El Estado soy yo

En abril de 2018, a poco de haber aparecido en librerías, mi amigo el doctor Abraham Torres Montes tuvo la gentileza de obsequiarme el libro El pueblo soy yo, de Enrique Krauze, que contiene una serie de textos publicados entre 1995 y 2017. Con todo y lo que ahora representa el odiado escritor neoliberal, es pertinente recurrir a esta obra y, aunque también viene al caso aunque no la abordaré, Del desencanto al mesianismo (igualmente editada por Debate), ya que en el capítulo segundo, al que titula “Populismo y dictadura”, aborda una serie de términos, personajes, y aspectos historiográficos y sociales, que podrían encajar a la perfección en nuestro entorno inmediato y actual.             

Ese mismo entorno (principalmente político) que se vive, palpa y respira en San Luis Potosí, nos obliga a recordar una frase que se atribuye a Luis XIV rey de Francia, la cual ha servido a politólogos, historiadores y demás profesionistas de las ciencias sociales en la construcción de simples tesinas o acuciosos estudios, por su relevancia sobre la forma de ejercer el poder por el llamado rey Sol: “El Estado soy yo”.

Así se vislumbra lo que parece una monarquía como poder absoluto, sin contrapesos y con poderes anulados, en los primeros meses de gobierno de José Ricardo Gallardo Cardona; un Congreso del Estado rendido a sus pies, zalamero y dócil, producto de una oposición complaciente y servil; un alcalde de la capital sumiso, casi cobarde (y en excesivos alardes de creatividad poliSÍalizando el recurso ortográfico); un poder judicial callado, obsequioso y obediente. Así, Gallardo seguro se fastidia al  pensar cuál coto de poder le falta debilitar: universidades –qué decir del rector–, órganos autónomos, descentralizados y electorales –ya casi cooptados todos– son su siguiente presa; desde luego, tampoco deja avanzar a políticos locales que le pudieran representar una competencia en el futuro.

Es así como el monarca huizachero puso su mirada en un cómico político que puede incrementar su popularidad y resultarle incómodo en próximas contiendas: Tekmol y su partido local, Redes Sociales Progresistas, mismo que obtuvo en la elección a gobernador durante el pasado proceso electoral un aproximado de ciento dieciocho mil votos, y que se sabe está organizándose en el municipio de Ciudad Valles para participar como candidato a alcalde en 2024 y de ahí mover su fuerza política (para comenzar) en la huasteca potosina. 

Resulta que, Redes Sociales Progresistas perdió su registro como partido político nacional al no obtener el 3% de votación en la elección federal, no obstante  las normas electorales le permiten que logre su registro a nivel estatal cuando se logre una votación del 3% sobre el total de votos en una elección local, lo que en San Luis Potosí sucedió.

Aquí, Redes Sociales Progresistas, logró 9.09% de la votación a gobernador y 4.54% de la votación a diputados; además postuló candidatos en los quince distritos locales, así como en veintinueve municipios –la ley es precisa en el término “postular”–,  pero el CEEPAC solamente le registró candidatos en los quince distritos locales y veinte municipios, es decir, bajó a  nueve de sus candidatos en municipios, por cuestión de equidad de género y otras cuestiones de interpretación.

Usando el torcido argumento de que este partido no postuló candidatos en la mitad de los ayuntamientos, y no la interpretación más favorable de la que habla el artículo primero de la Constitución General de la República, el CEEPAC (por encima de esa Constitución) le niega la posibilidad de ser un partido local de oposición en San Luis Potosí. Evidentemente la orden salió de palacio de gobierno y servilmente el Consejo la ejecuta, aunque dentro de este paisaje  hay que resaltar el voto particular que emitió la consejera Zelandia Bórquez Estrada, donde indica que en su criterio debió otorgarse el registro como partido político local a Redes Sociales Progresistas, “atendiendo al porcentaje de votación obtenido en el pasado proceso electoral”. Alguien al menos conserva libre su criterio.  

Falta esperar (derivado de la sagacidad de quien sea su abogado) qué resuelven en las Salas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre este tema, pues el Tribunal Electoral de San Luis Potosí es más gallardista que Leonor Noyola, alcaldesa de Soledad. Quizá, también en ese municipio, en un futuro se encuentre el generador de milagros por los  que todo ocurre y se resuelve a favor de Ricardo Gallardo, un enorme Cristo Redentor (similar al del Cubilete) que ya fue anunciado será más grande que el de Río de Janeiro (mientras no acabe como su chupirul navideño), levantado en el área natural conocida como La Joya.

Por cierto, en el ensayo “El narcicismo de Podemos”, incluido dentro del capítulo Populismo y dictadura (de la obra referida en un inicio) concluye con un párrafo que, substituyendo algunas palabras, se adecúa a San Luis: “Los líderes de Podemos (del Partido Verde en SLP) han escalado el poder con credenciales del saber (de ser del pueblo). Son capitalistas (malversadores) curriculares. Son guerrilleros (populistas) de salón. Desde los peligrosos cañaverales de la Complutense (las oficinas del Ayuntamiento del vecino municipio de Soledad), construyeron teorías contra el poder democrático (la herencia maldita) financiados por el poder revolucionario (por el [agregue lo que guste]). Del ciudadano español (potosino) depende desenmascarar su inanidad teórica, su inexperiencia práctica, su vasta mentira, su mala fe.”

Gracias por la lectura; si no tiene nada a qué salir quédese en casa, no ponga en riesgo su vida y las de los demás. Dejo un textual y afectuoso abrazo al maestro Gabriel Gómez, querido amigo, quien iniciará la semana con un año más.