El próximo 20 de julio se cumplen 50 años del alunizaje del módulo Eagle y de la caminata de Neil Armstrong y Edwin Aldrin en el Mar de la Tranquilidad en la superficie de la Luna. El suceso, trasmitido en directo por televisión, fue, ciertamente, espectacular. Aquellos que tenemos la suficiente edad, tuvimos la fortuna de poder atestiguar, la noche del 20 de julio de 1969, como Armstrong descendía lentamente por la escalera del módulo lunar y pisaba la superficie de nuestro satélite. Fue en esos momentos cuando Armstrong pronunció la frase que se ha hecho famosa: “Un pequeño paso para un hombre, un salto gigante para la humanidad”.
El presidente Nixon habló por teléfono con Armstrong y Aldrin mientras pisaban la superficie de la Luna y, entre otras cosas, les dijo: “Por lo que ustedes han hecho, los cielos se han convertido en parte del mundo del hombre”, añadiendo, “y dado que nos hablan desde el Mar de la Tranquilidad, esto nos inspira a redoblar nuestros esfuerzos para traer paz y tranquilidad a la tierra”.
Claramente, esta última declaración no fue demasiado convincente para muchos en los Estados Unidos. Particularmente, para aquellos que estaban en contra del involucramiento de este país en la Guerra de Vietnam y que arreciaron sus protestas por la invasión de Camboya. En este contexto, cuatro estudiantes de la Universidad Estatal Kent, en Kent, Ohio, murieron por disparos de la Guardia Nacional, hecho que provocó manifestaciones estudiantiles de rechazo a nivel nacional. A nivel personal, Nixon tuvo también sus momentos de intranquilidad en 1974, cuando fue forzado a renunciar a su puesto como presidente por el escándalo de Watergate.
En cuanto a la afirmación que los cielos se habían convertido en parte de nuestro mundo, habría que reconocer que Nixon tampoco fue demasiado afortunado. En efecto, si bien después del alunizaje de Armstrong y Aldrin se dieron 5 misiones tripuladas a la Luna, la última en diciembre de 1972, después de esta fecha ningún humano ha viajado a nuestro satélite natural. Las posteriores misiones tripuladas al espacio se han limitado a órbitas terrestres de baja altitud, o sea a nuestra vecindad espacial inmediata.
Y lo mismo podríamos decir de la famosa frase de Armstrong, pues hasta la fecha, 50 años después, no ha ocurrido el salto gigante que él daba por hecho. Un artículo aparecido en el último número de la revista MIT Technology Review, firmado por Konstantin Kakes, lo expresa en estos términos: “Cincuenta años después de que Neil Armstrong pisara la superficie de la Luna, no es difícil concluir que vio las cosas al revés. El alunizaje fue un salto gigante para un hombre -la vida de Armstrong cambió para siempre- pero solo un pequeño paso para la humanidad”.
Las misiones espaciales robóticas no tripuladas, por el contrario, sí han dado un salto enorme en los últimos 50 años. Así, con anterioridad a julio de 1969, solo se habían explorado con naves o sondas espaciales dos planetas del sistema Solar: Marte y Venus. Hoy en día, la NASA ha logrado colocar varias sondas y exploradores sobre la superficie de Marte que, entre otros datos científicos relevantes, nos han hecho llegar imágenes impactantes del paisaje marciano. Igualmente, se han explorado todos los demás planetas del Sistema Solar, incluyendo los planetas exteriores gigantes, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Incluso, ahora tenemos imágenes claras de Plutón y de su luna Caronte, así como de Ultima Thule, el pequeño objeto fotografiado por la sonda New Horizons a 6,500 millones de kilómetros de la Tierra.
Como un avance más en la exploración robótica del Sistema Solar, la NASA ha anunciado un proyecto de exploración de Titán, la luna más grande de Saturno. Titán constituye un mundo exótico que, no obstante, comparte algunas similitudes con nuestro planeta. Así, cuenta con una atmósfera densa que está compuesta en un 94% de nitrógeno. Cuenta, asimismo, con lagos, ciclos de lluvia y dunas de arena. La similitud con la Tierra, sin embargo, no va mucho más allá, pues la temperatura de la superficie de Titán, por su lejanía del Sol, es de aproximadamente menos 179 grados centígrados. En estas circunstancias, el agua no puede existir en forma líquida y su papel lo toma el metano -principal componente del gas natural-. Así, los lagos de Titán son de metano líquido, lo mismo que sus gotas de lluvia. Se sabe también que en Titán hay dunas de “arena”, formada ésta por materia orgánica.
El proyecto de la NASA de exploración de Titán ha sido asignado al Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins y será llevado a cabo mediante un dron de 8 hélices que ha recibido el nombre de Dragonfly -libélula-. El dron medirá 3x3 metros y aprovechará para su vuelo que la atmósfera de Titán es unas 1.5 veces más densa que la de la Tierra, mientras que su gravedad es apenas un 14% de la de nuestro planeta. El explorador será liberado en la región de dunas de Titán y avanzará por saltos de 8 kilómetros. En total recorrerá 175 kilómetros en una misión de 2.7 años. De acuerdo con la NASA, unos de los objetivos de la misión es investigar la existencia de condiciones en Titán que se piensa fueron precursoras del origen de la vida.
El proyecto Dragonfly tendrá un costo de 1,000 millones de dólares e iniciará en el año 2034. Constituye un avance más en el desarrollo de sondas robóticas para la exploración del espacio, misma que posiblemente avance más en esta dirección que en la forma de misiones tripuladas. Estas misiones son mucho más costosas y sin ventajas científicas suficientes que las justifiquen. Aunque, posiblemente, con más posibilidades de manipulación política.