En el corazón de nuestra querida ciudad, una plaga silenciosa se extiende como un cáncer, devorando cada rincón con su voracidad insaciable. No, no hablo de la delincuencia ni de la corrupción, sino de algo mucho más sutil y pernicioso: la contaminación plástica que emana, paradójicamente, de quienes deberían protegernos de ella.
Basta con alzar la mirada para toparse con el espectáculo dantesco que ofrecen las calles de Villa de Pozos. Enormes pendones plásticos anuncian con grandilocuencia las supuestas bondades del gobierno municipal. “El futuro inicia ahora”, proclaman con descaro, mientras ahogan nuestro presente en un mar de polímeros sintéticos.
¿Acaso nuestros gobernantes no son conscientes de la ironía cruel que representan estos carteles? Por un lado, se vanaglorian de su compromiso con el medio ambiente; por el otro, tapan el cielo con mantas de PVC que tardarán siglos en degradarse. Es como si el futuro que anhelan fuera uno plagado de microplásticos flotando en el aire que respiramos.
Pero el colmo del cinismo lo encontramos en las imágenes que muestran la “rehabilitación” del barrio de San Miguelito. Decenas de banderines verdes proclaman a los cuatro vientos: “Por un San Luis más verde”. ¿Más verde? ¿En serio? Lo único que verdea en esas fotos es el plástico de la propaganda gubernamental.
Y como si esta epidemia plástica no fuera suficiente, la reciente FENAPO nos dejó un amargo recordatorio de nuestra adicción a la contaminación visual. Las calles de San Luis Potosí se vieron inundadas por una marea de pendones gigantes, cada uno proclamando la llegada de algún cantante o grupo musical. Desde Vicente Fernández Jr. hasta la Banda MS, cada artista tuvo su momento de “gloria” plasmado en metros y metros de plástico no biodegradable. Ahora, con el Festival Charro en el horizonte, nos preparamos para una nueva oleada de contaminación. Es casi seguro que el Gobierno del Estado, en su infinita “sabiduría”, volverá a tapar el cielo potosino con un manto de propaganda plástica, esta vez adornada con imágenes de charros y caballos. Parece que nuestros líderes han olvidado que la verdadera tradición se lleva en el corazón, no colgada en cada poste de luz de la ciudad.
Es evidente que para nuestras autoridades, la ecología no es más que una palabra bonita para adornar sus discursos. En la práctica, su amor por el medio ambiente se traduce en toneladas de desechos plásticos que terminarán en nuestros ríos, nuestros campos y, eventualmente, en nuestros propios cuerpos.
Porque no nos engañemos: esos pendones que hoy “embellecen” nuestras calles, mañana se convertirán en los microplásticos que contaminarán nuestra agua, nuestros alimentos y hasta la leche materna de nuestras mujeres. Es un legado tóxico que estamos dejando a las generaciones futuras, todo en aras de una publicidad efímera y egocéntrica.
¿Y qué decir de la hipocresía de promover un “San Luis más verde” mientras se ahoga la ciudad en propaganda plástica? Es como si el gobierno estuviera empeñado en demostrar que su verdadero color no es el verde de la esperanza, sino el gris opaco del plástico degradado.
Es hora de que nuestros gobernantes entiendan que la verdadera obra pública no se mide en metros cuadrados de lona impresa, sino en acciones concretas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Que comprendan que cada pendón que cuelgan es una bofetada al medio ambiente y un insulto a la inteligencia de los potosinos.
Mientras tanto, nosotros, los ciudadanos, seguiremos ahogándonos en este mar de plástico gubernamental, preguntándonos si algún día nuestros líderes aprenderán que el futuro no se construye con propaganda, sino con acciones responsables y coherentes.
El verdadero cambio, queridos lectores, no vendrá de esos carteles que contaminan nuestra vista y nuestro aire. El cambio debe venir de nosotros, exigiendo a gritos un gobierno que predique con el ejemplo y no con el plástico. Porque si seguimos así, el único futuro que nos espera es uno envuelto en celofán, sellado al vacío y libre de toda esperanza.
Delírium trémens.- El Gobierno del Estado ha entregado de manera anticipada e incompleta las obras de remodelación en el Barrio de San Miguelito. El (INAH) detectó violaciones a la normatividad de la Zona de Monumentos Históricos durante el proceso de reconstrucción y Seduvop no ha subsanado las inconsistencias señaladas. Los vecinos del barrio están inconformes con el estado de las obras entregadas, acusan inoperancia, falta de pericia, incompetencia y desconocimiento por parte de quienes realizaron los trabajos. Además Seduvop deberá regresar los adoquines que fueron retirados y colocarlos como lo indicó la autoridad. Esta situación ha generado tensiones entre los vecinos, el gobernador Ricardo Gallardo y las autoridades encargadas de la obra, evidenciando una falta de comunicación y coordinación en la ejecución del proyecto de remodelación del barrio histórico. Ejemplo de la intransigencia y arbitrariedad gubernamental. Veamos qué dice la juez federal.
@luisglozano