Diversos conceptos que han sido originalmente utilizados en las ciencias exactas, ya han emigrado y se usan también en el terreno de las ciencias sociales y humanas; tal es al caso del término: homeostasis.
Para las ciencias de la salud, la homeostasis es el equilibrio que se produce en un medio interno y consiste en la tendencia que posee cualquier sistema, incluyendo los seres vivos, a adaptarse a los cambios y mantener un ambiente interno estable y constante.
En los organismos, este fenómeno depende tanto del medio externo con el vínculo entre el ser vivo y el medio ambiente en el que se encuentra, como del medio corporal interno; consiguiendo una autorregulación que permite su conservación y funcionamiento óptimo.
La homeostasis corporal nunca está determinada de forma final y completa, puesto que siempre se provoca su constante adaptación a las distintas, del contexto, el medio ambiente en el que se coexiste y las diversas situaciones de desequilibrio que lo confrontan.
Tal es el caso de la reacción ante altas temperaturas corporales con la aparición del sudor para regularlo; de igual forma, ocurre ante la respuesta ante situaciones estresantes o de peligro con la aparición de la adrenalina, preparando al cuerpo para la respuesta ante estas complicaciones, aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el flujo sanguíneo a los músculos, al tiempo que dilata las pupilas y las vías respiratorias, logrando su equilibrio.
Cuando la homeostasis se aplica a fenómenos humano sociales, estamos hablando de ese necesario equilibrio que se debe buscar para que nuestras acciones realizadas en comunidad resulten en formas proactivas y benéficas para la persona; es decir, en la interacción que se tiene ante diferentes grupos y situaciones se busca estar “a tono” “en sintonía” o simplemente actuar de forma adecuada con las reglas y normas sociales establecidas para obtener el reconocimiento y aceptación que nos otorgue nuestra homeostasis con el exterior.
Para todo lo anterior se tiene la necesidad de elementos psicológicos, tales como la autoestima, autoimagen, seguridad en sí mismo, autorregulación, sentido de pertenencia y más, los cuales representan aspectos necesarios que nos ayudan aportando la confianza y el reforzamiento para lograr el equilibrio ante cada acción que desarrollamos y cada situación de interacción social en la que nos encontremos.
De la misma forma, durante las relaciones interpersonales ponemos en acción un sistema regulatorio y compensatorio que nos permite obtener beneficios, complementos y apoyos de las personas con las que interactuamos, buscando en ellos estados de equilibrio que nos permitan estar acorde con sus comportamientos, ideas, acciones y toda forma de actitudes y pensamientos que nos hagan sentir en armonía con su compañía.
Por el contrario, con personas que nos resultan nocivas en alguna o algunas de sus características, nuestra forma de equilibrar y ser homeostáticos es distanciando o definitivamente evitando el contacto social con ellas.
Lo anterior explica de manera clara cómo se desarrolla la dinámica de las relaciones humanas, teniendo empatía y acercamiento con algunas de ellas, hasta llegar a conformar círculos de amistades, parejas sentimentales y familias; pero de igual manera, se denota el rechazo, la no aceptación y hasta la marginación y exclusión de otras.
Esta forma de homeostasis social parte de una subjetividad, pero también de la concordancia en las formas de obtener cierto equilibrio con las personas con las que se desea interactuar, pero también con quienes no deseamos hacerlo; en ambos casos, resulta muy importante, para un bienestar social y sobre todo personal, el tener presente y estar alerta a estas reacciones, tomando en consideración que no se va a cambiar o moldear al mundo y a todas las personas para que se adapten a nuestra forma de ser, más bien, opera como una pieza de rompecabezas la cual se integra en el lugar correspondiente o se rechaza en donde no se tenga el espacio natural para insertarse, provocando la conformación, no obligada ni forzada, de un tejido social.
La educación y formación de hijos y alumnos tiene una gran influencia en el fomento e impulso para tener y practicar una actitud que de manera constante busque la homeostasis, no solo la que concierne a su bienestar físico, sino también en los aspectos sociales y culturales, ocurridos en todos los grupos incluidos las familias, escuelas, medios de comunicación y redes sociales.
En las familias resulta interesante como cada una de ellas tiene su procedimiento, dinámica, herramientas, conductas, hábitos, normas, formas de adaptación y de dar solución a todos los obstáculos y situaciones que cotidianamente enfrenta y que, con ello, logren un trayecto funcional y equilibrado.
Formas diferentes de dar solución de acuerdo con la especificidad del problema, tratamiento y apoyo emocional diferenciado a los miembros de la familia, correcciones conductuales aplicadas de manera firme, pero al mismo tiempo formativas y no generando rencor; generar un ambiente de confianza y seguridad que propicie que al confrontar un obstáculo cualquiera que éste sea, se tenga la calma y la claridad para actuar proactivamente y lograr su homeostasis social.
En espacios tan libres y sin fronteras que limiten su difusión, como es el caso de todas las plataformas, aplicaciones digitales y redes sociales, el equilibrio resulta fundamental sobre todo cuando la autoestima, la difusión de perfiles, actividades, noticias, campañas publicitarias y en general todo el contenido que se “sube a la red” está expuesto al escrutinio popular por la vía del “like y no like”, seguidores y detractores, tendencias y bloqueos, búsquedas y desencuentros, así como la afirmación que al solamente consumirlo le estamos dando todo nuestro apoyo a la Inteligencia Artificial.
En la educación escolarizada, si ésta se presume de ser integral, para todas sus situaciones didácticas el equilibrio lo es todo: lo teórico con lo práctico, la inclusión y la marginación social, el ambiente escolar agradable y el rígido, el formativo y el simplemente repetitivo; la orden impositiva, autoritaria y la indicación con sentido lógico; la educación para la vida y la que simplemente busca que se memorice y se repita lo “aprendido”.
Homeostasis es la palabra clave para la educación, es el objetivo que todo acto formativo debe perseguir, no solamente informando sino formando para que, en cada persona, se vuelva una postura permanente.
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