Pocos maestros en primaria le daban énfasis a la importancia de la lectura, a pesar de que entre los libros de texto gratuito hay uno titulado precisamente Lectura. En uno de esos libros lo primero que aprendí (o lo que más recuerdo de aquellos tiempos) es que en náhuatl la expresión ‘in xochitl in cuicatl’ significa poesía, y quien me lo enseñó, como a muchos otros, acaba de morir a los 93 años. Se trata de Miguel León-Portilla.
(El guion entre los apellidos es para que no se les olvide poner ambos a quienes lo citan, porque buena parte de la escritura académica está atrapada por el sistema de citación APA, la American Psychological Association, que obliga a quitar un apellido y a poner las iniciales del nombre: se ve tan feo un libro de García, G. para referirse a uno de Gabriel García Márquez. En fin…)
Mucho de nuestro idioma es de origen prehispánico. In xochitl in cuicatl significa flor y canto, y esa imagen se junta en la palabra xochicuicatl. Así muchas palabras del náhuatl. Escribió Miguel León Portilla que eso se llama difrasismo: «dos metáforas que se juntan para que salte la chispa de la comprensión».
«¿Qué quiere decir Tezcatlipoca? “El espejo que echa humo”. […] “ahuehete” que significa “protección, frescor”. A mis alumnos les hago una reflexión de la diferencia que significa esa palabra para un maderero de Wisconsin que piensa en cuántos metros cúbicos de madera hay, cómo los va a vender, cuánto cuestan; y para un indígena, que piensa que a su sombra se siente fresco, protegido, que es como una madre o un padre…¡Qué diferencia! Todas las metáforas de las aves, de los colores: el pájaro azul, el coyoltotol, el pájaro que es cascabel… todas son metáforas, por eso es muy difícil traducir de la lengua náhuatl».
Heredero de Sahagún, Garibay, Eguiara, Boturini, Gamio y Clavijero, León Portilla fue profesor Emérito de la UNAM, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, miembro del Colegio Nacional, Medalla Belisario Domínguez; recibió 17 doctorados Honoris Causa y fue nombrado «Leyenda Viviente» por el Congreso de Estados Unidos. Una de sus principales luchas fue por investigar y dar a conocer la filosofía náhuatl, basado en su visión cosmogónica y en buena medida en la poesía, que buena falta nos hace como fuente de preguntas.
Entre numerosos libros, artículos y ponencias, todos textos generosos y comprensibles, es compilador de 13 poetas del mundo azteca y autor de La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares, La huida de Quetzalcóatl y El reverso de la Conquista.
Escribió para que lo entendiera mucha gente, a diferencia de algunos académicos. Buscó entre todos los temas del mundo nahua para, como dice el título de uno de sus libros, dar voz a los vencidos. Abrió puertas temáticas que hoy están más vigentes que nunca, gracias a la globalización y a la necesaria puesta en común de tantas comunidades, la convivencia y negociación de mayorías y minorías.
Me gusta mucho una conferencia que León Portilla dio en el Instituto Nacional de Cardiología, con el título «Significados del corazón en el mundo prehispánico», la cual encontrarán seguramente en Internet. Al hablar de Yollotl, corazón, aseguraba:
«De yóllotl se derivan numerosas palabras […] Estos son algunos ejemplos: yollo, tiene sentido abundancial, significa etimológicamente “rico de corazón” y vale tanto como “inteligente; agudo de ingenio”. Yolo-tica, “con corazón”, es decir con valor”. Yoliuhyaliztli, literalmente, “camino o salida del corazón”, se entiende como “albedrío, libertad”. Yollocáyotl, es a la letra, “plenitud de corazón”, “inteligencia”.»
En la actual discusión sobre la ciencia, su qué aportes a qué campos y su divulgación, muchos obvian la importancia de las humanidades. «Aunque no estudiemos necesariamente una carrera de humanidades, deberíamos, a los estudiantes desde secundaria y quizás desde primaria, hacerles ver qué son las humanidades, de tal manera que ellos se empapen de estos ideales». Sí, hay quienes escriben aburrido o pedante, pero igual hay aportes importantísimos que no alcanzan a circular y a ser discutidos debido a las mismas políticas gubernamentales y por las necesidades comerciales de medios y empresarios:
«Hay “historiadores” [y otros investigadores sociales] que […] juntan y empalman los vestigios que han alcanzado a reunir. Hacen una retahila de ellos. Los hilvanan y los cosen cual si fueran a recitarlos. En sus obras, nombres, fechas y aconteceres, unos tras otros, llenan páginas y páginas. En su conciencia —y obviamente tampoco en la de sus lectores u oyentes— no se integra una imagen en la que cobren vida los aconteceres de tiempos pasados. Menos aún se percibe lo que ellos significan o pueden significar.»
A su muerte, se rescató, merecidísimo, el tratamiento de Tlamatini para León-Portilla. Tlamatini, «es el que enseña a los otros a adquirir un rostro, a tener un corazón firme, a que ese corazón sea humano».
Necesitamos más tlamaminis, pero para ello son necesarias dosis de humildad, empatía, reflexión y (auto)crítica, y no siempre las tienen quienes deberían. Viene a cuento cerrar con un fragmento de la oración de San Francisco, que el viernes festejó su santo, válgase la ‘rebuznancia’. Léase no en su sentido religioso, sino humanista.
«que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar…»
Posdata: Octubre es mes de reto a dibujantes pero es buen pretexto para escribir algo (una frase, un microcuento, un aforismo, etc.). 0es un maratón de un dibujo al día sobre las palabras que propone un comité oficial. No se trata de hacer una gran obra de arte, sino de buscarle algún ángulo a la palabra. Total, se trata de jugar. Y compartir.
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