El control del poder político

¿Quién defiende al pueblo de la arbitrariedad del poder político?

Uno de los elementos característicos del estado moderno consiste en el control del poder político. Las democracias de occidente se fundamentan en 2 cimientos: la legitimidad del poder fundada en el pueblo, y el pensamiento liberal europeo del siglo 18 que propuso la separación de los poderes y la creación de un marco jurídico favorable para el florecimiento de la libertad.

Dice Montesquieu: “es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder es llevado a abusar (…) para que no se pueda abusar del poder, es necesario que, por la disposición de las cosas, el poder ordena al poder”.

Esta es una de las lecciones elementales del pensamiento político moderno. El poder absolutista es incontenible, implacable, incontestable. No es casualidad que las monarquías de la antigüedad sean vistas el día de hoy como representaciones simbólicas de la autocracia: el poder sin límites en manos de la voluntad de una persona. La buena noticia es que, desde que somos democracia moderna, como sociedad nos hemos dado una serie de bases y de arreglos institucionales que permiten contener y controlar a este poder en favor de las libertades del pueblo.

Estado, gobierno, leyes, administración, justicia, procedimientos, instituciones. El desarrollo de la estructura del estado responde a una historia y a una serie de proyectos políticos en disputa. En algunos episodios de nuestra trayectoria, la disputa se resolvió por medio de la violencia, en otros momentos, por medio de arreglos institucionales que favorecieron a una voluntad mayoritaria. Hoy se habla de algo distinto: el centro de legitimidad del poder político no se centra en una visión monótona y mítica de la voluntad del pueblo sino en la capacidad de construir bienestar, de dar voz, representación y presencia a todas las personas. Se trata de la exigencia democrática del diálogo, la conciliación y no la de la imposición de la mayoría; la del reconocimiento de las minorías, la de la visibilización de la otredad. Nuestro tiempo nos ha enseñado que la nación es multiétnica y pluricultural. México está hecho de muchos Méxicos. La expresión democrática de la población por medio del voto se ha dispersado en distintas alternativas partidistas que son vistas como vías transitables para dar voz y representación a las distintas formas de pensar nuestro país. No hay que olvidar también a todas aquellas personas que también se expresaron a través de la anulación del voto o bien de la abstención, o incluso a quienes no ven en el sistema de partidos a una estructura de representación o de formación de gobiernos que responde a su cultura. El gobierno democrático es para todas las personas, se debe a todas las personas, sirve a todas las personas. 

En otro momento hemos hablado ya, según la idea de Montesquieu, que la naturaleza humana encuentra en el poder a un medio eficaz para satisfacer su ambición. Esto lo advirtió también Thomas Hobbes en su obra “El Leviatán”. Así como el estado es visto como ese monstruo necesario para proteger al pueblo y garantizar su bienestar, el pensamiento liberal de Montesquieu ha colocado una advertencia que cobra vigencia el día de hoy: el poder debe controlar al poder.

Esa es la razón por la que más allá de la división tradicional de poderes -esa que conocemos como la del ejecutivo el legislativo y el judicial- hoy acudimos a la necesidad de revigorizar la pertinencia de las instituciones -leyes y organizaciones- que controlan al poder político. La semana pasada, a propósito de la autonomía universitaria, le hablé sobre la importancia de entender que la autonomía no significa antagonismo. No me sorprende que hay personas que consideran que la existencia de autoridades administrativas y jurisdiccionales autónomas o independientes, son anormalidades democráticas que no responden a un contexto local sino a otras legitimidades dictadas por ideologías o por corrientes supranacionales.

Desconocen o deciden ignorar que el control del poder político ha sido necesario para otorgar paz y gobernabilidad a este país. Desconocen también que muchas de las luchas políticas del país se propiciaron en el contexto local; desconocen o deciden ignorar que el control del poder político favorece y protege al pueblo.

Twitter. @marcoivanvargas