Ya viene siendo momento de hacernos responsables de discutir con seriedad el asunto de las consultas como una extensión de nuestra propia democracia. El ejercicio que está por ocurrir el próximo domingo no es inédito en nuestro país. Lo que sí es nuevo es que en esta ocasión parte de una base de organización que se encuentra plenamente fundamentada en la ley y es organizada por una autoridad administrativa que se dedica a organizar elecciones. Las autoridades electorales son, en realidad, institutos de la democracia. Pero eso lo discutiremos cuando vengan los ánimos reformistas que promuevan la organización de elecciones desde la administración pública centralizada.
Regresemos al punto. Uno de los aspectos fundamentales por los que es importante discutir la Consulta Popular 2021 tiene que ver con la oportunidad de cultivar y consolidar un mecanismo de democracia directa que ha sido vulgarmente manipulado para legitimar imposturas políticas. En principio, la implementación de una consulta de este tipo tiene que ver con otorgar a la ciudadanía la posibilidad de tomar una decisión sobre un asunto que le compete, y del cual un gobierno -por convicción o por obligación- consulta a la ciudadanía porque encuentra en ésta, a la fuente de legitimidad de las decisiones que habrán de tomarse. La Consulta será útil y relevante en la medida en que se coloquen temas que importan; temas que requieren el involucramiento de una ciudadanía informada que adoptará una postura en beneficio de la comunidad. ¿Existe eso? Sí. ¿Ha ocurrido? Sí.
El diseño institucional importa. El caso mexicano tiene algunas peculiaridades que quiero destacar. A nivel nacional existe una Ley Federal de Consulta Popular -publicada en 2014 y cuya última reforma ocurrió hace unas once semanas- que señala lo que se puede consultar y lo que no, cuándo tiene qué hacerse y quién puede solicitarlo. Si se quiere desarrollar una consulta pública nacional cuyos resultados sean válidos y vinculantes -obligatorios- para las autoridades responsables, tienen que hacerse sí o sí de acuerdo a lo que dispone esta ley. En el ámbito de las entidades federativas no existen instrumentos legales suficientes y homogéneos que nos permitan normalizar estos ejercicios en el ámbito local. Para bien o para mal, así es nuestro federalismo. De eso platicamos después.
Este antecedente es importante porque representa un punto de partida para reflexionar lo que va a ocurrir el próximo domingo. De entrada, le propongo evitar el atajo analítico de interpretar los resultados como un asunto de ganadores y perdedores. Quien quiera dedicarse a ello, le propongo armar un cuadrito con cuatro posibilidades: interpretar qué pasa si (1) Participa más del 40% del listado nominal y en su mayoría se contesta SÍ a la pregunta, (2) Participa más del 40% del listado nominal y en su mayoría se contesta NO a la pregunta, (3) participa menos del 40% del listado nominal y en su mayoría se contesta SÍ a la pregunta y, (4) participa menos del 40% del listado nominal y en su mayoría se contesta NO a la pregunta. Afortunadamente, este ejercicio de Consulta da para bastante más que eso.
Como le decía líneas atrás, se trata de consolidar un espacio de y para la ciudadanía. Ya viene siendo momento de tratarnos con madurez política y de otorgarnos a nosotros mismos la posibilidad de hacernos cargo de las cosas que nos competen. El país se beneficia si la discusión política se vuelve realmente pública. Es la tradición liberal de Immanuel Kant que define a la publicidad como la racionalización de la política: la ciudadanía no es solo un asunto de derechos y libertades individuales, sino un modelo que se basa en autonomía de pensamiento y libertad de expresión. Nuestra democracia funciona mejor cuando se parte de una idea simple, pero poderosa: si una ley o política es buena, debe tener la capacidad de sostenerse frente al público. [¿Me estás leyendo, político proclive a evitar el debate público de los temas que no quieres que se sepan?].
Por eso necesitamos más consultas, públicas, abiertas, bien informadas. El Aeropuerto, El Tren, Dos Bocas, la militarización, las energías. En el ámbito local se puede discutir de todo: legislación, obra pública, desarrollo territorial, educación, trabajo, desarrollo económico, política de bienestar. Es urgente cambiar la narrativa por la que entenderemos a las Consultas públicas -acá les llamamos Populares-. No es un asunto de promover las que queremos ganar y ocultar las que tememos perder.
¿Nos podemos tratar ya con madurez?.
Twitter. @marcoivanvargas