¿Es viable la política de salarios mínimos?

El mensaje que habían mandado las autoridades desde hace varias semanas respecto del ajuste de los salarios mínimos para 2025, finalmente se materializó a principios de este mes. La Comisión Nacional de Salarios Mínimos decidió aumentarlos en 12% durante el año. Adicionalmente, la presidenta Sheinbaum ha manifestado la intención de seguirlos incrementando a lo largo de su administración hasta que alcancen el nivel suficiente para cubrir dos y media canastas básicas, lo que se estima que implique aumentos anuales de entre 10 y 15% en los 5 años subsecuentes.

En mi opinión, esta política debe evaluarse con cuidado a fin de ajustarla si, como todo parece indicar, sus efectos lo hacen necesario. Como es obvio, todos queremos que los segmentos de menores ingresos de la población tengan una remuneración que cuando menos les permita satisfacer sus necesidades básicas. Pero también queremos que las políticas que se implementen con este fin tengan un impacto sostenido y eviten efectos secundarios indeseables.

El aumento de los salarios mínimos representó durante el sexenio anterior uno de los elementos fundamentales para incrementar el ingreso de las familias más pobres. De hecho, algunos especialistas han estimado que fue el componente más importante de dicha estrategia. Sin embargo, sería ingenuo y peligroso pensar que el combate a la pobreza se puede basar de manera indefinida en una política de esta naturaleza.

Al respecto, es importante subrayar que las circunstancias han cambiado de manera radical respecto de las observadas al inicio de la pasada administración. Considero importante destacar dos elementos en particular. La brecha entre el salario mínimo y el salario promedio de la economía se ha estrechado de manera considerable. Según cálculos de Citibanamex, en tanto que en 2017 el primero representaba poco más de 30% del segundo, para 2023 la cifra equivalente era de 55%, por encima inclusive del promedio de los países de la OCDE. Además, como recordarán, en una iniciativa reciente se estableció en la Constitución que los incrementos de los salarios mínimos nunca deben estar por debajo de la inflación

¿Qué es lo que todo lo anterior implica? Que cualquier ajuste de los salarios mínimos tiene hoy en día un impacto mucho más fuerte y persistente en la economía que hace seis años. Y esto abarca tanto su incidencia directa en la inflación y el empleo, como el llamado efecto "faro" a través de su posible influencia en otros ajustes salariales.

La determinación de los salarios mínimos se realiza a través de una negociación en la que participan tanto representantes gubernamentales, como de los trabajadores y los patrones. El hecho de que el gobierno haya anunciado la magnitud del incremento antes de que las pláticas finalizaran, sugiere que su influencia en el resultado de estas es considerable.

Pero independientemente de lo anterior, en la medida en que los ajustes salariales no sean acompañados de un incremento de la producción por trabajador, es decir de su productividad, los empresarios tratarán de traspasar lo más que puedan de ese incremento en sus costos a los precios, o bien de compensarlos mediante una reducción del tamaño de su planta laboral. En otras palabras, bajo las condiciones señaladas se presionará tanto la inflación como el desempleo al alza.

¿Cuál ha sido la evolución de la productividad laboral en los últimos años? Según el más reciente Informe Trimestral del Banco de México, para el conjunto de la economía esta variable ha mostrado una tendencia descendente desde 2018, aunque con una leve mejoría en fechas recientes. Como resultado, los costos laborales, una vez descontado el efecto de la productividad, han registrado un fuerte aumento. En realidad, no es ningún secreto que uno de los principales problemas de la economía mexicana es la lamentable productividad de sus factores de producción y que esta se compara de manera muy desfavorable con la de otras economías emergentes.

La Constitución mexicana establece que "…los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural…". Pretender cumplir con este objetivo a través de decisiones por decreto sería un error garrafal. Es claro que lo que se tiene que hacer es crear las condiciones para que los aumentos del salario mínimo sean sostenidos y no tengan efectos colaterales que los hagan contraproducentes.

La única forma de lograr este objetivo es a través de aumentos en la productividad. Para ello se requiere de acciones en múltiples frentes, incluyendo entre otros un incremento del gasto público en educación, capacitación, salud y desarrollo tecnológico, pero también una mayor inversión pública en infraestructura, condiciones de mayor competencia en la economía, el fortalecimiento del marco institucional y el estado de derecho, y el combate a la informalidad. ¿Alguna inquietud?

Los riesgos para la economía serán cada vez mayores en la medida en que la política de salarios mínimos se implemente sin tomar en cuenta la evolución de la productividad. Mientras tanto, para 2025, la magnitud del aumento de dichos salarios no es una buena noticia para el empleo en una economía ya inmersa en una fase de desaceleración, ni tampoco para la contención de un proceso inflacionario en el que el Banco de México ve como uno de los principales riesgos a las "mayores presiones de costos que pudieran traspasarse a los precios al consumidor".