Ahora me encanta regar -cuando hay agua suficiente- y dejarme hipnotizar por el fluir del agua sobre las plantas, con su sonido y su silencio y la sensación de frescura e infancia que despierta en la piel y los otros sentidos. En esos momentos la vida se parece mucho a la poesía: no hay precisamente una línea conductora y los fragmentos de sensaciones levantan versos que no se pueden poner en los labios o en el papel.
Y el escribir en un diario semanalmente, pone a prueba mi esfuerzo por no repetirme o por intentar mostrar un lado amable sin dejar ver que las cosas que pasan extramuros a pocos metros o a muchos kilómetros, me cuestionan el sentido de nuestro quehacer sobre el planeta y en interacción con nuestro entorno natural, al cual le queda poco para mantener ese calificativo.
La gente -hombres, mujeres y niños- muere a manos de otros, por racismo, por ambición, por locura temporal o por encargo, cada segundo de nuestras 24 horas. Mueren en campos de “refigiados”, son traficadas, son torturadas, violentadas y abandonadas mientras sus victimarios fuman un porro, inhalan una línea o beben un trago de mezcal, de cognac o de whiskey, o bien planean nuevas estrategias para transformar la tecnocracia, la ciencia, el saber académico o médico, en algo que no suene a comunismo porque está “muy mal visto” …Un sistema similar en el que sus líderes mantengan la fórmula de “dorar la píldora” con programas sociales, dando también en la …torre, al medio ambiente, pero eso sí viviendo como los oligarcas porfirianos pero con un sello juarista, que dé un toque de “yo soy el pueblo” .
Así que mientras empapo un limón en crecimiento, un ciruelo que promete mejores frutos este año, y un pasto que es el hogar de mis cuatro perros, medito sobre la inmortalidad del planeta azul, la supervivencia de la vaquita marina, lo irrelevante de que Musk sea el nuevo dueño de twitter y el último eclipse lunar.
Desde este paisaje cultural tan bizarro y tan lleno de contrastes, el juicio de Jonhy Deep me atrapa de rato en rato y me digo que el Jack Sparrow y su fantástica tripulación, son lo menos absurdo en esta realidad en la que los abrazos se ofrecen como la solución a una violencia descabellada y una injuria a la sociedad, a los gremios y colectivos que cada día están más frágiles y amenazados.
En tanto la disputa entre la antigua URSS y Ukrania han bajado el raiting de las audiencias y los crímenes de guerra cometidos -o no- por sus protagonistas, se desdibujan entre los feminicidios, los cien mil desparecidos en nuestro país y la inflación que está próxima a convertirse no en un crimen de guerra pero sí de lesa humanidad, mientras la mayoría de los seres humanos sigue hipnotizado en el Perla Negra.
La manguera deja de derramar agua y me dice que es hora de decir hasta la vista baby.