El “corolario” de Donald Trump a la Doctrina Monroe y su “diplomacia de las cañoneras” significa una profundización de su intervención geopolítica, que incrementa la militarización y multiplica las violencias en la región.
El especialista argentino Juan Gabriel Tokatlian, profesor de la Universidad Torcuato di Tella, señala cinco puntos clave de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Washington:
1. El fin de la posguerra fría. EU ya no tiene la capacidad de antaño para moldear el sistema internacional, debido a condiciones de política interna, pero esto no quiere decir que Washington sea un actor menor.
2. Revertir la expansión internacional de China. La orientación no es solo contener a Beijing, sino revertir su expansión en el control de activos estratégicos como carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles y telecomunicaciones. Washington se repliega en otras latitudes, para concentrarse en su zona más segura.
3. Nueva lógica de sometimiento a EU. ¿Acaso Washington busca reconocimiento de su hegemonía y de su liderazgo? No viene a preguntar ni a proponer. Viene a implantar una lógica de subordinación de la región.
4. Nueva (in)seguridad continental. América Latina es vista como fuente de problemas para Washington: crimen, fentanilo, migración indocumentada, violencia. Su nueva estrategia despliega componentes punitivos y coercitivos: hostigamiento directo y ataques contra gobiernos adversos, deportación masiva de migrantes, e imposición de aranceles. No acata regla alguna: sus ejecuciones extrajudiciales en aguas internacionales así lo confirman.
5. El establecimiento del nuevo Comando Militar del Hemisferio Occidental (U.S. Army Western Hemisphere Command), con base en el Fuerte Bragg, Carolina del Norte. Sus propósitos son:
i) Atar la seguridad nacional de EU a la seguridad continental;
ii) Combinar elementos del Comando Norte que abarca a EEUU, Canadá y México, con base en Colorado Springs, Colorado, con elementos del Comando Sur, con base en Doral, Florida, que incluye ciertas operaciones vinculadas a México en el ámbito de narcotráfico y lucha contra los carteles, y que está orientado a Centroamérica, el Caribe y Sudamérica;
iii) Desplegar de manera selectiva acciones específicas sobre América Latina para recuperar la influencia que algún día tuvo.
Trump ya tiene como adeptos a los presidentes de Argentina, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú, Panamá y Paraguay. En las próximas semanas es altamente probable que Chile y Honduras se sumen a este grupo.
Washington ha abandonado la “compartimentalización” de las negociaciones comerciales, hoy permeadas por su estrategia geopolítica y su poderío militar. México ya no puede respaldar a los regímenes en Caracas, La Habana, y Managua, sin pagar costos en la ratificación del T-MEC. También entraña altos costos irse precipitadamente contra China, para luego toparse con que Washington se desdice.
El doble juego simultáneo de retórica soberanista y acomodamiento a los requerimientos de la Casa Blanca se ha desgastado. No se trata de apaciguar al poder imperial, sino de ser congruente y consistente en la defensa del interés nacional, que no es de la persona en la presidencia, sino del Estado mexicano.
(Integrante de Por México Hoy)