Familia y escuela Capítulo 228: Aprendizaje en los micromundos

Decía Paulo Freire: “…nadie educa a nadie, como que nadie se educa así mismo: los hombres se educan en comunión, mediatizados por el mundo”

En tal sentido sería ilusorio y hasta muy simple el pensar que solo se educa en la escuela, provocado por un maestro o maestra que de manera metodológica y siguiendo un plan de estudios enseñan sus contenidos, previamente diseñados por científicos y eruditos, quienes dictan lo que se debe aprender en los tiempos y límites de desarrollo evolutivo para cada edad y etapa de desarrollo.

Lo anterior corresponde con la llamada educación oficial, formal y escolarizada, sujeta a normas y preceptos científicos, con una estructura y dinámicas preestablecidas de manera rigurosa; conformada por aspectos pedagógicos, didácticos, administrativos y legales que hacen de ésta, toda una institución social.

Sin embargo, aún con toda la importancia que la educación formal tiene para el desarrollo social y cultural de todos los pueblos, ¿es la única forma de aprender? ¿es el único espacio en donde se adquieren conocimentos, habilidades y actitudes? ¡desde luego que no!

Paralelamente al proceso escolar tenemos lo que denomino: microespacios o micromundos, en donde mediados por microambientes, se desarrolla de manera natural y aveces imperceptible diferentes tipos de aprendizajes los cuales están muy lejos de estar sujetos al rigor y las mismas formas y reglas de los formatos escolarizados.

En estos ambientes específicos se llevan a cabo enseñanzas de diferentes contenidos y áreas del conocimiento, que van desde matemáticas, ciencias y lectoescritura, hasta el fomento de valores, costumbres, actitudes y habilidades de diferente índole, todo ello de manera muchas veces empírica, con ensayo y error o con la imitación y repetición de lo que se observa, pero siempre con una alta tasa de éxito.

En el micromundo familiar, hacia el interior de esos hogares, se lleva a cabo la primera de las lecciones magistrales, con el desarrollo del lenguaje hablado aunado al fomento de valores, costumbres, ideas y formas de ver la vida, así como aspectos religiosos y del desarrollo inicial de los factores económicos.

Es en este microespacio en donde se adquieren los primeros formatos de consumo cultural, al tener al alcance o no, de libros, televisores y demás aparatos de reproducción de audio y video o de acceso al internet con telefonía o cómputo y todos ellos con la correspondiente calidad en el uso y aplicación que en esa familia se lleve a cabo.

Lecciones fundamentales en este microespacio son el tipo y forma de trato y apoyo entre sus integrantes, así como la manera de resolver conflictos; de igual importancia se puede clasificar el ejemplo brindado en el consumo de alimentos o de sustancias prohibidas.

Otros micromundos presentes en donde tenemos diferentes aprendizajes los encontramos afuera del hogar, con amigos y compañeros, con situaciones de convivencia social; grupos deportivos, de prácticas culturales, religiosas, políticas y demás actividades sociales.

Desde muy pequeños se aprende matemáticas, cálculo, mercadotecnia y trato al cliente, quienes conviven en familias o trabajan en micromundos de comercios de diferentes rubros; aprenden cualidades, resistencia de materiales y elementos de física y química, aquellos que se desempeñan en microespacios dedicados a la construcción o fabricación de estructuras.

El microespacio del arte, cultura, estética y embellecimiento de las personas, van dejando enseñanzas en los ayudantes y aprendices, quienes mediante la observación y hasta por el aprendizaje mediante el acierto o error, van adquiriendo habilidades que los llevan a emprender su propio establecimiento o a introducirse en el mundo de lo artístico.

Qué decir del micromundo virtual, ese que tiene atraídas y aprisionadas frente a una pantalla de computadora o teléfono celular a todas las miradas, ideas, pensamientos, formas de recreación y comunicación entre individuos; en este microespacio los aprendizajes son infinitos. 

De hecho, ya para cuando un niño llega a la escuela o cuando un adolescente o joven ingresa a un plantel de un nivel medio o superior, ya lleva muchos micromundos recorridos, nunca llega en blanco; incluso, en el propio microambiente de un salón de clases, se aprenden miles de cosas más que los contenidos de las materias que ahí se enseñan.

Por un lado, la educación formal, debe reconocer con toda humildad, que no es la única fuente del conocimiento y, con ello, darle su valor a los diferentes micro mundos existentes en su contribución para la formación integral de las personas.

Pero por otro, los que conformamos los diferentes microespacios debemos estar conscientes de la responabilidad que tenemos ante el desarrollo integral del proceso educativo para la vida de quienes nos rodean.

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