En 2015 decidió renunciar como aspirante del PAN al gobierno de la entidad potosina. Denunció que le habían puesto piedrotas en el camino el entonces presidente nacional de ese partido, Gustavo Madero, y el dirigente local, Héctor Mendizábal. Cuestionó que esos personajes se empecinaran en un método de selección de candidato a gobernador que se apoyaría en encuestas, primero, y luego en elección abierta a la militancia, pero no a la ciudadanía en general, de entre los mejor posicionados en las mediciones. Octavio Pedroza se perfilaba como el aspirante panista mejor visto entre la ciudadanía potosina, pero no entre un sector influyente del panismo que, previsiblemente, impediría que se alzara con la candidatura.
Hoy en día, Madero ya no pasa de ser un provocador en la Cámara de Diputados Federal, donde ha sido, literalmente, “bocabajeado”. En el plano local, la correlación de fuerzas al interior del PAN se ha modificado y se abre un horizonte distinto de participación de sus cuadros más conspicuos. Ahora tienen la alcaldía capitalina y ese es un ingrediente que no aparecía en 2015, amén de que, a nivel nacional, Morena es el partido dominante y como fuerza política goza de una confianza mayoritaria que, localmente, los sondeos preliminares registran también como de indudable peso en la tendencias electorales para 2021. Tal vez, ante este novedoso panorama político es que Octavio se mueve ya interactuando con distintos sectores por toda la entidad.
Es de llamar la atención que su plataforma de lanzamiento se asocie, nominalmente, con el exitoso movimiento político suscitado en España, denominado “Podemos”. Así ha sido, pues, bautizado el movimiento que, recientemente, lo ha arropado como su portavoz y estandarte: “San Luis Podemos”, con el propósito general de “lograr un mejor Estado para las familias potosinas”, asumiendo que la convocatoria a ese esfuerzo es amplia, plural e incluyente. “Lograr un mejor Estado” no puede leerse de otra manera que como un proyecto político-electoral, toda vez que, aunque medio abstracto el planteamiento general, asumen que “en San Luis es posible construir un mejor futuro…”.
“Podemos” es un partido que, en España, ha ido avanzando recogiendo el desencanto de sectores que comulgaban con el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), Izquierda Unida (de donde surge su líder más emblemático, Pablo Iglesias) y otros sin partido -como los abstencionistas-, que lo asumen como de centro pero lindando con la izquierda. Guardadas las proporciones, podría aventurarse que el proyecto de Octavio busca situarse en un espacio similar en el ámbito local para jalar tanto a simpatizantes inconformes de partidos considerados como de centro unos y de izquierda otros, en el entendido de que su base seguiría siendo la de un panismo tradicional. En suma, ser tenido como una opción no extremista, de amplio espectro.
El nombre importa porque si de asociar peras con manzanas se trata, podría objetarse que esa base panista podría situar el proyecto mencionado más cerca de la otra fuerza alternativa al tradicional bipartidismo español (PSOE y Partido Popular), es decir, del Partido “Ciudadanos”, de orientación centro-derechista. Así las cosas, nombrar como “San Luis Podemos” a este proyecto muestra una intencionalidad política estratégica que, sugiere, va más allá del eventual conflicto interno que pudiera escalar en la definición panista de su candidato a gobernador. Además, los tiempos acá no son propicios para asumirse como de derecha, ni siquiera moderada, so riesgo de padecer el rechazo generalizado, como sucede, por ejemplo, con Fox y otras “tepocatas”.
En fin, tal parece que Octavio va por la revancha y, por lo pronto, movido anda recorriendo la entidad potosina, pulsando posibilidades propias -y de otros-, quizás confiando en que, ahora sí, hasta la revolución le haría justicia.