A ocho días de que deba llevarse a cabo la Procesión del Silencio vive la esperanza de que sí se realice sin mengua en su prestancia tradicional, pero no gracias a la Secretaría de Cultura sino a pesar de ella. La grosera, prejuiciada, falsaria y, sobre todo, torpe intervención del gobierno estatal en este tema tiene además otra característica deleznable: el gesto cobarde de lanzar la piedra y esconder la mano.
La relación entre la asociación civil Tradiciones Potosinas y los presidentes de las 32 cofradías que son el sustento de la Procesión nunca ha sido una fiesta de San Valentín, pero nunca antes esta convivencia que lleva 59 años había alcanzado los niveles de dificultad y discordia que se hicieron presentes ahora que las diablillas y diablillos de la SECULT metieron sus pezuñas.
No cabe duda que Tradiciones Potosinas debía haber llevado una relación más cercana y cálida con los dirigentes de las cofradías, pero asumir que estos últimos son todos unos angelitos bajados del cielo es un error. Sin embargo, cualquier posibilidad de un mejor entendimiento entre ambas partes se hizo polvo desde el año pasado que el gobierno gallardista decidió hacerse cargo de la administración y control del evento y comenzó a hacer lo que vino a convertirse en veneno para todos: empezó a entregarle dinero a las cofradías, comenzando por las más afines, y luego las lanzó contra TP.
Hay en video unas declaraciones de hace pocos días de la secretaria de Cultura Elizabeth Torres Méndez, en las que visiblemente nerviosa niega que la dependencia a su cargo haya entregado dinero a los representantes de las cofradías. Con un lenguaje más enredado que el de Cantinflas doña Elizabeth dice que son los propios cófrades los que se están organizando “con alguna persona” para recibir del remanente de la renta de las sillas. Tengo a la vista también una serie de fotografías acompañadas de un boletín, que aparecen en la página web oficial de la Secretaría de Cultura, donde se muestra y relata como el 6 de mayo del año pasado su propia titular, o sea la misma ETM, hace entrega de dinero en efectivo a varios dirigentes de cofradías, especificándose con precisión que es un remanente de la renta de las sillas, que por primera vez en 2022 operó y controló la dependencia gubernamental. En esto estaba pensando cuando en el primer párrafo añadí el adjetivo de falsaria, referido a la intervención oficial en estas cuestiones.
A lo largo de la entrevista que dura poco menos de un minuto, Torres Méndez insiste en que los presidentes de las agrupaciones procesionales son quienes por sí mismos han estado en tratos “con una persona” para el reparto del dinero. Le escuece la garganta decir que no es en realidad “una persona” sino la empresa Ticketmanía que desde 2021 presta sus servicios al Gobierno del Estado para diversos eventos, y es la misma que este año volverá a manejar la renta de las sillas. El primer requisito para ser un buen mentiroso es tener buena memoria.
CUENTAS ALEGRES
En estos días de discusiones, desencuentros y malas vibras entre quienes desde hace más de medio siglo han hecho posible el que sin duda es nuestro principal evento religioso (la primera Procesión, muy corta y breve celebrada al interior del templo del Carmen, tuvo lugar en 1954, mientras que Tradiciones Potosinas se fundó en 1964) se ha insinuado que el meollo del pleito es el dinero; por momentos se da a entender que hay una gran suma en disputa. No es así.
En 2019, última Procesión organizada íntegramente por Tradiciones Potosinas, según el informe oficial de su despacho contable, el total de sus ingresos, incluida la renta de sillas, que es el principal, fue de 944 mil 956 pesos. En el mismo lapso, sus egresos fueron por un millón 01 mil 319 pesos con 16 centavos. Es decir, enfrentó un déficit de 56 mil 363 pesos.
¿En que gasta TP? Específicamente en la Procesión: en flores, cirios y otras decoraciones para las andas, vestimenta para algunos contingentes; instrumentos para las bandas de guerra, pendones y gallardetes para el Centro Histórico, iluminación, sonorización y decoración de la ruta procesional, montaje de rampas en la Plaza del Carmen, impresión de folletos y carteles conmemorativos, transmisión de audio y video, etcétera. El resto del año: mantenimiento de la casa que tiene en comodato y donde guarda las imágenes, y restauraciones; pago de tres sueldos: una secretaria-administradora, un conserje que cuida y limpia los grupos escultóricos ahí resguardados, y una señora que hace el aseo tres o cuatro días a la semana. Ningún asociado o directivo cobra sueldo o compensación alguna.
¿Cómo logra sus ingresos? Su fuente principal es la renta de sillas. En 2019, se rentaron 6 mil 650 a precios que fluctuaron entre 50 y 250 pesos, según la ubicación. El total ingresado fue de 777 mil 500 pesos. Pero, ojo: la empresa que vende el boletaje se lleva mínimo un 10 por ciento y el dueño de las sillas las alquila entre 18 y 20 pesos cada una.
Hasta ese mismo año, último con Procesión antes de la pandemia, el Gobierno del Estado entregaba a Tradiciones Potosinas un subsidio de 180 mil pesos anuales; es decir, 15 mil pesos mensuales. En 2022, primera procesión postpandemia, ya en la administración de Gallardo Cardona, ese subsidio se aumentó a 200 mil pesos anuales, pero nunca llegó a TP. Se lo entregaron a la Secretaría de Cultura. Por el momento no hay manera de saber con exactitud los ingresos y gastos de la Procesión del año pasado, dada la opacidad con que este gobierno maneja sus cuentas.
