Indignados

No hay para dónde hacerse, en estos tiempos pareciera imposible pronunciarse por una neutralidad razonada. Los potosinos conocemos bien de ese recurso argumentativo: estás conmigo o contra mí. No se admiten medias tintas.

La cosa va para largo. Por un lado los matraqueros de Andrés Manuel no paran en la búsqueda de justificaciones que contribuyan a exonerarlo del error en Culiacán; por el otro sus malquerientes se esfuerzan en explicar con altas dosis de indignación salpicada de solvencia moral, el fracaso del actual gobierno, con comentarios tan absurdos que van desde la cobardía institucional, hasta llegar al “estado fallido”. 

Ningunos, desde luego, se atreven a opinar sobre lo técnico, es claro que en ese aspecto, son auténticos ignorantes; cuestionan o defienden lo que les permite la lengua, el mediano entendimiento, y la capacidad argumentativa. Aunque hay quienes, como siempre, ya son especialistas en operativos para capturas de delincuentes y en cadenas de mando.  

Dos voces, la de un especialista en el tema de seguridad, y la de una periodista conocedora del cártel de Sinaloa, son las únicas que hasta el momento han hecho un análisis imparcial de los hechos. Para Edgardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia, la liberación de Ovidio Guzmán, por cuestiones tácticas, era necesaria, y agregó que un acto de esta  naturaleza siempre será respaldado por las propias fuerza militares. En entrevista concedida a la periodista Carmen Aristegui, abundó: ningún operativo de alta envergadura se organiza con un libro de texto en la mano, siempre se improvisa. 

En el mismo sentido, la periodista Anabel Hernández, señalaba el alcance de la fuerza de los hijos del Chapo, al mencionar la presencia del Cártel de Sinaloa en el 70 por ciento del mundo, y su capacidad de adquisición de mano de obra, armas y vehículos. 

Nos guste o no, la mejor solución fue la retirada. No hay, bajo ninguna circunstancia, un Ejército Nacional defenestrado frente al crimen. Por mucho que lo griten los críticos del presidente.  

Recapitulemos. Cuando se finge una profunda indignación por ver derrotado y humillado al Ejército Mexicano, ¿de qué ejército se habla?, ¿del derrotado en Chiapas?, ¿del que perdió la batalla frente al EPR?, ¿del que nunca pudo derrotar al narcotráfico luego de la guerra iniciada en Michoacán? Seamos realistas: el Ejército Zapatista sigue presente en Chiapas; el Ejército Popular Revolucionario no sólo sigue en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, sino que además se ha diversificado por seis estados; en tanto el narcotráfico combatido aún en detrimento de la población civil, ha cobrado una fuerza inimaginable.  

Lo que menos interesa es la violencia dirigida a la población, o contra quien sea, lo que se busca es un punto de ataque contra López Obrador. 

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No es errado lo que digo, los mismos que cuestionan la falta de energía presidencial en Culiacán, son los mismos que se indignan junto con los alcaldes panistas rociados con gases lacrimógenos. Delicaditos resultaron quienes pugnan por la aplicación de la fuerza; y bueno, deberían estar agradecidos, porque quizá jamás habían imaginado aspirarlo.  

Entre los alcaldes rijosos y llorones, andaba el maestro Xavier Nava, quien ante la falta de algo mejor qué hacer en su ciudad, se fue a hacerle el caldo gordo a los panistas (ya sabemos que lo es cuando le conviene). Sí, el mismo que decía que él hubiera planeado mejor las cosas en Culiacán, cuando aquí su policía no pudo detener un pleito entre pandilleros en el estadio Lastras.

Conduciéndose como estos últimos, los porristas naveros y de Gallardo, vuelven a protagonizar una gresca en el Congreso, sin importarles que estuvieran de visita en el salón de sesiones, alumnos de una institución educativa.  

Como si las cosas estuvieran para convertirnos en apologistas de la violencia, aparece la regidora Karina Benavides indignada por los cuestionamientos que recibió en redes sociales, tras un desafortunado comentario en el que utilizó la violencia imperante en el estadio, para hacerse la graciosita. Que alguien le recuerde que la corrección política imperante, y atizada por tirios y troyanos, no permite comentarios de este tipo, menos victimizarse por sus propias estupideces. Para eso tenemos a la secretaria de Medio Ambiente.

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Los que de plano aportaron el toque divertido a la carga de indignación contenida en alma y entendimiento, fueron los diputados Óscar Vera y Edgardo Hernández, en el Congreso del Estado. 

El primero arremetió feamente contra el, también diputado, Rubén Guajardo, al que llamó inútil e inepto, motivos por los cuales lo invitó a renunciar, al tiempo que invitaba a Cándido Ochoa a “madrearlo”. Algo que llama la atención de entre los señalamientos de Óscar Vera, es el afirmar: “dice que es abogado”. Ignoro, desde luego, si lo dice, ya que la página del Congreso del Estado lo presenta como ingeniero mecánico administrativo, por la UASLP, y como licenciado en Derecho, por la UNID, con estudios concluidos el año pasado. Ni a quien creerle.

Lo curioso es que –de haber concluido, en efecto, estudios el año pasado– se le entregue la titularidad de la Comisión de Justicia, a un recién egresado. Así andamos.   

El otro momento divertido para algunos, de vergüenza, para otros, fue cuando el diputado Edgardo Hernández ninguneó a Ernesto Pineda, secretario de Seguridad Pública, presentándolo como un dipsómano y un ignorante. Lo risible de la situación, matiza y no permite asimilar la incapacidad del policía; antes mal, divierte. Desafortunadamente todo parece indicar que nuestra seguridad está en manos de un improvisado.  

La indignación se generaliza, los demonios andan sueltos; algo estremece a las élites potosinas. 

Dicen los que saben, y los que no, repiten, que hoy es sábado social, disfrútenlo, pero no se excedan.