De acuerdo con distintas definiciones, la visión periférica es la que está relacionada con la localización y reconocimiento de la información visual que se encuentra alrededor del objeto sobre el que fijamos nuestra atención; siendo el campo de visión que se produce alrededor del foco central y tiene una gran importancia para apreciar los detalles, al permitirnos ver nuestro entorno en general.
Esta forma de visión es usada en diferentes actividades y resulta un elemento indispensable e insustituible para el desarrollo de los deportes, la lectura, el manejo en vehículos, la operación de maquinaria y actividades laborales diversas; todo ello para la ejecución, reacciones reflejas y toma de decisiones ubicadas en el contexto de la función que desempeñemos.
Es tan importante el desarrollo, fomento y uso de esta forma visual que, sin ella, seguramente todos los procesos que desarrolláramos se verían entorpecidos, alentados y con la aparición de múltiples errores y consecuencias fatales.
Si tenemos en cuenta la importancia que reviste, ¿por qué en la educación nos seguimos empeñando en realizarla centrada y fragmentada? es decir, en enseñar materias, asignaturas y temas por separado de la realidad, como si fueran fórmulas únicas e inamovibles, agrupadas en carpetas independientes del contexto en donde esos conocimientos, seguramente se aplicarán en las condiciones cotidianas de la vida misma, en una situación y lugar determinado, diferente en cada ocasión.
Enseñar y formar en familias desde una visión periférica, incluiría el preparar a hijos y al resto de sus integrantes para la vida, empeñándonos en no sólo reproducir las reglas y normas de convivencia social de manera impositiva e irrefutable; es ir “más allá”, al darle sentido a lo que cotidianamente se vive y experimenta en ese grupo; cada acción, cada diálogo, cada resolución y toma de decisiones, así como elementos tan cotidianos como el preparar la comida, aseo personal y limipeza del hogar, entre miles de actividades más, cuentan como una lección que deberá ser asimilada y empleada en su momento, pero ahora con una visión ampliada adecuada al contexto que viva en su futuro cada integrante.
Habría también que entender que el educar para una visión periférica implica, en primera instancia, el reconocer que, aunque las lecciones en el hogar y lugares relacionados a él son las mismas, cada integrante es diferente y, por tanto, cada quien lo asimilará y entenderá de distinta manera; es por eso que, tendríamos que asegurarnos que, además de reconocer lo anterior, remarcar y hacer explícito ante ellos que ubicamos y respetamos sus características personales y su individualidad, para que, al emigrar o estar afuera del hogar, entiendan que poseen esa visión ampliada para la vida, que les permita adaptar y realizar acciones adecuadas a las características que lo rodean, al contexto y el momento en que se desempeñan.
Algo muy similar ocurre en las escuelas, en donde los contenidos de los programas de estudios se encuentran, en primera instancia, parcializados por materias y asignaturas, como si en la realidad externa a los planteles se fueran a presentar de esa manera; lo anterior ofrece una óptica reducida y desvinculada de su área de aplicación cotidiana.
El maestro de matemáticas empeñado en hacer comprender esa lógica; y así, a su vez el de ciencias, el de historia, español y todas las demás disciplinas; mostrando de manera “reducida” sus contenidos, divorciada de los otros, pero todavía más grave, alejadas de su contexto, lo que ignora la especificidad de cada alumno y demuestra la visión reductiva y poco periférica con la que se actúa; incluso, si alguien no aprueba una de estas aisladas materias, pierde toda su vida académica al abandonar sus estudios.
Se debe comprender que cada niño, adolescente y joven es diferente, proviene de un origen, cultura familiar y social distinto, además de su trayectoria vital vinculada y expuesta a todas las formas de comunicación física y virtual que existen; el otorgarle conocimiento parcializado, no hace más que acrecentar su visión reducida de las cosas, en lugar de observarlas periféricamente.
Durante su estancia escolar y a su egreso, tendrá que integrar ese rompecabezas de mil piezas, todas diferentes, que le fueron otorgadas clase a clase en los distintos niveles educativos; provocando que muchos de ellos egresan aplicando los conocimientos recibidos cual si fueran fórmulas únicas ante cualquier evento, circunstancia, tiempo y lugar; evidenciando la falta de una visión periférica en su aplicación.
NOTA: en el año 2023, en México se está implementando una forma de educar en planteles públicos que procura ofrecer esa visión periférica, mediante el trabajo basado en proyectos; desaparece el libro de matemáticas, pero las matemáticas nunca desaparecerán, solo que ahora se integran a las demás ciencias y disciplinas que se necesitan para ejecutar un proyecto o resolver de manera real una problemática.
Creo que es un paso importante en la forma de educar desde y hacia una visión real para la vida; sin embargo, como he venido insistiendo: no es un libro, manual o decreto secretarial el artilugio mágico que cambia toda la visión integral e integradora educativa; es totalmente insuficiente la forma de implementarla, dado que ni los maestros fueron formados para tal fin y éstos cuentan con una trayectoria de años trabajando diferente a la propuesta, además de que la capacitación recibida por sus pares en un par de semanas y viernes de consejo técnico, no resuelven su operatividad y mucho menos su éxito.
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