Al iniciar la administración municipal que encabeza Enrique Galindo Ceballos a fines del 2021, el Cabildo autorizó un subsidio de 160 mil pesos a partir de 2022 para la Procesión a través de Tradiciones Potosinas. En su momento, el director de Cultura municipal Daniel de la Llera, viejo integrante de esa agrupación, acudió solícito y presuroso a entregarlo ¡a la Secretaría de Cultura!
¿Un subsidio estatal de 200 mil pesos al año en el ámbito de la cultura es poco o es mucho? Juzgue usted: El presupuesto de la SECULT para 2022 fue de 375 millones 921 mil 755 pesos. Dentro de esta suma, se asignaron 22 millones 912 mil 012 pesos únicamente para el museo Francisco Cossío: Casi 23 millones contra 200 mil pesos.
Con todo y su presupuesto, que para este 2023 es de 435 millones 237 mil de pesos, la Secretaría de Cultura -que seguro le echará la pelotita a los cófrades- este año cobrará las sillas parejo a 200 pesos cada una. Al parecer instalará 5 mil, para totalizar un ingreso de un millón, que ya sabemos que se cae un 20 o 30 por ciento según la comisión de la empresa del boletaje y el costo de renta de las propias sillas.
LA DISPUTA POR LAS IMÁGENES
Normalmente la Procesión del Silencio integra 27 imágenes religiosas, 12 de las cuales están bajo el resguardo de Tradiciones Potosinas. De éstas, 10 son de su propiedad y las otras dos tienen un propietario diferente que las encarga para su cuidado. Dentro de las que pertenecen al patrimonio de TP, varias han sido adquiridas a lo largo de los años con recursos propios y el resto han sido donadas por diferentes personas (unas son españolas y otras nacionales).
Son estas imágenes las que la torpeza oficial ha convertido en manzana de la discordia. Dos veces, por escrito, Tradiciones Potosinas ha ofrecido facilitar el préstamo de todo su acervo procesional, que además de las imágenes incluye andas, palios, floreros, cruces guías, vestuario, la corona de la virgen, así como la daga que atraviesa su pecho, etcétera (la valiosa corona fue donada hace decenios por el maestro Fermín Rivera).
En una actitud extraña y sospechosa de perversidad, la Secretaría de Cultura nunca ha respondido por escrito y su titular declara confusamente que su responsabilidad es únicamente ver que el evento salga bien y que todo lo demás es cosa de los presidentes de la cofradía.
En reuniones celebradas hace algunas semanas, Tradiciones Potosinas reiteró su ofrecimiento y solicitó, con la mayor naturalidad, que el gobierno adquiriera unos seguros para la protección del patrimonio representado por las imágenes y demás elementos. No hay, por lo menos hasta ayer miércoles, un avalúo completo de los grupos escultóricos (está en proceso) pero sin duda será de varios millones de pesos. En tratándose de un aseguramiento por 48 horas, su costo debe ser bastante bajo. Ante este planteamiento, la Secretaría de Cultura -que a ratos se esconde y a ratos se hace presente- dijo que no tenía presupuesto para ese tipo de gastos y que tampoco podía firmar convenios de comodato. El caparazón burocrático,
En cierto momento alguien de las cofradías dijo que les prestaran las imágenes y que firmarían un pagaré por si sufrían algún daño. Uno de los representantes de Tradiciones Potosinas reaccionó de botepronto y dijo que un pagaré sirve si tiene un buen aval, de preferencia alguien que sea dueño de algún inmueble.
No conseguido ningún acuerdo en esas negociaciones, el aparato oficial de propaganda se puso en marcha y aquel intercambio de ideas lo convirtió en la brutal exigencia de los sangrones de Tradiciones Potosinas a los pobres cófrades para que les entregaran las escrituras de sus casas. Si eso no es perversidad, no sé qué lo sea.
Desde hace años, para permitir que se saque del templo del Carmen, donde permanece todo el año, la imagen de La Dolorosa, una de las más valiosas de cuantas participan en la Procesión, el Instituto Nacional de Antropología e Historia exige un seguro contra daños. Lo adquiría Tradiciones Potosinas y nadie se rasgaba las vestiduras.
Tradiciones tiene 46 asociados, tanto hombres como mujeres. Cuatro o cinco de ellos están inactivos por diferentes razones y entre los restantes sin duda hay uno que otro prietito en el arroz, pero en lo general son gente honorable que cuando se ofrece, se sacan algo del bolsillo. Lo mismo sucede con los presidentes de las cofradías: la mayoría son gente de bien, respetable y, sobre todo devota. No pocos de ellos ponen de su peculio personal cada año. Obvio, también hay una o dos almas descarriadas que cobran a sus cófrades por dejarlos procesionar.
Nada había entre ellos que no se pudiera haber resuelto con un amable componedor; alguien del gobierno o de la Iglesia que los convocara, los escuchara y los pusiera en orden. Pero no, llegó el gallardo style y a desmadrar todo.
Pero los sembradores de discordia tienen un objetivo muy claro que ya les fijó su jefe: hacer la procesión más larga y grande del mundo. Para que, como ya se lo dijeron algunos colegas: en lugar de terminar a las once de la noche termine a las dos o tres de la mañana, con todo y niños. Tan bien locos.
Hasta el jueves 13 de abril, con su permiso.