BUENAS IDEAS

El problema de movilidad más agudo que padece el área conurbada de la capital -el congestionamiento de la carretera 57 entre la mancha urbana y la Zona Industrial- tiene una solución técnica y materialmente factible, de un costo relativamente bajo y cuya ejecución puede completarse en un año. Los trabajos requeridos costarían menos de la mitad de lo que costó la Arena Potosí o lo mismo que uno de los puentes falsamente atirantados construidos por la administración estatal. Para su financiamiento podría incluso conseguirse apoyo federal.


Toda la información incluida en esta columna procede de un detallado proyecto realizado a lo largo del año por la Cámara Mexicana de la Industrial de la Construcción, capítulo San Luis Potosí. Han participado en su formulación técnicos de diversas especialidades, tanto locales como foráneos. Muchos de sus datos proceden de información oficial divulgada por la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes.


El tramo problemático de la carretera 57 mide 25 kilómetros y va del Distribuidor Juárez al poblado Cerro Gordo, donde arranca la carretera a Villa de Reyes. Su parte más crítica, donde se producen los peores congestionamientos viales, mide cinco kilómetros, comprendidos entre la Delegación de la Pila y el mismo poblado. En este trayecto, la carretera cuenta con dos carriles en cada sentido, lo que hace un total de cuatro, más sus respectivos acotamientos.


La solución que propone la CMIC es construir un carril más en cada dirección, lo que incrementaría sustancialmente el flujo vehicular en esa importante vialidad. Esta alternativa es la favorita, entre otras cosas, porque la 57 cuenta desde siempre con un derecho de vía extraordinario, que es el más ancho del país: 100 metros, lo que representa una ventaja enorme, en términos de costo, de adquisición de terrenos y hasta de conflictividad social.


Aumentar dos carriles, uno por lado, en un plazo relativamente corto es factible y no tendría nada de extraordinario: a lo largo de sus 1,300 kilómetros de longitud, la 57 cuenta con tramos de hasta ocho carriles, cuatro por dirección, como ocurre entre Querétaro y San Juan del Rio o entre Tepotzotlán y la Ciudad de México. De tres carriles hay muchos trayectos en distintas partes.


Cada carril de acuerdo con normas oficiales debe tener mínimo cuatro metros de anchura. Los dos nuevos que se proponen significarían la construcción de cinco kilómetros por ocho metros de ancho, equivalentes a 40 mil metros cuadrados de obra, con trabajos complementarios incluidos.


Tomando como base los resultados de once licitaciones de obras similares realizadas en distintos estados por la SICT en el último año, el costo promedio por metros cuadrado es de 7 mil 500 pesos. En lo que nos interesa, 40 mil metros cuadrados a 7 mil 500 pesos equivalen a un costo total de 300 millones de pesos. La Arena Potosí tuvo un costo oficialmente reconocido de 610 millones de pesos (aunque conocedores estiman que al final rebasó los 700 millones), en tanto que los puentes sobre la salida a Rioverde a la altura de la calle 71 y el del periférico y avenida Cactus costaron 367 y 389 millones respectivamente.


Habida cuenta de la existencia de un derecho de vía sobradamente ancho para, incluso, en el futuro agregar más carriles, ahorrando los siempre complicados acuerdos con ejidos y demás comunidades agrarias, esta vez lo necesario sería un convenio con la SICT, sin que se excluya la posibilidad de una aportación financiera de su parte, según lo productivo o no de las gestiones del gobierno potosino.
Incluso, desde otro enfoque, al cabo de un año de obras el beneficio representado por la recuperación de horas-hombre con la reducción drástica de tiempos de traslado sería igual al costo de la ampliación propuesta. Vamos a eso:

EN PERSPECTIVA


El recorrido de 25 kilómetros entre el Distribuidor Juárez y Cerro Gordo (dentro del cual queda comprendida prácticamente toda la Zona Industrial con sus diversas etapas) debería hacerse en un promedio de 18 minutos, según los expertos en movilidad consultados por la CMIC-SLP. Actualmente se hace en 50 minutos, promediados a lo largo del día, pero hay horas pico en que ese tiempo se duplica y más.
De acuerdo también a los trabajos de la Cámara, toda la problemática de movilidad en ese sector se agudiza en los cinco kilómetros de La Pila a Cerro Gordo, donde se localizan la mayoría de los accesos a la zona fabril, lo que obliga a pensar que en el corto plazo la solución más eficiente y con un costo razonable es la ampliación a tres carriles por sentido que, como ya se dijo, costarían 300 millones de pesos, con la posibilidad de una inversión tripartita federación-estado-municipios (SLP y Villa de Pozos).


Según la métrica "Tránsito Diario Promedio Anual" a cargo de la SICT en las carreteras federales del país, en el tramo de la 57 que nos ocupa transitan diariamente 190 mil vehículos, en ambos sentidos. Esto representa un promedio de 8 mil cada hora. Sin embargo, en las horas pico, que son las de entrada y salida de los trabajadores y empleados de la Zona Industrial, esa cifra se dispara a 17 mil.
La SICT estima, según sus propias mediciones, que cada vehículo transporta en promedio 1.3 pasajeros, lo que significa que las 17 mil unidades de las horas críticas movilizan a 22 mil personas.


