“En México, siempre es un juego
del gato y el ratón, pero a veces,
es difícil distinguir quién es el gato
y quién es el ratón”.
Eric Drickersen.
Agregado del FBI en México.
Platicaba hace unos días con un periodista, que lo más vergonzoso del caso del superpolicía Genaro García Luna –GGL-, son dos temas:
El primero, que ha de ser bastante pusilánime para el Poder Ejecutivo y Judicial de un país, contar y tener en su territorio a supermañosos delincuentes, superfuncionarios públicos corruptos y superpolíticos criminales y no poder llevarlos a juicio y sentenciarlos, no se diga a algún miembro de las fuerzas armadas. Es practicante imposible judicializar en México casos criminales de grandes capos de la droga, de funcionarios federales o militares corruptos de alto nivel. Tristemente, nos tienen que hacer la tarea los norteamericanos, con juicios de película, sentando en el banquillo de los imputados a mexicanos y siendo testigos de cargo más mexicanos. “La ropa sucia no se lava en casa”.
El segundo, que los mentados controles de confianza sirven para maldita la cosa (GGL estaba certificado por la DEA, el FBI y por el CISEN), de hecho, se jactaba de su “triple certificación”. Son una vacilada inventada por él, casualmente.
Abordo el primer punto. En los Estados Unidos el proceso judicial le otorga a cada persona acusada de un delito el derecho a un juicio justo ante un juez competente y un jurado conformado por doce ciudadanos, que son un tribunal no profesional ni permanente que tras el juicio debe declarar si considera culpable o no culpable al acusado, para que el juez dicte sentencia. Igualmente, las enmiendas cuarta, quinta, sexta y octava de la Constitución brindan protecciones adicionales para aquellas personas acusadas de un delito.
“Guilty, Not Guilty”, no hay más que dos sopas. “Guilty”, dijo finalmente el jurado, más allá de toda duda razonable, el juez federal dictará la sentencia en el mes de junio, que probablemente sea de 20 años a una cadena perpetua.
Veintiséis bandidos en el juicio develaron el tejemaneje del tráfico de drogas, así como el involucramiento de todo el aparato de seguridad y justicia de México, en las componendas de chingar a unos mañosos y dejar a otros de la misma calaña “trabajar”.
Es un juicio criminal, no contra GGL, sino contra todo lo que representó durante dos sexenios al frente de instituciones de investigación y seguridad nacional de gobiernos legítimos y democráticos. De igual manera, nada cambiará en el empoderamiento actual de los Cárteles de la droga y el control sistemático de varias regiones del país. Y malas noticias para nuestros vecinos del norte, el flujo de drogas sintéticas o no, seguirá fluyendo hacía el mercado estadounidense. A pesar, de la friolera cantidad de tres mil millones de dólares que le inyectaron los gringos en México, destinados para la lucha contra las drogas en los últimos quince años.
TAPANCO: Cuenta la leyenda que desde el año 2001, unas agencias de seguridad norteamericanas ya lo tenían en la mira, pero les era útil, ¿Cuándo dejo de serlo? Cuando en el año 2012, dos agentes de la CIA en compañía de un marino de inteligencia fueron atacados en el Estado de Morelos, bastión del Cartel de Sinaloa y zona de confort de GGL. Le pasaron la factura otras agencias norteamericanas en sus luchas intestinas, tenía GGL “padrinos” güeros, pero, había otros que tenían también sus “godparents”.
¿De dónde procedía el “poder” de GGL? También cuenta la leyenda, que venía de una Senadora, hermana de un futuro Presidente de la República.
No hay que olvidar, que la infiltración y clientelismo de la delincuencia organizada en el aparato del Estado mexicano, no empezó, ni terminará con GGL.
CONTINUARA…
@franciscosoni