Resulta de lo más normal que a la institución escolar, reconocida como ese principal sistema educativo formal que tienen los grupos sociales, se le asignen casi de manera total las acciones formativas, de fomento cultural, científico y de procedimientos técnicos; además, de hacer valer todas las normas de obediencia y respeto, así como estilos de vida saludable y la reproducción de valores civiles y patrióticos.
Lo anterior se lleva a cabo debido a la obligación que tienen las familias de llevar a sus hijos desde muy pequeños a los distintos planteles escolares de diferentes niveles educativos, en los cuales durarán varias horas en manos de quienes conducirán todo el proceso descrito.
Este cautiverio provoca, además, que se aproveche para la puesta en marcha de diferentes campañas activadas por docentes y autoridades escolares, algunas de las cuales buscan favorecer la salud mediante el reconocimiento de una sana alimentación con el consumo de alimentos adecuados, el no consumo de alimentos chatarra; revisiones odontológicas, de control de peso y de la prácica cotidiana de actividades físicas.
Además, la concentración de alumnos es aprovechada para establecer y fomentar beneficios sociales como el no consumo de sustancias nocivas, prohibidas o permitidas, la prevención del embarazo precoz y actividades de apoyo emocional, entre muchas acciones más.
Hasta este momento, con las actividades descritas, tal pareciera que, en efecto, la escuela es la institución perfecta para generar individuos con las habilidades y capacidades integrales para desempeñarse adecuadamente en sociedad; sin embargo, al ingresar los alumnos, llegan demasiado tarde, puesto que los resultados obtenidos no parecen concordar con la realidad que vive el país.
En efecto, nos encontramos en el momento en que las distintas realidades sociales han rebasado la normalidad y la convivencia social armónica: corrupción, asaltos, delitos cibernéticos, secuestros, “levantones”, ejecuciones y fosas clandestinas; falta de confianza entre los propios ciudadanos y hacia las autoridades encargadas en dar certeza y seguridad a los ciudadanos.
¿La educación y formación de individuos ha perdido el rumbo? ¿Ha fracasado el sistema educativo en sus aspectos sociales y culturales? ¿La escuela se ha centrado en formar solo en aspectos científicosy técnicos, olvidando la formación cívica y ética? ¿las autoridades no han sido capaces de recuperar la confianza ciudadana en ellas?
Tal parece entonces que falta una pieza grande e importante en el rompecabezas social y es aquí donde, como gran superhéroe y parte fundamental en la educación y formación de personas, tiene que hacer su aparición LA FAMILIA, al rescate de todos los objetivos, acciones y situaciones que generan convivencia armónica.
Por principio de cuentas debemos recordar que la educación no es sinónimo de escuela, no está solo depositada en un aula y un profesor o profesora; la educación es un proceso social que se lleva a cabo en todos los rincones, espacios y tiempos en donde se convive; se aprende en la convivencia fuera de casa, en un transporte urbano o metro, en un centro comercial; al escuchar una canción o al admirar una película, obra de arte o un paisaje.
Aprendemos todos los días en nuestros hogares al vivir y experimentar diversas situaciones, contextos, formas de comunicación y expresiones afectivas, práctica de valores, solución de situaciones y conflictos; conductas saludables y de consumo cultural, alimentación y hasta de costumbres y cosmovisiones filosóficas y religiosas.
La gran importancia que para la educación y formación de sus miembros tiene la familia, radica en colocar los cimientos de la gran construcción que tendrá efecto en la seguridad que adquiera cada persona; mientra esas bases sean lo suficientemente claras, fuertes, seguras y sólidas, cada individuo podrá entonces conformar su personalidad de manera proactiva, honesta y demostrando con sus actividades y actitudes todos los valores aportados por su núcleo familiar.
La familia lanzada al rescate podrá brindar a sus miembros la suficiente confianza para que todos los demás factores que bombardean los momentos y acciones educativas positivas o negativas sean aprovechadas o rechazadas de manera consciente.
La familia que realizó bien su tarea, podrá contar con la confianza de que cuando sus hijos se encuentren fuera del hogar, de manera independiente y autónoma, puedan rechazar con toda seguridad una invitación al consumo de sustancias nocivas o negar su participación en actos ilícitos; además de elegir de manera correcta cambiar o apagar la sesión virtual al estar frente a las distintas redes sociales o contenido digital que muestran escenas sexuales morbosas e insanas o, invitaciones a participar en retos que provocan auto flagelaciones o acciones que ponen en peligro su vida.
Desde luego que la educación formal en las escuelas es importante, pero para cuando los alumnos llegan a ellas, es demasiado tarde para iniciar una formación efectiva, dado que previamente ya fueron espectadores y alumnos de otras experiencias personales, las cuales le llevan mucha distancia y ventaja a los profesores.
Es momento de lanzar la señal para que aparezca esa heroína al rescate de la educación y formación de sus miembros; definitivamente es momento de llamar a la familia.
El día de hoy, miércoles 23 de octubre de 2024 se está llevando a cabo la conferencia magistral: “Familia y Escuela” en la ciudad de Matehuala San Luis Potosí. Agradezco infinitamente la presencia de los asistentes.
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