La política exterior de la presidenta Claudia Sheinbaum en su primer año tiene aciertos, errores y sesgos ideológicos que evidencian inconsistencias con los principios constitucionales mexicanos en la materia: autodeterminación de los pueblos, la no intervención, solución pacífica de controversias, igualdad jurídica de los Estados y la lucha por la paz.
Recuerdo que, durante la campaña de 2024, le pregunté a mis estudiantes quien tenía las mejores habilidades para llevar a buen puerto la relación bilateral con Donald Trump, esa entonces era mi principal preocupación; desde mi perspectiva, la Dra. Claudia ostenta las herramientas para entablar las negociaciones con el gobierno norteamericano. Los resultados son evidentes, pasamos de ser el país con mayor riesgo comercial (véase The Economist) a evitar aranceles.
Para revisar la formación de la Jefa del Estado mexicano nos podemos acercar a La sucesión 2024, de Jorge Zepeda Patterson; Claudia Sheinbaum: Presidenta, una historia contada por Arturo Cano y Presidenta: La victoria de una mujer en un país de hombres, también de Zepeda Patterson.
En los perfiles referenciados identificamos a la presidenta como académica, investigadora, formada en la izquierda urbana de la CDMX, activista en los movimientos estudiantiles de la UNAM, cercana a las artes y con estudios en el extranjero, más cosmopolitan que su antecesor, por lo tanto, se esperaba un giro en la política exterior.
El sexenio comenzó con algunas diferencias (pecamos de optimistas para después regresar al sesgo ideológico del oficialismo) con la administración 2018-2024, Claudia participó en el G20 en Brasil y como invitada en el G7 en Canadá. Otro acierto fue llamar genocidio a lo que sucede en la franja de Gaza.
Ahora abordemos los errores en la política exterior, en primer lugar, continuar nombrando a embajadores y cónsules por criterios políticos, una beca internacional todo incluido para los operadores del oficialismo en lugar de respetar al servicio exterior de carrera.
Para mí, es un desacierto no asistir a la próxima Cumbre de las Américas que se llevará a cabo en República Dominicana, prefiere colocarse del lado de los regímenes autoritarios de Nicaragua, Cuba y Venezuela, es redituable para los llamados puros de su partido. México pierde la oportunidad de ser un liderazgo latinoamericano, se puede asistir y denunciar la exclusión, una voz crítica en los foros internacionales.
En el caso de María Corina Machado, identificamos otra incongruencia, en la misma mañanera opinó sobre la destitución de Dina Boluarte del Perú y posteriormente se escudó en el principio de no intervención para no manifestarse sobre el reciente premio nobel de la paz, una descortesía para Corina Machado, poca solidaridad para una perseguida política en el último proceso electoral en Venezuela.
Y en la relación bilateral con España es evidente el sesgo ideológico en las declaraciones y silencios, en la reciente publicación Diario de una transición histórica, la misma presidenta reconoce que fue su decisión excluir al Jefe del Estado de Español de la toma de protesta, por sus diferencias con el tema del perdón a los pueblos originarios. Los desacuerdos con su antecesor las asume como propios, finalmente, son parte del mismo movimiento y comparten la misma ideología.
México fue distinguido en los Premios Princesa de Asturias, Leonor de Borbón y Ortiz, miembro de la Corona española, manifestó su intención de conocer la cultura mexicana y realizar una visita, se le preguntó a la presidenta en la mañanera y su respuesta fue poco diplomática, incluso, descortés. Para lograr el perdón y la reconciliación se necesita de voluntad de ambas partes (recomiendo la editorial del El País, México y España deben reconciliarse).
En conclusión, el mayor logró de la presidenta en política exterior es la relación bilateral con el gobierno de Donald Trump, acertó en su posición sobre Gaza, fue positivo la asistencia al G20 y G7; igualmente, se deben evitar los sesgos ideológicos y en la medida de los posible asistir a los foros internacionales, y, por último, ser diplomática al ser la Jefa del Estado mexicano, no representa únicamente a un partido.
(Profesor de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí)