La insensibilidad de Nava

Tristeza, indignación e impotencia, provoca el ver un video en el que inspectores comerciales del Ayuntamiento de la capital, agreden física y verbalmente a Isabel (una mujer indígena, vendedora de flores) en la calle Díaz de León, el 28 de agosto. El rebozo, terciado en la espalda soporta a una niña pequeña que se sacude sobre el arroyo vehicular a cada jaloneo que una inspectora de Comercio Municipal, hace de su mercancía. En una mano carga un balde con lirios, la otra trata de recuperar la mercancía arrebatada, que finalmente acaba en el suelo. 

Un día después, el titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Jorge Andrés López Espinosa, condena la agresión enfatizando: “es totalmente reprobable el uso de la violencia y más en agravio de una mujer y más que traía un menor. Entonces,  hay que tener mucha sensibilidad, más en estos tiempos donde la gente tiene que salir a hacer una actividad porque, pues es parte de su sostén.”

El día 31, el alcalde de la capital, y especialista en Derechos Humanos, maestro Xavier Nava Palacios, pontifica ex catedra  señalando que no hubo violaciones a los Derechos Humanos, que se actuó conforme a derecho, reglamentos e instructivos. Además, la mujer tuvo la culpa por abandonar el gueto  al que debería de circunscribirse en la zona de la explanada Ponciano Arriaga. 

Luego, a los dos días exactos de las doctas declaraciones del maestro Navita,  una situación similar a la del día 28, ocurre con otra vendedora en la explanada Ponciano Arriaga. El asunto pasó a más, hubo un fuerte intercambio verbal con inspectores de Comercio, y confrontación física una inspectora. La vendedora afectada –y con huellas de violencia en su cuerpo –acabó compareciendo en la Fiscalía ante un ministerio público poco empático, y fue detenida cinco horas en los separos; tiempo en el que tuvo que soportar hostilidades verbales y terrorismo psicológico, según se desprende de un video. 

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Ignoro, porque no soy psicólogo ni psiquiatra, qué tipo de reacciones neuronales experimente el maestro Nava, pero su conducta pareciera la de un hombre con exagerado complejo de superioridad, arrogante, y que desprecia profundamente –aparte de muchas cosas y personas– aquello que le recuerde que hay pobreza (aunque antes él hubiera andado mendigando a las puertas de Palacio Nacional).

Sus declaraciones, no sólo muestran un profundo desprecio a los Derechos Humanos, e insensibilidad frente a la necesidad de ingreso y sustento, sino también tienden a normalizar y legalizar la violencia pública y privada en contra de las mujeres. 

Arriesgándome un poco a entrar en campo minado, pienso que el mismo derecho que tenía el doctor Salvador Nava a andar en espacios públicos tratando de lograr un nuevo orden democrático, es el mismo derecho que tienen estas mujeres en tratar de llevar el pan a sus hogares. 

Supongo entonces que  las golpizas y maltratos padecidos por Salvador Nava, por ir en contra de un sistema que él consideraba corrupto de origen, fue estéril; no despertó la sensibilidad entre los suyos. 

Habrá quienes digan que ese tipo de vendedores –que dicho sea de paso, otorgan un dejo pintoresco al centro– no se encuentran dentro del marco legal; en efecto, pero tampoco está cometiendo ningún acto ilícito. Si en realidad le interesara a la alcaldía y a la fascista directora de Comercio, meter en orden el comercio, deberían de comenzar con las mafias de ambulantes que tienen invadido andadores, explanadas y banquetas de medio centro histórico. No los veo sancionando a los cientos de antros y lupanares que afectan las diversas zonas de la ciudad. 

Ahora, si en realidad deben quedar circunscritos a un perímetro, sería importante señalarle al alcalde,  que deje de pirujear (políticamente) en otros estados y municipios, y se dedique a atender la capital. 

La siguiente semana organizaré entre mis amigos una colecta para contratar un especialista que le explique al maestro Xavier Nava Palacios (ya ven lo que dicen, que hay algo que no quitan los grados académicos) qué son, y cómo funcionan, los Derechos Humanos. 

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Dejo un fragmento de Identidades Asesinas, de Amin Maalouf: “No es lo esencial, aunque sí estoy convencido de que los problemas de ese tipo serían más fáciles de resolver si las relaciones con los inmigrados se abordaran con un espíritu distinto. Cuando sienten que su lengua es despreciada, que su religión es objeto de mofa, que se minusvalora su cultura, reaccionan exhibiendo con ostentación los signos de su diferencia; cuando por el contrario se sienten respetados, cuando perciben que tienen un sitio en el país que han elegido para vivir, entonces reaccionan de otra manera.” 

El problema, ustedes lo saben, es que aquí no hay respeto, ni sensibilidad; sólo arrogancia y el interés por alcanzar la gubernatura a costa de lo que sea. 

Agradezco a mi amigo Carlos Garrigos, el ampliarme la información sobre ambos casos, y que me facilitara los videos de las entrevistas a las mujeres.  

Gracias por la lectura; sigan cuidándose, al fin el año casi acaba.