Vivimos en un mundo cada vez más guiado por algoritmos, sistemas e inteligencias artificiales. A veces parece que todo avanza más rápido de lo que podemos asimilar. Y, aun así, dependemos de ellos para casi todo: desde cómo trabajamos, nos movemos o nos informamos. Lo curioso es que, mientras más tecnología nos rodea, menos la entendemos. No porque sea imposible, sino porque hemos aprendido a usarla sin cuestionarla.
Porque la tecnología no debería sentirse como un idioma extranjero. No debería ser necesario tener un título en ingeniería para entender por qué el algoritmo de una app puede influir en una elección política, cómo un asistente virtual reconoce tu voz entre millones de personas o por qué tu reloj inteligente sabe que estás estresado antes de que tú lo notes. Detrás de cada una de esas cosas hay lógica, datos y decisiones humanas. Comprender cómo funciona el mundo digital es, en esencia, comprender el mundo en el que vivimos. Aunque sea de manera sencilla. En un tiempo donde todo avanza a velocidad digital, el conocimiento es poder. Y no hablo del conocimiento técnico, sino del que te permite conectar ideas, cuestionar decisiones y entender el impacto de lo que ocurre detrás de la pantalla.
Hablar de tecnología no debería ser intimidante, sino despertar curiosidad. Por ejemplo, ¿alguna vez has escuchado la palabra qubit? Tal vez suene lejana, pero un qubit es la unidad básica de la computación cuántica, una tecnología que promete resolver problemas que hoy serían imposibles para cualquier supercomputadora. Mientras un bit clásico solo puede ser 0 o 1, un qubit puede ser ambos al mismo tiempo. Esa simple diferencia abre la puerta a cálculos infinitamente más complejos: desde simular moléculas para descubrir nuevos medicamentos hasta optimizar sistemas energéticos o climáticos a escala global. ¿A poco no es fascinante? Y, sin embargo, muchos nunca han oído hablar de ello. Entender conceptos como este no se trata de volverse experto, sino de acercarse al futuro con curiosidad, no con miedo.
Cada semana, desde hace más de seis meses, he visto cómo al menos cinco noticias tienen el potencial de cambiar el mundo: nuevas leyes que redefinen el papel de la inteligencia artificial, descubrimientos que transforman la energía o la biología, avances en chips cuánticos y empresas que compiten por entrenar el modelo más poderoso de la historia. Todo eso ocurre cada siete días. El desafío no es la falta de información vivimos saturados de ella, sino la falta de comprensión. La sobreabundancia de datos sin interpretación genera indiferencia, no conocimiento. Lo que falta son espacios que traduzcan la complejidad sin subestimarla. Lugares donde la tecnología se entienda no solo por lo que hace, sino por lo que significa.
Y entenderla nos hace bien. No solo para opinar, sino para decidir. Estar informados nos permite anticipar lo que viene, adaptarnos a los cambios y aprovechar las oportunidades que trae cada avance. Quien comprende cómo funciona una IA, una red o una nueva herramienta no solo observa la innovación: puede aplicarla, mejorarla o incluso crear algo propio. Porque el conocimiento tecnológico no es solo teoría; es una herramienta para el futuro. Saber cómo funcionan las cosas que usamos todos los días desde un algoritmo hasta una batería nos prepara para un mundo donde la tecnología ya no será opcional. Lo que viene con este crecimiento tecnológico es enorme. No se trata solo de nuevas aplicaciones o máquinas más potentes, sino de una transformación completa de cómo producimos, trabajamos y aprendemos. Por eso, debemos esforzarnos por entender qué está pasando.
Si no lo hacemos, corremos el riesgo de quedarnos como simples espectadores del cambio, mientras otros escriben las reglas del futuro. Pero para convertirnos en jugadores reales en este nuevo mundo digital, necesitamos conocimiento, curiosidad y participación. Entender la tecnología no solo nos prepara individualmente: puede ayudarnos como país a construir un futuro más fuerte, más independiente y más competitivo.
*Egresado de la carrera de Ingeniería en Mecatrónica del Tecnológico de Monterrey en SLP y Cofundador de Koedetech (@koedetech)