Como ya se dijo párrafos arriba, el trayecto del Distribuidor a Cerro Gordo debería realizarse en 18 minutos por término medio, pero en realidad consume 50 minutos. Esto quiere decir que cada persona que se desplaza a la Zona Industrial desperdicia más de una hora en embotellamientos (32 minutos de ida y otros tantos de regreso).


Los datos recabados por la CMIC-SLP indican que los trabajadores de nuestra Zona Industrial ganan en promedio 50 pesos por hora. El ejercicio de monetización que sigue es sencillo: 22 mil potosinos pierden diariamente más de una hora de su tiempo de traslado al y del trabajo, lo que equivale a un millón cien mil pesos. Multiplicada esta cantidad por los 260 días laborables del año, se obtiene un "costo" anualizado de 286 millones de pesos, casi idéntica al presupuesto de la ampliación de la carretera.


Pero ahí no se agotan los costos indirectos de este grave problema de movilidad: al valor salarial del tiempo perdido por las personas hay que añadir sobrecostos en combustible impuestos por el tránsito lento, lo que impacta a muchos trabajadores en lo individual y a muchas empresas que ofrecen transporte desde y hacia la zona urbana como prestación a sus trabajadores.


Hay otra vertiente que otro día comentaremos con mayor detalle: ese tiempo perdido no solo se puede medir en pesos y centavos. Tiene dimensiones familiares, sociales e individuales. Es un tiempo robado a la convivencia familiar, al cuidado de los hijos, al ocio personal, al ejercicio, a la preparación, etcétera. En esos ámbitos, cada minuto que se pierde es irrecuperable.


Conviene subrayar que la alternativa de un carril más en cada dirección es una solución eficiente y de bajo costo, pero no de largo plazo. La siguiente etapa, a juicio de los expertos de la Cámara de la Construcción, consistiría en agregar los dos nuevos carriles en los 25 kilómetros que van del Distribuidor al entronque de la carretera a Villa de Reyes. Esta obra a precios actuales costaría mil 500 millones de pesos. Si su ejecución se programa a dos o tres años e igualmente con inversión bi o tripartita, la carga financiera sería manejable.
Nuestros informantes no se desentienden de otras opciones como la Vía Alterna, pero apuntan que en tanto no llegue por lo menos al Eje 140 su utilidad real es muy limitada, y recuerdan que la construcción de su extensión actual -del Periférico al Eje 122- tardó seis años y no ha resuelto en nada la problemática de la carretera 57.


En cuanto al alguna vez manejado proyecto de un segundo piso en el mismo trayecto de la 57, conviene recordar que su estimación de costo hace un par de años fue de unos 7 mil 500 millones de pesos. Habiendo suelo firme disponible por el ancho derecho de vía no se justifica levantar columnas y más columnas para sostener un viaducto elevado. Su alternativa de dos nuevos carriles a nivel de piso en los mismos 25 kilómetros se pude ejecutar con la quinta parte: mil 500 millones.

COMPRIMIDOS
Ahora que nuevamente andan de cuadernos de doble raya, ojalá no tan fugazmente como en ocasiones anteriores, Ricardo Gallardo Cardona y Enrique Galindo Ceballos podrían sentarse a ver cómo solucionar los muy serios problemas de vialidad que viene padeciendo la Zona Industrial, debido sobre todo a baches cada vez más grandes y numerosos. Y que no se hagan: ese problema, junto con el de movilidad para llegar a las factorías, comienza a restarle atractivo a nuestra ciudad para nuevas inversiones en la industria.


Por cierto, la invitación del gobernador al alcalde capitalino para irse juntos a la Huasteca a ver los estragos causados por las inundaciones, es un caso para el Hombre Araña. Unos especulan que fue un mensaje subliminal en el sentido de que el Verde podría abrir sus puertas a Galindo; otros creen que más bien fue porque Gallardo andaba de malora y quiso ver si lo enemistaba con los morenos que le han hecho calorcito.


Sigo convencido de que el inútil Serrano y los asesores jurídicos del Ejecutivo no pueden ser tan tontos como para impulsar una reforma electoral local antes de que el Congreso de la Unión apruebe la federal. Pero si lo hacen, será interesante ver cómo resuelven las matemáticas de la votación. Una reforma constitucional requiere mayoría calificada, que son mínimo 18 votos. Morena y PAN suman diez y ya dijeron que no van. Eso deja al oficialismo con 17, insuficientes. Llegado el caso, ¿quién será el judas y de a cómo será el cañonazo obregonista?


Pero en opinión de quien esto escribe, algo más significativo e interesante no es la presencia de EGC en una gira gubernamental a propósito de daños y damnificados a cientos de kilómetros de distancia, sino la ausencia de doña Ruth en algo muy de su resorte. ¿Deveras andará Gallardo arrojando las redes para ver qué pesca? Ta raro.

Hasta el próximo jueves.