Hubiera estado muy bien que esos vientos medio huracanados de lunes y domingos nos hubieran traído, además de una nubes suficientemente grises, unas buenas lluvias. Pero nos quedamos con las ganas.
Me pregunto si yo o ustedes que leen tenemos alguna especie de responsabilidad en esto y pareciera que a simple vista no ¿o alguien cree que sí?
En una sola vida o generación hemos pasado de ser la ciudad de los jardines a ser una de las entidades con menor índice de precipitaciones pluviales. Y aunque es obvio que vivimos en un meridiano desértico es muy cierto también que las estaciones del año se han desdibujado y la temporada de lluvias ha pasado a pertenecer a la categoría de los milagros.
Hace unos día en un chat me apareció un video que habla del plan de Medellín para enverdecer la ciudad logrando bajar su temperatura dos grados y eso con “una tecnología que tiene más 500 millones de años: las plantas”. Plantaron un millón de árboles y millones plantas y desarrollaron 30 corredores verdes que atraviesan la ciudad conectando parques, valles y colinas permitiendo así el crecimiento de la diversidad urbana. Y no sé si seré muy ingenua, pero me pregunto que nos falta para poder ese tipo de giros para revertir el mal que hemos causado con el crecimiento urbano y poblacional.
No entiendo la lógica de quienes poseen los grandes capitales de este estado o las autoridades en turno ¿Por qué apostarle al deterioro social y natural, por qué y para qué sumarse a la corrupción, al crecimiento desmedido y desorganizado de nuestras ciudades? ¿Qué efecto tiene dar mantenimiento a parques jardines y avenidas en tiempos de elección? ¿Qué no se dan cuenta que al final estamos todos en el mismo barco como el Titanic, y que los que viajan en primera clase se ahogarán de la misma manera que los que van en la sala de máquinas? ¿son tontos o creen que el aire limpio se consigue con una licitación o un permiso para desarrollar un fraccionamiento, abrir una planta contaminante o dar despensas que no alcanzan ni para tapar una muela?
Enoja, pero al final el enojo se borra con la tristeza de ver el crecimiento de basureros, de plásticos en los océanos y ríos, el aire sucio de ésta y otras ciudades de gran tamaño. Me pregunto que les tiene que suceder a estas autoridades para que recapaciten y enderecen su comportamiento. Y nosotros, estamos esperando a que se cumpla la profecía de la que hablan quienes no tienen miedo de decir la verdad y que México dejará de ser esa tierra maravillosa, confiable, rica en diversidad y libertad en la que mi generación ha vivido hasta hace pocos años.
Veo todos esos videos en donde “el pueblo bueno” vende su voto a cambio de espejitos y no puedo creer que estemos viviendo esta realidad tan llena de cínicos por un lado, de perversidad por otro y de ingenuidad o valemadrismo por otro más.
Qué pena despertar en dos meses sin país, sin libertad, sin certezas, sin ánimo sabiendo que pudimos haberlo evitado.
¡Por favor no se queden esperando en su casa que suceda un milagro y que las autoridades actuales cambien y enderecen su rumbo! Salgamos a votar, en familia, con el clan, con los amigos, con el club, con la cofradía con quien quieran, pero no dejen que el país se nos vaya entre las manos, ¡no, después de tantas señales y advertencias!
El tres de junio lo vamos a lamentar como lamentamos haber permitido la tala, el crecimiento urbano, la falta de reposición de áreas verdes y protegidas como la Sierra de San Miguelito y tantas más. Defendamos en país, su geografía y sus instituciones porque es lo único que tenemos.
Gracias Pati por recordarme la necesidad de proteger la naturaleza