A partir de hoy casi todo será futbol. De por sí mucha información no fluye como debiera, y todo se va en show, ahora peor, con los tres partidos de rigor de nuestra selección y los que vayan avanzando y los especiales de análisis y “comedia” no habrá respiro. Aún no empezaba el Mundial y ayer salió la noticia de un compatriota que por hacerse el “chistoso” metió una botella de tequila de contrabando a Qatar y lo presumió en TikTok; según la ley de ese país le darán 30 latigazos como castigo.
El martes es el primer partido de la selección, a las 10 de la mañana de México. Se sabe que van casi 100 mil mexicanos (¿cuál crisis?), muchos sin garantía de pase físico a los estadios o sin alojamiento. Poco se habla de las muertes que causó el sistema esclavista del que se sirvieron las autoridades de Qatar para construir sus estadios, o de la opresión social, sobre todo hacia las mujeres.
Antes de que los once salten a la cancha, y medio país se transforme en el jugador número 12, vamos con otros temas.
El INEGI dio a conocer el jueves la actualización de la Cuenta Satélite de la Cultura de México (CSCM). Según sus datos, en 2021, el Producto Interno Bruto (PIB) del sector cultural reportó un monto de 736 725 millones de pesos. Esto significó una participación de 3.0 % respecto al PIB nacional. Los medios audiovisuales —como internet, cine o videojuegos— generaron 35.0 % del PIB; las artesanías contribuyeron con 20.8 %; la producción cultural de los hogares, 20.6 por ciento; diseño y servicios creativos, 8.5 %; la formación y difusión cultural en instituciones educativas, 4.9 %; las artes escénicas y espectáculos, 4.2 %; libros, impresiones y prensa, 2.4 %; patrimonio material y natural, 1.5 %; música y conciertos, 1.2 %, y las artes visuales y plásticas, 0.9 por ciento.
Habría que revisar los presupuestos que cada nivel de gobierno asigna a estos rubros, y ver qué tanta correspondencia hay: el apoyo al arte y la cultura no debe ser solo hacia una disciplina según “el gusto” de quienes deciden las ministraciones.
Ayer, 18 de noviembre, se cumplieron 50 años del incendio de las minas de Guaxamá. El Heraldo de San Luis destacó el domingo 19 de noviembre de 1972 en su titular de ocho columnas: “Pavoroso incendio en Guaxcamá”, mientras el primer párrafo “La débil chispa de un barreno inició la tarde de ayer al filo de las 15:30 horas un gigantesco incendio que hasta esta madrugada amenazaba con destruir las entrañas del subsuelo de Villa Juárez, en una enorme explosión”.
El incendio se inició durante la media hora que se daba en el cambio de turno, cuando algunos trabajadores se dedicaban a barrenar uno de los tiros. Luis Echeverría era presidente y Antonio Rocha gobernador. Con la mina convertida en un enorme volcán pasaron dos años, de lo que dan fe las burbujas que quedaron bajo la quebradiza tierra de Guaxcamá y los pequeños movimientos del piso que se sienten cada vez que alguien da un paso en el pueblo fantasma.
En otro tema, siguen las “protestas” esas de “activistas” que lanzan pintura u otros materiales sobre obras famosas de museos. La más reciente fue hacia “Muerte y vida” de Gustav Klimt. Además de llamar la atención, ¿qué ganan? ¿Qué tiene que ver el arte? Sigo sin encontrar la lógica.
Y parece que a pesar de los empeños de su nuevo dueño, Twitter sigue.
Y porque parece que se nos olvida, es “aniv de la Rev”. ¡Viva México, cb! Que la verdad prevalezca entre tantas mentiras y divisiones.
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Posdata: agradezco al Ayuntamiento de Villa de Reyes, y personalmente al cronista Cristobal Martínez Maya y a la escritora Diana de Asís (asistente a los talleres de la Casa López Velarde y el Centro de las Artes) por la invitación al homenaje que se le rindió a Miguel Álvarez Acosta (1907-1996) en la plaza principal. Allí en los primeros años de la década de 1960 el homenajeado creó y patrocinó una escuela de música, una orquesta y apoyó otros aspectos para el desarrollo del municipio. Hubo música, poesía y gratos recuerdos de quienes fueron parte de esa orquesta. La biografía, que espero terminar en 2023, sigue avanzando.