Hay cosas que no se olvidan; cosas que no olvidamos. Recurro una vez más al imprescindible libro de cabecera de la política mexicana, en la que el exgobernador potosino Gonzalo Santos se regodeaba de ser testigo y actor de primera mano en algunos hechos trascendentes vinculados con la historia del México moderno. El lector sabrá disculpar la frecuencia con la que recurro a este libro, pero pocas son las ocasiones en las que uno lo lee y no encuentra algún referente ejemplificador.
Fito Ruiz Cortines, era un auténtico zorro autodidacta, no sólo se cargó al lado opuesto de su antecesor, Miguel Alemán, con una política de austeridad y nacionalismo, sino también fue lo suficientemente cuidadoso para analizar a lo largo de su sexenio el perfil de su posible sucesor en la presidencia de la República. Finalmente la suerte se decidía entre dos: Antonio Carrillo Flores (nuestro casi paisano y secretario de Hacienda), y Gilberto Flores Muñoz (casi paisano nuestro y secretario de Agricultura).
Algunos habían quedado en el camino, entre ellos Ignacio Morones Prieto (paisano nuestro, casi, y secretario de Salubridad y Asistencia; quizá nos suena su nombre porque le pusieron el mismo nombre que al hospital Central –ese que se empeñó Toranzo en destruir-). Morones, según relata Santos, pidió a éste que lo recomendara ante Ruiz Cortines –en corto– para el puesto; la negativa de tío Coba fue inquebrantable, a lo que Santos respondió: habrá que encontrarle acomodo, porque aunque yo le conseguí la gubernatura de Nuevo León, pronto lo olvidará y en cambió, siempre va a creer, y nunca olvidar, que en esta ocasión yo obstaculicé su llegada.
Frente a las instrucciones presidenciales de limpiar las cuentas del Pollo, que todos sabemos están limpias, se autodescartó Toño Carrillo; el ex basquetbolista potosino y ex testaferro cedillista era el próximo presidente. Después resultó que el tapado fumaba Elegantes. ¡Perrdimos, Pollo, perdimos!
Hay cosas que no se olvidan, pregunte usted por acá.
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Afortunadamente, nos damos cuenta que acá hay cosas que tampoco queremos que se olviden; el feminismo es una de ellas. El alcalde, por ejemplo, luego del maltrato a la oficial del Registro Civil, en lo público y en lo privado, se pronunció por una política feminista y de inclusión; claro que el rebaño ovino inmediatamente fue tras él y todos sus regidores se dijeron feministas.
Desde hace unos días el feminismo es tema en la UASLP, y cómo no si los tiempos, las necesidades y los intereses, así lo ameritan. Su federación universitaria se bajó del transporte público y se montó en la yegua del feminismo, esa que hasta hace poco tiempo denostaban. Creo que no se olvida la forma despectiva en que se habían referido a los colectivos feministas que participaron en la marcha contra el acoso sexual dentro de la casa de estudios. Hoy todos dicen estar con ellas.
Dicen, porque no nos consta, que el supuesto intento de secuestro de una estudiante del campus oriente de la UASLP, fue el que detonó las protestas para exigir seguridad, pero –me– dicen también, personas autorizadas en el asunto, que se han revisado los videos registrados por cámaras cercanas, del día y la hora señaladas, y nada se ha encontrado. Mientras tanto aquel espacio universitario lleva tres días tomado.
La oportuna actuación de los estudiantes va hacia otro lado, el próximo año viene la elección de rector y claro que mientras más inestabilidad exista en la institución, los resultados pueden variar. El tapado natural de rectoría es un arquitecto que hace firma de rotulista de barrio y ocupa la Secretaría General; desde luego que otros hacen su luchita y promueven sus intereses, y al igual que el general de gobierno estatal, han aprendido a generar, administrar y resolver el caos.
Tienen suerte los estudiantes de estar frente a un rector de carácter suave, ya los hubiéramos querido ver armando esos sainetes ficticios en la segunda mitad de la década de los ochenta, cuando había líderes en serio, compromisos sociales en serio, se luchaba por las causas en serio, y hasta había rectores en serio.
Algunos colectivos feministas se han manifestado en contra del oportunismo del líder de la Federación Universitaria; por ejemplo, la comprometida feminista Arely Torres Miranda, anotó en una de sus redes sociales: esos vatos de la FUP son una bola de aprovechados, machitos, expropiadores del trabajo de las chavas universitarias feministas, y aparte, eso de andar haciendo caldo político de la tragedia que implica las violencias que viven las mujeres universitarias es no tener ni tantita madre. Nunca creí verles llegar tan bajo y eso que nunca he esperado nada chido de ellos. ¿Pues no andaban el 25 de noviembre pasado diciéndoles feminazis a sus compañeras que protestaron y pintaron el Edificio Central, haciendo burla y persecución en redes sociales contra ellas? Tantita madre, chavos. Son un pinche asco.
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Sí lo son, pero no nada más ahí, el asco esto se extiende también al Congreso. Las canalladas y el agandalle están al día en el Congreso potosino; guardadas las proporciones, se ha convertido en una especia de Cabildo catedralicio del siglo XVII. Canónigos arrogantes que guardan estiletes bajo ampulosos ropajes, se retan a duelo en sacristías y atrios, o se apuñalan a traición en la sillería coral.
No se explica de otra forma que Edson Quintanar repita como líder de la bancada de Morena, ni la llegada a la presidencia de la JUCOPO, del diputado panista Rolando Hervert Lara –ese que luego dice cada sandez cuando lo entrevistan–, cuando hasta hace unos días se esperaba la llegada de un connotado panista, incluso compadre del actual presidente estatal del partido.
Mal paga el diablo a quien le sirve; las puñaladas le llegaron de varias manos y curules, no sólo locales, sino también federales. Dicen que quien lo apuñaló con más saña, es una diputada a la que por conflictiva iban a retirar del Consejo Nacional de ese partido. Lo que son las cosas, repite como tal, luego de quedar en las listas en cuarto lugar.
Como sea, se apuntala Xavier Azuara, retirando de su camino a todo aquel que le pueda representar un obstáculo; Guajardo mientras tanto debería recordar aquel: Tu quoque, Brute, fili mi.
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A propósito de agandalle; resulta la UASLP participará en la vigilancia de la Sierra de San Miguelito, según se anunció después de un convenio que estableció con la UNAM. Muchos estaremos de acuerdo que es la institución académica más prestigiada en este, cada vez más desprestigiado, entorno. Lo que me resulta curioso es que esta institución hubiera construido un campus en un espacio depredado a esa sierra. Campus que, por cierto, le está generando muchos problemas al director de la Facultad de Ciencias, el doctor Daniel Campos, porque la mudanza se hizo muy a la mexicana: improvisando y a la brava. A pesar de los buenos arquitectos e ingenieros con los que cuenta la UASLP, no deja de ser un espacio inconcluso, donde los accidentes y robos a profesores son cosa de todos los días.
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Este será un fin de semana largo, y si no tiene a que salir, no salga, los tiempos ya no están para andarse exponiendo –a lo que sea–; mejor le sugiero que corra a conseguir, y se ponga a leer, el libro El vendedor de silencio, de Enrique Serna; biografía novelada de Carlos Denegri, aquel que fuera el periodista más influyente de México. A propósito de canallas y gandallas.
Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan. ¡Felices fiestas patrias!