“Cual varita mágica o sortilegio fantástico, la educación transforma la vida de las personas y de su entorno, haciendo aparecer cosas que hasta el momento no existían”
Tal y como hemos venido reflexionando, la educación no es un evento exclusivamente destinado a la escuela; es un proceso que ocurre en todos los lugares, tiempos y circunstancias; de manera formal, no formal y hasta apareciendo espontáneamente y sin planearlo en grupo o en cada persona.
Esta educación, llevada a cabo desde la formación recibida en las familias, encabeza esta serie de actos mágicos, sobre todo cuando comienzan a aparecer elementos tan cotidianos como el aprender a caminar, hablar, vestirse por sí mismos, preparar alimentos y otras cosas más que de manera objetiva se van presentando.
También, de manera relevante, desde el seno familiar, al promover que se vaya generando y moldeando en sus integrantes su individualidad, forjando el carácter, la práctica de valores, las habilidades para resolver problemas, el consumo cultural; la conformación espiritual y la adquisición y preservación de las costumbres.
En lo que respecta a la interacción social, la educación que se provee a través de las diversas instituciones y, específicamente las que promueven la comunicación mediante todas las formas, medios tecnológicos y redes sociales, provocan tal efecto mágico que, son capaces de asombrar a las generaciones adultas y adultas mayores al poder ver y charlar de manera casi “inverosímil” con sus seres queridos en tiempo real, hasta el otro lado del mundo.
Con las generaciones de jóvenes, adolescentes y niños, cautiva mágicamente el aprender a situarse realizando acciones en universos paralelos, llevándolos a transitar por la virtualidad y romper las barreras que imponían las tres dimensiones físicas.
Para la gente común, no deja de asombrar todos los formatos que ahora están convertidos en enseñanzas con procesos digitales; sin embargo, es seguro que, si alguna persona del siglo pasado observara el que ya no se utilice el dinero como forma de intercambio o, que algún automóvil se estacione “solo”, incluso el que alguien le pregunte y dialogue con “Alexa”, lo más probable es que atribuya lo anterior a elementos sobrenaturales y totalmente mágicos.
Por su parte, este proceso educativo, desarrollado en las escuelas de los diferentes niveles, tiene un efecto potente de magia, por un lado, al culminar los estudios prescritos por planes y programas, sitúa a los individuos en disposición de conformar sus habilidades y destrezas técnicas y profesionales, provocando un mayor porcentaje de posibilidades para la movilidad social.
Es entonces que “mágicamente” aparece el calzado en esos pies descalzos; ropa necesaria en donde solo había un cambio o ninguno; alimentación básica y suficiente en lugar de la inseguridad de ingerir alimentos; vivienda de mejor calidad en lugar de la calle o la banca del jardín; mejor servicio de salud y cientos de elementos que, “aparecen” sin haber estado presentes anteriormente.
Por otro lado, en las escuelas, no solo se encuentran conocimientos teóricos, sino que aparecen “de la nada” elementos no materiales, tan importantes para el desarrollo humano, que surgen al estar en esos grupos; desde luego que la convivencia con pares, el verse reflejado el sentido de pertenencia hacia una comunidad, el tener amigos que, en algunos casos, son para toda la vida y la gran posibilidad que ahí, “mágicamente”, aparezca el amor de tu vida.
En todo este entramado, los padres de familia y los docentes son los “grandes magos”, precursores de las pócimas secretas e individuales que generan esas apariciones y cambios en hijos y alumnos.
Desde estos grandes “Merlines” se da la confianza y libertad para que sus chicos y chicas construyan su propia identidad personal, laboral, sexual y creativa; al respecto, tenemos al padre de familia que hizo que apareciera en sus hijos, no solo el cumplimiento de reglas y normas, sino el compromiso y la responsabilidad de generar su propio proyecto, creando ese momento mágico al verlos crecer con esas características.
Tenemos también a los docentes que, además de brindar conocimientos científicos, realizan todo un “encantamiento” de sus alumnos, al mostrar que la vida es más que un libro y un número de una calificación y que éstos, sin duda son importantes, pero que se requiere de muchas cosas más para conformarlos “mágicamente” como personas felices.
Es cotidiano observar cómo alumnos, de cualquier edad y nivel educativo, en ocasiones no cuentan con otro apoyo económico, material educativo y hasta de alimentación, más que el que brindan los propios compañeros y maestros; de la misma forma, muchos carecen de al menos una mínima orientación moral, de una palabra de motivación y una palmada que genere equilibrio en su autoestima y la obtienen del maestro o maestra; es entonces que surge el momento mágico de apreciar cómo aparece en ellos la confianza y el sentirse tomados en cuenta.
Te aseguro que la educación es mágica; todos en alguna ocasión fuimos “encantados” por alguna persona y todos en alguna ocasión tendremos la oportunidad de “encantar” a otra; definitivamente, es la cara hermosa de educar.
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