o subrepticias, al grado de que ahora lo glorifica y le busca una salida ante su deteriorada autoridad. Incluso lo ha propuesto para un grupo técnico en la OMS, aunque dice que fue escogido a nivel mundial. Penoso.

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@cpgarcieral