Dice el dicho: “no hay amor sin interés”

Si la interpretación de los hechos es correcta, podemos decir que el presidente Andrés Manuel López Obrador ayudará al gobernador Juan Manuel Carreras a concluir exitosamente su sexenio y en correspondencia éste apoyará el candidato morenista para la elección de nuevo mandatario estatal en el 2021.

De concretarse esa alianza ¿será benéfico o perjudicial para los potosinos? Todo dependerá de quién sea el abanderado morenista apoyado tácita o expresamente por el gobernador priista. Hay una enorme diferencia entre un radical de la 4T con resentimientos sociales y un político mesurado que sin apartarse de la visión lopezobradorista del desarrollo y la justicia social no incurra en atropellos ni en desquiciamientos.

López Obrador ha comenzado a hacer su parte en este posible arreglo. Prácticamente ha dicho que sí a todos los planteamientos relevantes del gobernador Carreras, en varios de los cuales hay avances concretos, y en pocas semanas anunciará el apoyo federal para la obra urbana más importante que demanda esta capital: la vía alterna hacia la Zona Industrial, que resolverá serios problemas de movilidad en buena parte de la ciudad.

Llegado el momento de la reciprocidad, Carreras no necesitará ni abandonar su militancia priista ni promover abiertamente el voto a favor de Morena. Su parte en el arreglo quedaría cumplida con dos simples acciones: boicotear cualquier posibilidad de alianza PRI-PAN (¿y PRD?) e imponerle al tricolor una candidatura “a modo”, testimonial, sólo para cumplir.

En los orígenes del evidente cortejo de AMLO a JMC iniciado por lo menos desde marzo, sin duda está presente el hecho de que en las elecciones presidenciales del año pasado López Obrador obtuvo en San Luis Potosí 527 mil 546 votos, en tanto que sus opositores (Anaya, Meade y El Bronco) sumaron  677 mil 930. Incluso, Anaya y Meade, sin El Bronco, también lo superaron con 594 mil 974 sufragios. 

Es decir, a diferencia de otras 22 entidades federativas donde López Obrador arrasó con sus oponentes al grado de que ni todos juntos hubieran podido vencerlo, San Luis Potosí -para el proyecto morenista de corto y mediano plazo- es una plaza mucho más difícil, que requiere de algo que pudiéramos llamar un “tratamiento especial”. 

Conviene tener presente que en total son solamente nueve los estados donde la suma de los votos opositores superan a los obtenidos por AMLO: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Yucatán, los cinco del PAN; Coahuila y San Luis Potosí, del PRI; Jalisco, de MC, y Nuevo León, independiente. La única entidad donde López Obrador perdió ante un solo opositor, en todo el país, fue Guanajuato; ahí lo superó Ricardo Anaya.

Pero, ojo, hay un dato más que cobra relevancia: de esos diez estados digamos “difíciles” para López Obrador y Morena, únicamente dos (San Luis Potosí y Chihuahua) eligen gobernador en 2021. En el estado norteño gobierna el panista Javier Corral, quien no ha mostrado mayor interés en algún tipo de entendimiento político/electoral con el Presidente de la República. En tales circunstancias, de cara a las elecciones dentro de dos años, la nuestra viene a ser la única entidad federativa “difícil” con un gobernador “cooptable” para el morenismo y su líder real e indiscutido.

Esta suma de circunstancias, en opinión de Servidor, hacen que tenga mucho sentido el apoyo que López Obrador ha comenzado a extenderle a Juan Manuel Carreras para que llegue al final de su mandato exitosamente, sobre todo a base de obras de alto impacto y gran beneficio social en diferentes regiones de la entidad.

Antes de pasar revista a los apoyos puntuales que el presidente López Obrador ha comprometido con el gobernador Carreras, es pertinente agregar una llamémosle perspectiva adicional: en la eventual concreción del amarre AMLO-JMC, el proyecto gallardista de ir por la gubernatura mediante una alianza entre el Partido Verde y Morena, o de por lo menos recuperar la alcaldía capitalina y mantener la de Soledad, haría agua por todos lados; naufragaría, se hundiría.

De hecho, lo que ocurriría, a una escala mayor, sería algo parecido a la operación que con el respaldo de Juan Manuel Carreras se montó el año pasado en esta capital para sacar de la alcaldía a Ricardo Gallardo Juárez. Esa vez hubo apoyo a Xavier Nava desde Palacio de Gobierno, se dispuso una candidatura priista débil a la que no se hizo nada por fortalecer, y se diluyó la comunicación con el gallardísmo.

Lo único que podría si no frustrar cuando menos sí dificultar los planes del carrerísmo sería que la próxima dirigencia nacional del PRI no quedara en manos de Alejandro Alito Moreno, que es la apuesta fuerte de Juan Manuel.

Por lo que hace al PAN, por ahora parece decidido a apostarle a un doble fenómeno: el debilitamiento del lopezobradorismo en los próximos 22 meses, y simultáneamente a su propio fortalecimiento. En esta visión del futuro inmediato pesan mucho en el ánimo panista los resultados de las elecciones del pasado 2 de junio, cuando, uno a uno, la diferencia en votos fue poca. En los seis estados donde hubo elecciones Morena solo, sin aliados, obtuvo 1 millón 900 mil sufragios, en tanto que el PAN, en iguales circunstancias, sumo 1 millón 700 mil.

