¿INDIGENTES, LOCOS O SUICIDAS?

Pese a las señales en contrario, (me) sigue costando trabajo creer que el gobierno gallardista esté buscando una confrontación abierta con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; sobre todo porque no le encuentro sentido, porque no veo qué ventajas pudiera representarle y, más que nada, porque no puede ganarla.

No me refiero a los difíciles momentos vividos la semana pasada y de los cuales apenas va saliendo la Casa de Estudios. Estos tuvieron un origen interno y la institución los está procesando como tales, salvo por el hecho de que ante la comisión de un delito corresponde al Ministerio Público tomar conocimiento y actuar en consecuencia.

Lo que nos devuelve al terreno de riesgos mayores es la nueva provocación gubernamental, lanzada la tarde del martes, consistente en desconocer o tergiversar el acuerdo alcanzado el pasado día siete, según el cual sería en estas fechas de finales de mes cuando la Secretaría de Finanzas pagara los más de 220 millones que adeuda a la UASLP. Hay que recordar que el adeudo deriva de un convenio entre la federación, el estado y la propia institución, firmado de puño y letra del gobernador Ricardo Gallardo Cardona, a principios del año.

La última vez que se reunieron los secretarios de Gobierno y de Finanzas con el Rector y su equipo, quedó claro que la Universidad se quedará sin recursos para pagar nóminas, pensiones y servicios generales el 15 de noviembre. Esto significa que no podría hacer frente a los elevados compromisos de fin de año, que incluyen el pago de las dos quincenas de diciembre en una sola exhibición, la entrega de aguinaldos y pensiones, así como el pago de gasto operativo. Lo que, a su vez, llevaría a la suspensión general de actividades, incluida la impartición de clases. 

En ese contexto, sin que se haya firmado un documento específico, los participantes en la reunión de hace tres semanas se despidieron en el entendido de que no habría tal crisis porque el gobierno pagaría antes de la fecha fatal. Algunos medios y Servidor asumimos que el pago se haría al concluir octubre, para ni siquiera acercarse a la crisis.

Este martes, de súbito, la titular de Finanzas salió a decir que siempre no. Que van a pagar en abonos lo que se debe, sin establecer montos ni plazos, luego de que vuelvan a revisar las cifras y siempre y cuando la Universidad cumpla con todos los requisitos (que se dieron por cumplidos el siete de octubre). 

Salvo que en lo inmediato ocurra una rectificación de lo afirmado por Ariana García Vidal, esto equivale a un desafío muy violento a la comunidad universitaria. Esa postura de la secretaria de Finanzas o es porque materialmente no tienen con que pagar ni cómo conseguirlo, porque enloquecieron sin remedio o porque traen ansias suicidas. 

Lo de que no tengan con qué pagar, se explica por sí mismo. Lo de un arranque de locura o lo de ansiedad suicida, requiere una explicación más extensa, que intentaremos en el siguiente apartado.

MÚSCULO

  Como ya es de todos sabido, lo que detonó el paro de actividades y los bloqueos estudiantiles la semana pasada, fue un reprobable ataque sexual ocurrido al interior de la Facultad de Derecho. Lo que siguió fue un momento particularmente complicado que las autoridades universitarias procesaron con sus propios instrumentos legales e institucionales, habiendo dado cuenta de inmediato a la Fiscalía General del Estado, la que actuó con rapidez y pronto detuvo al presunto responsable principal y sigue en persecución de los otros dos.

La indignación que causó el hecho, sobre todo entre las estudiantes mujeres, porque consideraron que los directivos no actuaron con la presteza y eficacia necesarias, condujo al bloqueo de calles en las inmediaciones de instalaciones universitarias, que están esparcidas por toda la ciudad. Hubo intentos de infiltración de desconocidos, algunos cuarentones mal fajados, pero el control y la conducción los mantuvieron mayoritariamente alumnos y alumnas de la UASLP.

Con la participación activa de algunos centenares de jóvenes universitarios -de los que hay unos 28 mil en esta capital- paralizaron la circulación vehicular en gran parte de la ciudad; desquiciaron prácticamente toda la zona urbana e impidieron que mucha gente llegara a sus destinos habituales. 

Y lo hicieron enojados con sus propias autoridades, con sus maestros y hasta con sus compañeros abusivos. No puedo estar seguro de que esa haya sido su intención, pero ciertamente lo que lograron las y los estudiantes fue enseñar músculo. Demostraron en los hechos -durante un lapso suficiente para que todo mundo se diera cuenta, pero sin excesos que les atrajeran antipatías- que pueden poner de cabeza toda la zona conurbada.

Lo que vivimos la semana anterior fue una demostración de fuerza de lo que es sin duda una porción minoritaria del todo identificado como Comunidad Universitaria: 34 mil alumnos repartidos en todas las regiones del estado; más de tres mil maestros y unos dos mil trabajadores administrativos. Casi 40 mil individuos (sin contar los muchos miles de egresados que eventualmente pueden solidarizarse con su Alma Mater) a quienes se está incordiando, sin ninguna racionalidad discernible.

Retar a un conglomerado de esas dimensiones es, reitero, cosa de locos de atar o de pacientes de tendencias suicidas.

