El conjuro

“Dentro de nosotros hay 

algo que no tiene nombre, 

esa cosa es la que somos”.

José Saramago. 

“El diablo me obligó a hacerlo”. No, no será esta una columna de procesos políticos electorales recientes, no se me espante estimado lector. 

Me refiero a aquellos crímenes que son cometidos por personas que dicen oír voces que los obligan a hacer tal o cual cosa, o que simplemente dicen estar poseídos. Sin duda existen fenómenos psíquicos anormales en las personas y la piscología ya desde hace muchos años, principios de 1800, se ha ocupado de su estudio con la psicopatología. 

Recuerdo el Primer Congreso de Psicología Criminológica en 1995 realizado en la Ciudad de México, donde ya se hablaba de los trabajos de los fenomenólogos y psiquiatras alemanes en el campo de la psicopatología criminal, no forense, como ahora se le llama. Referían dos tipos de enfermedades: Alteraciones psicológicamente incomprensibles, es decir, las enfermedades somáticas o psicosis y las alteraciones comprensibles psicológicamente, es decir, las reacciones vivenciales, los impulsos y las neurosis. 

Pasó en un proceso judicial, ante el juez le dijo claro y fuerte, -Sr. Juez yo no mate a mi esposa e hijo, fue él, o sea, si fui yo pero no era yo.- La madre del sujeto que estuvo presente el día de los hechos y sobrevivió al ataque trató de ayudar al hijo durante su testimonio. –Sr. Juez mi hijo no era él, parecía un robot, una máquina de matar, que “estaba obedeciendo órdenes”.- Órdenes ¿De quién?- Dice el Juez- -Del diablo- contesta la madre-. -Sr. Juez, note que mi hijo llevaba  varias noches hablando solo, gritando. Le oía decir: Te digo que no, se acabó, que no lo voy a hacer, ¿Cómo voy a matarlos? No y no. -Yo le preguntaba al verlo así, ¿hijo con quien hablas? –Con este wey, señalando al vacío, me dice que los maté, que quiere sangre, es el diablo.      

Así, al día de hoy se ingresa la argumentación de Neurociencia y Derecho Penal, que tiene pocos avances significativos en torno al proceso penal en sí. Neurociencia y psicopatología forense se formalizan, sin embargo habría que crear especialistas para un claro posicionamiento y análisis de la responsabilidad penal, la imputabilidad aminorada y sobre todo planteamientos de política criminal y de medidas de seguridad.

En el tema de la psicopatología forense y de cómo se debe hacer una exploración del sujeto, se abre la brecha ya que la presencia-ausencia de algún desajuste psicológico significativo debe ser verificada y constatada por perito psicólogo, no solo por dichos del sujeto, sino con indicadores objetivos de estudios de cuadros clínicos. Como por ejemplo: consciencia, orientación, lenguaje, atención, memoria, percepción, pensamiento, afectividad, psicomotricidad y motivaciones primarias.  

Algunos cuestionamientos necesarios de profundizar. ¿Los juzgados penales deberán reorientar sus procedimientos de enjuiciamiento? ¿Se podrá actualmente señalar a sujetos como incapaces para ser juzgados y ser tratados como enfermos mentales que requieren de tratamiento especializado? ¿La peligrosidad de cometer un acto de violencia por el sujeto en el futuro se analiza? Enigma ¿El Derecho podría ser una rama de la psicología?

TAPANCO: Salud mental en el contexto violento de México actual, es una piedrota en el zapato. El libre albedrio y la responsabilidad penal desde la óptica de la Neurociencia y el Derecho, temas aplazados y desvinculados penalmente. No obstante el INACIPE y la UASLP están por iniciar una maestría en “Psicopatología Forense”, a egresados de las licenciaturas de Criminología, Derecho, Psicología, Psiquiatría y Medicina seleccionados por la UASLP. Abriendo hueco. 

Francisco.soni@uaslp.mx 

twitter: @franciscosoni