LA CANASTA DE REGALOS

Hace apenas cuatro meses, en marzo anterior, durante su visita a la Huasteca potosina, el presidente López Obrador escuchó dos planteamientos concretos: un nuevo aeropuerto y la modernización de la carretera Ciudad Valles-Tamazunchale. Pocos días después, la SCT federal adjudicó el contrato para la primera etapa de ésta última obra, que se venía tramitando desde el gobierno peñista. 

En las primeras de cambio, se descartó la propuesta inicial, básicamente del alcalde vallense, de construir un aeropuerto desde cero en terrenos de su municipio, sobre todo por la existencia en Tamuín, a media hora por carretera,  de un aeropuerto susceptible de ampliarse y modernizarse, sin necesidad de emprender estudios de aeronavegabilidad que pueden tardar hasta un año. 

A un ritmo frenético que tiene sorprendidos a los funcionarios estatales (reuniones prácticamente cada dos semanas con gente de las secretarías de Comunicaciones y Transportes, de Turismo y de Hacienda; de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, de Banobras y de la Oficina de la Presidencia) en menos de cuatro meses quedó definida la primera etapa del proyecto: ampliar la pista actual de 1.5 a 2.5 kilómetros, darle un mantenimiento intensivo y hacer algunas obras de reacondicionamiento en la pequeña terminal existente. Estos trabajos consumirán entre 650 y 700 millones de pesos. Otros 350 a 400 millones se invertirán en obras de infraestructura y promoción turística de la región. El convenio marco que firmaron López Obrador y Carreras el sábado anterior compromete recursos federales por casi mil cien millones.

Las obras arrancarán físicamente, con la presencia presidencial por supuesto, en cuanto el gobierno estatal ponga a disposición las 106 hectáreas que hacen falta para la ampliación de la pista y sus obras complementarias. Ya se tienen ubicadas, son particulares y han comenzado las negociaciones con sus propietarios: Gastón Santos y el megaganadero Miguel Gutiérrez. Su costo está en proceso de definición y esa será la aportación estatal en esta fase. En Palacio de Gobierno tienen confianza en lograr un acuerdo rápido y justo. Para el caso de que los terratenientes quisieran pasarse de vivos, ahí está la ley que autoriza expropiaciones por razones de interés público.

Como está actualmente, en el puerto aéreo tamuinense solamente pueden aterrizar aviones relativamente pequeños, como los turbohélice que utiliza Aeromar, con capacidad para 50 pasajeros. Con el alargamiento de la pista, podrá recibir jets medianos, de hasta 120 pasajeros, que son los que más utilizan las aerolíneas de bajo costo. El vuelo comercial que a instancias federales y estatales inició recientemente Aeromar, dos días a la semana,  ha tenido gran demanda. El lunes tenía una lista de espera de 170 nombres. 

Si la disponibilidad de los terrenos no se retrasa, la ampliación de la pista puede estar lista para el quinto informe de Juan Manuel Carreras, en septiembre del año entrante, y si todo marcha bien, antes de irse podría ver la terminal de Tamuín ampliada, remodelada y con servicios de primer nivel. Además, claro, de por lo menos un par de aerolíneas ofreciendo vuelos diarios entre la Huasteca, la Ciudad de México y otros destinos. 

Es altamente probable que antes de concluir el año el presidente López Obrador anuncie que el gobierno federal apoyará de manera sustantiva al estatal para que emprenda las obras de una vía alterna que comunica la zona urbana con la Zona Industrial. Él ya dijo que sí, pero con cargo al presupuesto del año próximo y por una cantidad aún no precisada. El proyecto ya fue revisado en varias instancias federales y actualmente corre trámite en Hacienda para ser incluido en las previsiones presupuestales del 2020.

El costo de la obra se estima en aproximadamente mil 500 millones de pesos. En el gobierno carrerista confían en que el apoyo sea de cuando menos mil millones. La diferencia se tiene o se tendrá disponible en el corto plazo. Si se comienza iniciando el año próximo, Carreras quizá alcanzaría a inaugurarla antes de irse, o por lo menos la dejaría muy avanzada. 

Esa ruta para descongestionar la cada vez más sobrecargada carretera 57, implica soluciones a la movilidad en gran parte de la ciudad.

Pronto también se espera la declaratoria federal de la Sierra de San Miguelito como área natural protegida, petición que se hizo al Presidente el pasado 24 de mayo, en su penúltima visita. 

En resumen, Juan Manuel Carreras se iría entre aplausos, sobre alfombra roja, seguro además de la simpatía de un presidente al que le quedarían tres años en el cargo y no tendría motivo alguno para molestarlo o dejar que lo molestaran en el temido séptimo año. Con esa perspectiva, cuándo diablos le va a decir que no a López Obrador.

Y dado el caso, yo escribiré lo mismo que en septiembre de 1985 a la conclusión del sexenio de Carlos Jonguitud (cito de memoria): si la obra moral y legal de El Profesor hubiera estado a la altura de su obra material, lo hubiéramos reelecto mínimo para otro sexenio. Y recordaré, una vez más, las palabras del ingeniero Héctor Ruíz Elías: “Nuestros gobernadores tienen espíritu de albañiles; creen que la gloria sólo se alcanza pegando ladrillos”. 

Sería una pena que JMC se fuera con el triple titulo de Gran Constructor, Gran Protector de Corruptos y Gran Corrupto por Omisión y Dejadez.

(Para los que andan haciendo cuentas alegres, cuatro visitas presidenciales en ocho meses seguramente sí es un récord, pero local. A nivel nacional es otro cantar: en ese mismo lapso López Obrador ha estado ocho veces en Veracruz, seis en Tabasco y no se cuántas más en la Ciudad de México).

Hasta el próximo jueves