Si no hay pronto un arreglo satisfactorio, los riesgos de inestabilidad social se disparan exponencialmente. Imagínese usted un automovilista enfurecido que avienta su vehículo contra un grupo de jóvenes manifestantes; una ambulancia con enfermo grave que no consigue llegar al hospital o, peor aún, un choque entre quienes apuestan por la suspensión de clases y los que quieren volver a las aulas.

Cuando digo que esta eventual confrontación el gobierno no puede ganarla, estoy pensando en que por experiencias históricas y toda una política de Estado, desde hace más de medio siglo en este país los estudiantes son intocables. Si el choque se produce y la comunidad universitaria decide presionar con suspensiones de actividades y bloqueos viales ¿qué va a hacer Gallardo? ¿Los va a reprimir, a golpear? Algo así ocurriría, perdón la insistencia, si quienes nos gobiernan enloquecieron sin retorno o, como dice Juan Villoro, amanecieron con ambición de ruina.

No olvidemos tampoco que el incumplimiento de sus compromisos financieros por parte de la administración gallardista pega en varios frentes: a los maestros, empleados y jubilados los estaría dejando sin sus ingresos de finales de año, que son los más cuantiosos. A los alumnos les significaría perder días o semanas de clases que luego son muy difíciles de reponer.

La semana pasada incluí en este mismo espacio un párrafo que me significó opiniones contrarias como pocas veces me había sucedido. Dije: “Conozco, pero no comparto, la teoría de que detrás de los sucesos que tienen agitada a la Universidad, está la mano del gobernador Ricardo Gallardo Cardona, con cualquiera de dos motivos o ambos: encontrar pretextos para no pagar o por lo menos para dilatar el pago de los 200 y pico de millones de pesos que le debe al Alma Mater, y obligar al rector Zermeño a ir a besarle la mano y pedirle socorro para salir del problema. No lo creo. Y no lo creo a partir de una premisa ya expuesta en columnas anteriores: se necesita estar absolutamente loco o ser irremediablemente tonto para salir a buscarte problemas que, en caso extremo, te podrían hasta costar el cargo”.

Los lectores en desacuerdo, en lo de no creer yo que Gallardo tuviera metida la mano, me dieron muchas razones. Rescato una, de un amigo claridoso: “No te hagas, Gallardo quiere apoderarse de la Universidad para meterle mano a su presupuesto, de unos 4 mil millones de pesos”. No puede, le respondí yo, porque casi el 90 por ciento es para sueldos. “Si se chingó los 5 mil millones de Pensiones, que no se chingue estos”, me reviró.  No lo creo, pero me queda claro que así piensa mucha gente. Crea fama.

Concluyo esta colaboración con la confianza de que Gallardo Cardona no sea tan tonto, no esté tan loco ni aliente ambiciones de ruina como para llevarnos a un desastre de esas proporciones.

Ayer a media mañana la SEP subió a sus páginas web un oficio de fecha 20 de este mes, en el que atenta pero claramente le pide a Gallardo Cardona que pague los 229 millones 103 mil 497 pesos que le debe a la UASLP. El escrito lo firma el Subsecretario de Educación Superior, Ricardo Villanueva Lomelí, y el Director General de Educación Superior Universitaria, Carlos Iván Moreno Arellano. 

Por lo que hace al rector Alejandro Zermeño, debería mandar tarjetas de agradecimiento a todos esos que, sin querer, lo blindaron. La mejor expresión de ese hecho es la cartulina que portó la semana pasada una alumna de la Escuela de Medicina (modifico el adjetivo para quitarle un poco lo brusco): “Zermeño es un tonto, pero es nuestro tonto”. O sease…

Y que Dios nos ampare y no vayan a salir otra vez Sara, Arreola, Serrano, Lupe, Ariana, Lecourtois y compañía a declarar estupideces. 

COMPRIMIDOS

Si fuera mía la decisión, yo tampoco me dejaría auditar por el IFSE. La razón es sencilla: su titular se ha cansado de exhibir que actúa por consigna; que le sobra mala fe, que le encanta hacerla de mastín y, lo peor, que ya hasta cobró por adelantado sus infames servicios, en forma de puesto bien pagado en el Poder Judicial.

El recién anunciado nuevo ducto para llevar agua de El Peaje a la planta de Los Filtros (si entendí bien), de algo servirá, pero una vez más en materia hídrica el gobierno del estado le saca la vuelta al proyecto más eficaz: modernizar la red de abastecimiento, sobre todo en la parte más antigua de la ciudad, para reducir al máximo el 40 por ciento de agua que se pierde por fugas y otros desperfectos. A ver cuando dejan de hacerse.

Son malos para legislar, con todo y sus numerosos asesores; son flojos, son políticos defectuosos, son cretinos, son prófugos de la ética y ahora corroboraron que además son unos miserables. Entre todos, nuestros mugrosos diputados locales juntaron 100 mil pesos para los damnificados de las inundaciones en la Huasteca. Es decir, con sueldo real superior a los cien mil pesos mensuales se cooperaron con 3 mil 700 pesos cada uno. 

Luego les tengo más detalles, pero en el círculo más cerrado del gallardismo cada día cobra más fuerza la convicción de que el proyecto con doña Ruth a la cabeza ya colapsó. Por ahí no irá la cosa, ni por la vía paterna tampoco. El problema es que si finalmente el Gallardismo verde va solo, no tiene con quién jugarla, razonablemente competitivo. A Juan Carlitos lo quieren para la alcaldía, pero le desconfían para la gubernatura.

Hasta el próximo jueves.